domingo, 29 de abril de 2012

BUENAS NOCHES.


Buenas noches.

El día del libro estuvo algo flojo de público, pues había un 30% del total de los asistentes. Dado el temporal que se llevaba en volandas a los paseantes, eso comentó una de las componentes del taller de escritura, lo normal era que todos estuvieran haciendo reportajes fotográficos en la barra, donde parecía hervir el agua con el temporal; parecía el humo constante que expele la ardiente lava.

Samuel presentó el acto y leyó el escrito de Rafael, por cierto que fue su bautismo de público en nuestras celebraciones, dijo estar sorprendido de nuestros escritos. Creo que será, un personaje “positivo”. Leímos lo estipulado del tema del taller, LIBRE, y de autores ajenos, uno de ellos era neófito, pero sus 125 palabras llenaron...

Siempre que faltan compañeros a nuestros talleres, encuentros u otro acontecimiento, se nota un cierto vacío, es entonces cuando nos arropamos con los presentes, amigos y compañeros. Es un abrazo invisible, como el fuerte viento que nos rodeaba y nos movía con fuerza al entrar en la biblioteca.

El temporal sonaba en la calle y las cortinas parecían ser la tierna protección de aquel salón, donde el temor parecía retornar desde la mente infantil, El vendaval barría el exterior en rachas fuertes, como los flases del periodista que alternativamente, retrataba a cada lector, al grupo, a la historia contada y que de vez en cuando, dejaba caer su móvil al suelo y se desmembraba en trocitos, como aquellas partículas de polvo que deambulaban inquietas por la calle.

Se movían las farolas como las piernas bamboleantes y ralentizadas del reportero que iba y venía, sin embargo, esas farolas, gritaban espesos y chirriantes llantos que atravesaban la mente como hiedras cenagosas y apresadoras; los mínimos golpeteos de los pasos de nuestro protagonista, aparecían como las cañas tiernas y primaverales desgajadas de los árboles que azotaban las cristaleras. Las piedrecitas de barro seco elevadas por la fuerza del aire, se parecían a las risas que nuestro único varón en el taller, causaba su lectura atemporalada, inesperada, en definitiva, en su lectura...

Los demás, hicimos lo que pudimos salvaguardando nuestras vestimentas del aire poético, del aire que podrían las hojas de los libros y las sirenas, también de la situación de altura literaria que aunó la UNESCO, en el fallecimiento de tres grandes autores, creando esta conmemoración del día 23 de abril, como día del libro.

En Cataluña se le suma una rosa y en nuestro caso, nos arreglamos con unas purísimas margaritas traídas por otra “Flor”, marcapáginas de hiervas y tallos de donde salían libros en vez de flores, como en el cartel anunciador, éste, tenía en su envés la eterna brisa de Nieves, plasmando un cuento de 200 palabras que mereció un premio, y un delicado marcapáginas-cuento en preciosos tonos dorados. Quedaron en las manos de los contertulios cual temporal de cariño que se colaba hasta el último resquicio por aquella sala de la biblioteca y, encallejonado de unos a otros, penetrante, introduciéndose en los ojos de la autora como el polvillo que transporta el aire, pero en este caso no molestaba y sin embargo, hacía que las lágrimas pugnaran por salir para limpiar esa emoción. (Lo sé fijo).

Además, nos preparó una Flor, un atado con dos libros que serían nuestro lastre cultural y físico para salir al temporal callejero, al mar rebosante que con su altanería y poder, parecía querer subir a nuestra reunión, a pesar de estar a treinta y cinco metros sobre el nivel del mar. Sí, la mar quería disfrutar de nuestra compañía, pero, amigos, faltaban algunos de los compañeros y la fuerza de las olas disminuyó su interés, cubrió la barra con su furia espumosa y dijo que quizá, volviera a visitarnos cuando estuviéramos todos.

Flores, hojas, libros, amigos y espectadores, levitaban en la alegría que nos envuelve en toda ocasión, buena energía de buenas gentes que nos da... la vida.

Felices los que nos juntamos, nadie faltó en esencia, juntos, como siempre..., en la auténtica foto, esa donde se asoman todos los que queremos, toda su cariñosa ausencia, toda la realidad que ponía en esa instantánea, el todo, lo más.
Día del libro y la margarita que deshojada pétalo a pétalo, siempre respondía: Nos quieren, os queremos...


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
23-IV-2012

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