jueves, 1 de marzo de 2012

LOS GOZOS BACANALES.

Me aferré a la última cerilla. Vestido de esperanza, llamé al timbre. Mi sonrisa se esfumó pronto ante aquel cuchitril. Las persianas estaban echadas ya que las cortinas formaban cojines para las rodillas. Sobre la mesa camilla, la xerografía manual; a su alrededor: pinturas, tijeras, gomas, una resma de folios…En el sofá, asomaban tomos y más tomos informativos; en uno de los sillones, revistas especializadas. Del segundo sillón, alzó un tema ya terminado: la primera hoja era una interesante exposición sobre la idéntica fauna en lugares muy distantes por la acción de la POLINIZACIÓN. El segundo folio lo ocupaba un examen muy conciso, y, en su envés, aparecía la respuesta correcta. Mi amiga quería ser copionera del método SELF LEARNING. Sin embargo, le quedaban, aún, diecinueve lecciones para confeccionar el programa. Le tomé la mano con ternura, y le ofrecí una Centramina, (metida en un trabajo de titanes, y no conocía ningún ayuda de la ciencia para las neuronas..) “Un cuarto de la pastilla, te será más que suficiente” le afirmé con la seriedad del doctor. Sabía que no se propasaría; antes sacrificaría la excursión a Biarritz.

Rompía el alba. El bus calentaba el motor. El pasaje lo formábamos una veintena de amigos o conocidos. Poco a poco, el grupo se expandió; íbamos bien abrigados aquel Domingo de Carnaval. Muchas miradas escrutábamos el atajo. Y, por fin, apareció ella ataviada con su abrigo, arrastrando una gran maleta que bien podía ser portadora de folios y diccionarios, y adornada de una sonrisa luminosa. Ellas se abalanzaron para besarla y aliviarla de la valija. A la puerta del autobús, me abrazó; “gracias” me susurró; “ahora sólo necesito una fuerte grapadora” –nos hizo saber.

Desayunamos en el restaurante “Ongietorri”, cerca de La Bella Easo. Tomamos chocolatito con porras glaseadas. Churros envueltos en elixir moreno y aromático que degustábamos con sumo placer; podría ser el manjar de los dioses. Ya en Biarritz, nos acomodamos en la terraza del balneario – antaño, lugar de veraneo de la aristocracia española. Acaso, nos sentimos tan afortunados como ellos, pues saboreamos unas ostras acompañadas de un “fino” –finísimo- que nos hicieron sentirnos extrahumanos. Mi amiga copista seguía con su contagiosa sonrisa -que tanto me atraía- los ojos chispeantes, aun sin probar una gota del “fino” –finísimo-, y sus manos de San Vito; lo que me preocupó. Caminamos unos pocos metros; la temperatura era alta en general, y nos pareció que el “Gure Etxea” nos hacía un guiño para pecar de gula. Langostinos a la plancha y solomillo a la parrilla bañados con Dom Pérignon nos sumergieron en una extraordinaria bacanal. Estirando las piernas, y frotando el estómago dimos un paseo de tortugas por la parte antigua de la ciudad.

A las cinco, ya nos encontrábamos en el autobús. Las “bacantes” ocuparon los asientos del ocho al quince. Los hombres ocupamos la retaguardia. Extendieron un cortinón delantero para evitar accidentes, y otro, tras el asiento quince. !Cómo disfrutaban de sus cuitas, y nosotros a dos velas!

Nuestro telón fue ascendiendo.

-TARARARARARÁ… Pelos recogidos, caras cubiertas por caretas moradas, corsets color vino, asfixiaban los pechos que luchaban por liberarse.

-TARARARARARÁ…Caretas negras, lentejuelas doradas - sobre bodies color azabache- movían unos preciosos pechos, de izquierda a derecha.

TARARARARARÁ… Careta roja, pañuelo de seda oscilante hacía magia sobre los pechos firmes de pezones rígidos.

Nuestro telón bajaba al igual que nuestras babas caían sobre los salientes de nuestros pantalones.

Pronto, las féminas con las caretas en sus caras y cubiertas de suéteres multicolores ocuparon el asiento junto a las ventanillas, invitándonos a los hombres a elegir nuestros sitios. Yo me senté al lado de mi veterana amiga; la había descubierto por unas hebras rubias que le caían del moño. Un compañero recibió el dibujo rojo de una mano muy bien perfilada.

Nada más llegar al destino, el chófer nos despidió con el ceño fruncido.
-”La espuela en el Penalty” invitó alguien.

-“Ahora os veo. Voy por la grapadora” –expliqué yo.

La alfombra blanca iba adquiriendo su tonalidad roja según mi amiga iba grapando los temas. Solícito me hice con la grapadora e iba uniendo las hojas tras su rápido examen. Y así empezamos con los temas del dormitorio. Las flores del edredón aparecieron tras recoger cinco temas. Tras liberar cinco grapas más, las cerezas aparecieron apetitosas. Con cuidado, deposité el fajo de temas sobre el tocador.

Al plegar el “ederdown” tentador, un aroma de jazmín impregnó nuestros cuerpos. Nos desnudamos entre caricias, besos, abrazos. .. Extendimos el aroma húmedo sobre cada poro de nuestro cuerpo. Estábamos más que lubricados y deseábamos la penetración.

-Esto no va a ser más que una cana al aire, ¿verdad? –afirmé- pero sus labios se volvieron frígidos.

Nos gustaba disfrutar de nuestros cuerpos, mimarnos el uno al otro. Yo le aseguraba que no había unión más óptima que la que se hace entre amigos. Ella arqueó las cejas, pero, de nuevo, quisimos la penetración. Algo volvió a su mente que le hizo cerrarse como una ostra…

Al pasar por la salita, vi la grapadora que lucía como una joya sobre el pañuelo de seda rojo.

San Vicente de la Barquera, 8 de febrero de 2012
Isabel Bascaran ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Guau, qué cambio de género!!!
Abrazo. Lns