El carnaval resultó un fiasco, más fantasía añadida a la mía. Nada se hizo realidad.
Todo quedó en el cansancio descomunal de una diversión diferente; tu amor quedó donde estaba antes de la fiesta, igual de lejano.
Mi desamor recorría las calles, disfrazado, como siempre, de alegría; en ese momento lo pudieron ver todos, pero lo considerarían un disfraz carnavalesco.
Mis lágrimas borraban el maquillaje, hube de limpiarme y el resultado fue un borrón, el mismo que tenía en el alma.
Un juego infernal donde mi corazón quedo disfrazado de amor a la vista de todos.
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
Febrero de 2012
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