AHORROS.

Se dice que el amor es una hucha
donde ahorras sentimientos bien nacidos,
la inocencia de muchachos que creyeron
que, queriendo solo ellos
comprarían los amores...

Se aguarda con paciencia ese momento
y piensas que quizá se hayan ahorrado
la pasión en la memoria de los tiempos
del estíos o del invierno delirante.

Decides que es la hora de romperla y
ansiaste encontrar un gran tesoro...

Has contado las monedas más pequeñas,
abundaban y las sumas en montones;
-y serían los detalles de la vida-.

Las grandes ahí están pero, son menos,
-y serían esas fechas especiales-,
billetes que doblados, desconoces sus valores,
-o serían poesía enamorada-.
Localizas en algunos papelitos,
las promesas de los premios que tus padres canjearían,
cuando abrieras esa hucha...
-Y se piensa en las que tú hiciste o
en otras, las que hicieron tus amores-.

Te sorprende ver botones con un ancla,
fue un deseo de aquel niño en surcar inmensos mares,
unos pétalos de rosas encarnadas
que mezclaron los aromas de dineros y colores.
Incluso, apareció aquella cerilla
aquella que incendió dos corazones,
allí, justo, a la entrada de la cueva;
y el cielo os cedió entonces,
a la luna enamorada.

Recoges los trocitos inservibles
de la loza que cubría esos ahorros,
de recuerdos que estuvieron bien guardados
y que ahora, recogiste destrozados.
Separaste las monedas y billetes,
y pule esa caja de memorias,
Los botones y las letras
y los vales no cobrados,
-o de amores que anteayer arrinconaste-.

Las pétalos de rosa van al libro
ahora más viejo y muy usado,
lo cierras igual que antes hiciste
y, renuncias a buscar en la alcancía.

El pasado es pasado, ni lo muevas,
el recuerdo es lo mejor
y si pegas los trocitos de la hucha,
quedaría deslucida y deformada.
Imponte buen amigo una tarea,
clausura esa cuenta del ahorro
y derrocha lo que tienes en el alma,
¡obtén la realidad, pues es real hacienda!

Ahora que sabes lo que quieres
y estás en esa vida organizado,
imprime un esfuerzo en fantasía
y lleva, como antes, a los vientos
amores en los viajes y las sirenas.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
14-III-2012