jueves, 26 de enero de 2012

DE LA MANO CON LA VIDA.


Durante los estudios de Bachillerato, cada nuevo año, me prometía rendir al cien por cien en el trabajo. Sería fiel a la máxima de: “no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy”. Mi cuerpo iba moldeándose por sí solo, por lo que me dediqué a cincelar mi voluntad.

Y llegaron los años de la perfecta independencia. Inicié la profesión que había elegido desde la Educación Primaria y mi dedicación a ella me llenaba de orgullo y satisfacción. Pero, mantenía los pies en la tierra, y me así a la vida y a lo que ella me ofrecía con toda solicitud, y durante un largo período, ella, nunca, me dejó a la deriva.

Y llegó la juventud madura. El trabajo me agradaba; sin embargo, echaba en falta algo…

Me volqué en los hijos. Como una ameba me dividí en partes: una ameba profesional que rendía al cien por cien con los pupilos/as; una ameba familiar a la que dedicaba infinitas horas -quizá, descuidé el apartado sexual: alegué extenuación, cefalalgias; o me escudé en algo inquebrantable- ; no sé de dónde recibía tanta energía.

Pasaron varias decenas de años. Me dediqué a la enseñanza con la energía y optimismo de siempre, dejé jirones de mi ser a favor de la familia; mas me olvidé de disfrutar con mi amiga, la vida. Ella me invitaba al cine, se ofrecía a ser mi pareja en los bailes de salón; me señalaba nuevos títulos para entretenerme. No consiguió nada. ¡Yo cerré los ojos y me hundí en el no vivir!

Desde los ventanales de la terraza, la vida me saludaba sin desanimarse, y, por fin, repartí mi sueldo entre un psiquíatra privado y una terapeuta “conductista.”

Y deseé volver al trabajo, con mi botica en el bolso. Esta vez, fui yo la que cortó el cordón umbilical. ¡Qué alivio!

He vuelto a plantearme un nuevo propósito, este 2012 : que cada día que la vida me ofrezca, voy a mimar la parcela que he tenido casi en barbecho: la abonaré con filtraciones -no de Botox- sino de plasma sanguíneo para, de nuevo, vestirme de rojo; la colmaré de caricias; le ofreceré suaves pétalos; la saludaré con sonrisas de vida…

Vitoria-Gasteiz, a 8 de enero de 2012
Isabel Bascaran ©

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