domingo, 11 de diciembre de 2011

INFUSIÓN.


Nos presentó a Angelina Lamelas, nuestro mecenas, Salcines. Dijo que era el día apropiado, templado, melancólico y silencioso, para dejarnos con la autora, también periodista y maestra, y con la lectura de sus escritos. Comentó que esta cita se gestó hace meses, pues reside en Madrid, casi fue un complot sirviéndose de la querencia de Angelina por su tierra natal.

Vivió en la Calle Castelar, en una gran casa que albergaba a una familia numerosa, incluida la consulta de su padre. Desde esta vivienda podía apreciar el entorno marítimo y la sociedad cantabra de aquella época.

Entre su amplia bibliografía, se encuentran numerosos premios. Publicó sus primeros artículos en El periódico Ya y La Agencia Logos. En 1971 ganó la "Hucha de oro" de cuentos y editó su primer libro. Compaginó la literatura con la enseñanza. En narrativa ha conseguido el "Clarín", de narración breve de la UNED, el Alfonso Martínez-Mena...

Ha publicado recientemente "A dos manos", junto a su hijo. participó en una antología de cuentos, Una hoja en el parabrisas; unas veinte publicaciones en narrativa, narrativa infantil, donde la perrita Dika protagoniza muchos de ellos, y poesía, que podemos apreciar en el cuaderno que se proporciona al público asistente, en cada encuentro literario, que cumple su segundo aniversario este mismo mes.

Disfrutamos de la lectura de la narrativa más reciente, Cuentos de una vida casi entera. En él habla de su vida hasta su partida a Madrid; de los sueños a la realidad, de la juventud, del interior detallado de su casa, a tanto que parecía oírse el tumulto mañanero de nueve hermanos e incluso, ver las ventanas donde reposaban los once pares de zapatos o la ciudad con sus tranvías, los raqueros, pescadores y pescateras, el frío o los lazos amistosos.

Escribió a pesar de que nadie le recomendaba ese oficio pero, persistió en su vocación. Su madre era la única que la animaba a escribir. Dice que aún queda ese eco. Estudió magisterio y después, periodismo en Madrid, 1957, donde eran 7 mujeres entre 50 alumnos varones. Estuvo en Francia e Inglaterra. Hoy por hoy sigue viajando con 30 países en su haber. Habla de que en sus viajes se convierte en una desconocida y que regresa más humanizada. Lugares que se mueven en sus letras como el dedicado a Praga.

Pasea su vida por el salón de la Biblioteca tal cual la describe en sus escritos. Salcines ensalzó su oralidad, el soporte de la memoria en una sociedad avanzada, a pesar de diluirse en la estresante de vida que igualmente, influye en la escritura. Comenta que su bisabuelo era poeta y que de pequeña leía, Páginas sin nombre, quizá fue una influencia para su vocación y forma de escribir.

Lee su poesía, "Ritual", nos lleva de la escollera a la arena o al suave morir del agua en ella; su voz se apaga de tanto usarla y nos involucra en amores añorados. Dedica un retrato a Machado en Ejercicio a dos manos; nos convence de que la lluvia es positiva pues representa la normalidad de Cantabria, su verdor y las cosechas, los grises que reencuentran al abrigo de la casa y la familia reunida alrededor de una mesa, charlando, riendo, leyendo...

Pretende leer "Carta a su marido", sigue siéndole difícil y el mismo un nudo cierra su garganta y acelera sus palpitaciones, a pesar de tantos años, a pesar de tanto duelo, “...un amor incompleto en una partida siempre injusta, donde a mi pesar, mar, cielo, y sol siguen luciendo...” Nos confiesa que estos escritos, al ser compartidos.

Cuenta la intimidad familiar con desenvoltura, sin procacidad ni fronteras, no se disculpa con los protagonistas y les dice: ¡soy escritora y eso para vosotros es una faena!, sonríe.

Leyó un soneto que, según dice, quiso demostrarse a si misma que podía escribirlo y poemas dedicados a su madre, Madre inmóvil. Habla de que el dolor la inclinó de nuevo a la poesía; era un desahogo. Al serenar esa situación, retomó el cuento. Tiene dos novelas en el cajón, "Aliento en corto" y un libro para niños.

Angelina fue la infusión que se introduce garganta abajo, que calienta y serena, que reconforta, una sensación que queríamos permaneciera entre nosotros; la retuvimos contra aquella mesa como si fuéramos lapas.

Angelina Lamelas, sencilla, humana, alejada de lo puramente profesional. Un personaje para amueblar los rincones del alma.

Nos pescó en “las volantas y la resaca” del artículo que dedicó a San Vicente en el periódico Ya. ¡Un orgullo estar a la altura de Praga!

¡Gracias!

Ángeles Sánchez gandarillas ©
23-XI-2011

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