viernes, 2 de diciembre de 2011

ANTONIO LOPEZ



Hace varios días fui a Bilbao, al Museo de Bellas Artes, con una sobrina a la que también le gusta mucho la pintura, a ver la exposición del inigualable Antonio López, que cultiva como casi todo el mundo sabe, el dibujo, la pintura y la escultura.

Tenía ya en casa un catálogo amplio que me habían regalado de cuando expuso en el Museo Thyssen de Madrid, pero la experiencia de verlo al natural lo trastocó todo completamente.

Este pintor piensa que un cuadro nunca se termina, “siempre queda abierto, si se deja es porque vemos dificultades insuperables o fecha de entrega de la obra o por ganas de comenzar otra cosa”.

En los años cincuenta pinta estilos italianos y en los sesenta un “realismo mágico”. En 1993 expone en el Museo Reina Sofía con mucho éxito.
Dicen que “su trabajo artístico siempre va en crecimiento, una proliferación no planificada, con una dosis de riesgo que es el secreto de su inagotable vitalidad.

Dos cuadros me dejaron extasiada. “La alacena, 1962-63” y “El aparador, 1965-66”. Oleos sobre tabla. ¡Pero qué tenían esos cuadros, Dios mío!, eran granulosos, tenían relieve, estaban allí, con sus pañitos con primorosas puntillas, podías coger los platos y tazas, las jarras, las bandejas, ver la pátina de la madera, su luz y sus brillos. Tengo ante mí el libro abierto en esos cuadros y sí, son muy bonitos, pero estando ante ellos vibré hasta la última fibra de mí ser.

Otro cuadro que parecía salirse era uno pequeño. “Membrillero, 1964” óleo sobre tabla. Sus hojas eran gordas, carnosas y los membrillos en su punto de maduración. “Cabeza griega y vestido azul, 1958” es otro de los más conocidos, con “La lámpara, 1999”, para mí “realismo mágico” fueron otros de los preferidos. Había muchos, muchísimos. “Gran Vía” otro que le identifica, el que hizo en 1975-1981. El reloj que se ve marca las 6,30 h. y acude durante ese verano y siete años más a la misma hora 20 minutos diarios. El de “Mujer en la bañera, 1968” es que estás allí con ella. ¡No hay palabras! En lo tocante a loa dibujos había dos enormes: “Cuatro mujeres,1957” y “Mujer en la playa, 1959”, este sobremanera me encantó, es a lápiz y carboncillo sobre papel; una jovencita tumbada boca abajo en la arena, desnuda pero simicubierta por arriba. ¡Maravilloso!

Todo esto os lo cuento para que os pique el gusanillo y queráis verlo con vuestros propios ojos, ya que estará abierto hasta el 22 Enero 2012.
También había bastantes esculturas, para mi dos deliciosas, grandes de cara de bebé. Una a la entrada del Museo y otra en la Gran Via.

¡A ver!, ¿Como se puede dibujar a lápiz un baño blanco?, pues es blanco y estás dentro del baño cuando lo miras. De ésos, varios. Después venían los enormes de Madrid, (trabajos ímprobos). Vistas casi a pájaro, y la serie inacabada de varios cuadros de la Gran Vía madrileña.

Acabamos la tarde paseando por la Gran Vía, con sus magníficos edificios y los hermosos comercios de las mejores firmas, ya preparados para Navidad.

Mª Eulalia Delgado González ©
Noviembre 2011.

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