lunes, 28 de noviembre de 2011

PSICÓLOGO


Se acababa de despertar y ya llevaba quince días igual. Dormía a saltos, su cabeza "runfaba" como una sierra y le dolía el cuerpo por la falta de descanso.

Lo peor no eran las pesadillas sino, que pensaba por los demás, creía vivir parte de sus vivencias, su sufrimiento, las alegrías, el amor, etc. Incluso, hasta creía saber en quienes se habían reencarnado.Podía perfectamente discernir por donde pasaron, sabía porque angostas calles caminaban y lo podía hacer por duplicado, por triplicado, por las veces que hiciera falta, por todos y cada uno de ellos. Hervía en ocasiones por las venganzas, los amores apasionados que vivían, por los celos que les avinagraban la vida, incluso, fue capaz de nacer del vientre de una madre, de padecer la asfixia y el olor a sangre al llegar a este mundo y notar el frío intensísimo de un azulejado paritorio. Llegué a sentir el azote de la comadrona y el odio que sentí hacia ella, vi como la madre estaba agotada, sudorosa y afónica de lo pujos del parto.

Alguna vez, supe que llegaba mi hora debido a las torturas de aquel verdugo del siglo XII, entre los azotes, ya agónicos y las ofensas orales llegadas a mis oídos como si fueran un congelador viento que dejase mi corazón aterido y sin sangre. Noté agradecido, el ser arrastrado de los doloridos brazos hasta ser depositado encima del hueco del listón de madera y que cerraron sobre mi cuello para inmovilizar la cabeza. Vi con estupor el cesto lleno de sangre reseca y la necesidad de que todo acabase pronto. Sentí caer la cabeza y los chorros de sangre manando a impulsos de un corazón que relajadamente bajaba los latidos hasta desaparecer y como el alma, se intentaba escapar a ese ritmo entrecortado y variable...

Aquel episodio me dejó insomne durante 15 días. Decidí pedir consejo a un profesional, él me había guiado en muchas ocasiones. Me dejó hablar largo y tendido y me recomendó largos paseos al aire libre. Pero, seguí en la misma situación. Volví a su presencia, le confesé que seguí sus consejos pero, sentándome a leer de vez en cuando.

Recomendó otras pautas y leer libros sobre la naturaleza vegetal. Decía que mi imaginación se desbordaba por completo, que era menester vivir la propia vida, disfrutar del paisaje, de las personas de mi entorno y de la familia, y si quería, podrían conversar en la librería, siempre y cuando pudiera atenderme.

Sí, mi librero consiguió, además de recomendarme los libros más interesantes, ser mi guía en la vida real..., la más interesante.

Día de las librerías.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
25-XI-2011

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