jueves, 3 de noviembre de 2011

HALLOWEENUCU


(Coloquialmente, para Chelo y María)

Síiiiiiiiiiiii……. Tenéis vuestra razón. Y yo la mía. Pero si cuando yo era crío también vaciábamos calabazas y les hacíamos ojos, bocas y dientes para poner dentro una vela y asustar a nadie. Que ni dios se asustaba de nuestros juegos. Y recuerdo que de noche, hasta una sábana por encima nos echábamos para impresionar más, pero ni por esas. O sea que en mis tiempos, de una forma muy modesta, también teníamos nuestro “Hallowwnucu”, (aunque les llamábamos “calaveras”,) que supongo era un contrapunto a esas tristezas que tu dices, María, de los días de los Santos y Difuntos.

También se, ( porque lo miré en Internet,) que es costumbre celta, que quedó arraigada en Irlanda, y llevada más tarde a Estados Unidos por los irlandeses durante la emigración a causa de la hambruna que hubo en aquél país en 1840. Estas cosas las sabía ya en el momento de escribir mi anterior relato. Pero yo no pretendía contar la historia de tal evento, que para eso estuvo aquí Carmela Greciet, para enseñarnos a ser breves en nuestros escritos, y yo omití todo lo que dejo escrito aquí , para empezar en el momento que desde Estados Unidos nos fue llegando tal costumbre a nosotros. Porque llegar, nos llegó, (o nos rellegó,) después de haber dado todo ese rodeo. (Vamos, más o menos por ese camino nos llegó la nueva fiebre, siempre según mis cortas entendederas).

Además, María, yo hablaba de la juventud, y gente mayor, ya ves que en último lugar digo que hasta a los colegios ha llegado el contagio. Y hablaba y sigo hablando, teniendo en cuenta de antemano, que cada cual es muy libre de hacer lo que le de la real gana, pues hasta ahí podíamos llegar.

¿Te llevaron a ti al cementerio a la fuerza? Yo también fui de crío, pero no recuerdo que fuera forzado. Iría como fue Vicente, es decir, porque iba la gente. De mayor he ido siempre porque en el cementerio de mi pueblo están enterradas mis raíces. Al menos mis abuelas. (Los abuelos, que no se porqué se me hace a mi que debieron ser unos puteros, me da la impresión que de bastante jóvenes, dejaron sus huesos allá por Andalucía donde fueron a buscar el sustento familiar.) Están sobre todo mis padres y mis hermanas, y estoy contento de que exista esa fecha señalada, porque de lo contrario a lo peor, ni siquiera una vez al año iría a visitar sus tumbas.

¿Qué de qué me saca el visitarlas? Seguramente de nada. Pero como de bien nacidos es ser agradecidos, quiero mientras pueda, seguir haciéndolo. Dejarlo simplemente por que sí, me sentiría insatisfecho. Y creo que cuando pase mucho, pero mucho, mucho tiempo, a lo mejor también lo haces tú.

Seguramente María, tus recuerdos de un cementerio se mezclan con los de algún cementerio de una película de Berlanga, o de aquellas italianas de antaño, porque yo, que voy todos los años, jamás vi a nadie llorar a moco tendido como tu dices. Ni a moco tendido, ni a moco sin tender. Es decir, que nunca vi llorar a nadie estos días de difuntos. Otra cosa es en un entierro, que está muy reciente el “fiambre”, y entonces sí, al que le duele, llora. Pero a los entierros no sueles acudir los críos.

Que no me habéis entendido… ¡No. No, no!. Seguramente fui yo quien no supe dejar clara mi idea. Pero os la explico ahora en cuatro palabras: No estoy en contra de Halloween; estoy en contra de que sea sustituto del día de Todos los Santos; y tu, María, si quieres que lo uno sustituya a lo otro, porque me lo dices bien claro. ¿Por qué no dejas de ser tan dictadora y pides al menos que continúen ambas cosas? Porque si la vieja costumbre se pierde, de tú y yo, solo eres tu la contenta. Si continúan las dos, estaremos contentos tu, y yo. No es esto, como se dice ahora, más democrático…? Un beso, María. Y por supuesto, otro para Chelo.

Jesús González González ©
Noviembre 2011

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