jueves, 24 de noviembre de 2011

DE LA AFICIÓN



Afición es la inclinación o amor a algo. Por lo común solemos decir que es hacer aquello que nos gusta. Y cada cual tiene la suya. O las suyas, que generalmente suelen ser varias las cosas que a cada uno le hacen la vida agradable.

Sería curioso conocer el porqué son distintas las aficiones de unas a otras personas. ¿Será el ambiente que rodea a cada cual en sus primeros años de vida? Es posible que a quien nace al lado del mar le entre más afición por la pesca que por la caza, lo contrario que a quien nace en un ambiente rural, que seguramente preferiría la caza antes que el deporte de la caña. Pero ocurre que no siempre es así, ni mucho menos. Pues incluso entre hermanos nacidos en un mismo ambiente y criados bajo una misma educación, las aficiones pueden ser muy diferentes.

Las aficiones se suelen manifestar temprano, y lo digo por mi propio sentir, pues las cosas que hoy, en el ocaso de mi vida me gustan, he descubierto no hace tanto, que son las mismas que me acompañaron en mi salto de niño a la pubertad.

Aprendí demasiado tarde que se debe mimar y ser fieles a las aficiones. Con las aficiones no se debe ser promiscuo, jugando a probar si nos gustan otras tendencias, otros amores, porque mira…

Creo que escribir me empezó a gustar siendo niño. Cuando el maestro nos contaba una historia, y luego pedía que cada cual la escribiera a su manera, me sentía como pez en el agua. Y tras esto, pero menos, mi otra afición fue el dibujo. Después ocurre eso, lo que dije antes, que miras para otro lado y descubres que hay en el mundo muchas más cosas con las que puedes entretener el tiempo, y le eres infiel a tus amores primeros.

Pero esa tendencia primera siguió latente dentro de mi, y en la época en que la barba empezaba a apuntar en mi cara, compré óleos y pinceles para matar el tiempo, y cuando poco después me fui voluntario a hacer el servicio militar por aviación a los yermos campos del norte de Marruecos, se me ocurrió de nuevo escribir alguna, llamémosle crónica, sobre la juventud marroquí o la Legión Española…O los campos de algodón y las mujeres bereberes trabajando sobre ellos con la misma tenacidad de sus animales de compañía.

Después vuelta al silencio de las aficiones internas, y cuando retomé los pinceles no tardé en descubrir que era demasiado tarde para hacer algo que mereciera la pena. Me faltaba inspiración para crear algo que se pudiera llamar arte, y me faltaban también muchas horas de pinceladas para haber descubierto las técnicas necesarias de un buen artesano y poder sentirme contento con lo que hacía, y… abandoné de nuevo.

Aquí en San Vicente caí una tarde por la Biblioteca, cuando hablaban Flor y María sobre un Taller de Escritura que se pretendía crear bajo la dirección de un poeta local que yo no conocía, y mi otra afición, (la escritura,) tanto tiempo dormida, despertó de repente. Fue como si la charla de las dos mujeres le hubiera sonado a música celestial, y me obligó a decirlas: Pues apuntarme ahora mismo, que quiero ser del Taller.

Ni un minuto de aburrimiento a partir de aquél día, porque la camaradería del Taller de Escritura, (el buen rollo, que diría la juventud de hoy), está sirviendo para aumentar mí interés por nuestro cometido.

Como con la pintura, se que ya no me queda tiempo para aprender lo suficiente y hacer algo que merezca la pena. ¡Si al menos hubiera continuado siéndole fiel a mi afición por las letras en tantos años perdidos…! La práctica continua algo me hubiera enseñado.

Pero mira, pienso que si en este último embate de mi afición no dejo escrito nada que les merezca la pena leer a otros que vengan detrás, aprendí al menos lo suficiente para decir a toda esta gente del Taller mucho más jóvenes que yo, que si realmente les gusta escribir, no pierdan el tiempo. Que lean y escriban. Que escriban aunque sea en la cocina sobre las tapa de los pucheros, pero que escriban, porque cada letra que enlacen con otra será un paso más para alcanzar el sueño….

Jesús González González ©
Noviembre 2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Jesús:
No sientas lo que hiciste o dejaste de hacer, sería porque tenía que ser así. Ahora estamos en ese lugar y entre amigos, ahora toca aprender, todo el tiempo, nadie sabe cuanto. Eso es lo que menos importa. Importa estar, importa haberte conocido, importa que alegres la vida con una sola palabra o con un escrito, con ese caracter que parece arrollar con el interés, siempre atento a cualquiera del grupo, animándonos, participando...¡Qué suerte tenerte, qué suerte de grupo, qué hábil es la vida al ponenrnos juntos en ese lugar! Lns.