viernes, 28 de octubre de 2011

QUEMAR


Me lo dijiste esta mañana, Lines, cuando nos encontramos en la puerta de la biblioteca. Después que nos confirmara María que la reunión del Club era el día ocho, nos separamos porque tu ibas a no se qué cosa a la Torre del Preboste, y yo al ayuntamiento a sacar un permiso para poder quemar despojos en mi huerto.

-Escribe de eso, de quemar. –Me dijiste.

¿Me incitabas a ser pirómano? Quemar,¿qué? ¿Enseres, o seres? O simplemente dejabas en el aire la idea para que yo mismo eligiera la materia a ser convertida en ceniza…?

No, seres no. A no ser que estuviera seguro de que igual que el Ave Fénix, iban luego a resurgir de sus propias cenizas sin aquellos defectos por los cuales se les quemó. Creo que ni aunque resucitaran, que el olor a carne quemada es muy desagradable. ¡No, no!. Quemar no quemaría a nadie, que eso debe doler mucho, y además ¿por qué?

Lo que más me gustaría quemar son injusticias. Eso sí, arrasaría con todo aquello que tuviera visos de injusticia. Especialmente las injusticias amparadas en las leyes, pues nada hay más miserable que una ley injusta.

¿Preguntas que si hay leyes injustas? Por favor, Lines, no me hagas reír, que tengo el labio partido: El cincuenta por ciento de los parados, te contaría con gusto al amparo de qué ley les pusieron en la calle… Y qué ley permitió soltar al violador reincidente…? ¿Y que el asesino no esté en la cárcel por falta de pruebas suficientes? ¿Y que el banco de turno se quede con el piso de quien no pudo seguir pagando porque se quedó sin trabajo, y además de perder su casa continúe hipotecado? Y… y…. y…. Bueno, quemaría también los rastrojos de mi huerto, pero eso, cuando me den el permiso.

(Esto que escribí es corto. Algo aprendí con Carmela en la charla de anoche.)

Jesús González González ©
Octubre 2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo, quemaría hasta el dolor y la tristeza... pero, querido autómata, es tan dificil de quemar como todo lo que referías antes. Lns