sábado, 22 de octubre de 2011

MAT


Era el día y por fin comenzaríamos el trabajo.

Llegamos todos los componentes y nos indicaron que dejásemos nuestro curriculum sobre una única repisa, puesto que el local se encontraba desnudo.

Parecía un recibidor inmenso, sus ventanales abuhardillados eran desproporcionados y el tejado comía parte del suelo aunque, daban la sensación de acogimiento, casi de abrazo. En ese momento, hacía calor y alguien abrió una ventana a pesar de la prohibición de hacerlo. Fuimos conscientes en el acto de que no había sido buena idea.

Su voz denotaba una fuerte y segura personalidad, designó la posición de cada uno para el futuro, cogió los documentos y nos nombró poco a poco con un escueto saludo e, indicó cual sería nuestro cometido.

-Estaréis pendientes de mis recomendaciones y trabajaréis cada uno dentro de sus posibilidades, comprobaréis que el resultado será igualmente de óptimo. Esto no es un trabajo “tipo”, es diferente y conseguiremos, tanto en equipo como individualmente, ir mejorando la destreza; es necesario en todo momento que reclaméis mi ayuda, no quiero titanes ni sobreesfuerzos, ¿entendido?

Quedamos asombrados, sobre todo porque la mayoría eran conocidos y sabíamos de nuestras diferentes profesiones.

Nos colocó y después de unos minutos, con los historiales en la mano, nos presentaron a todos.

-Ángeles te presento a Mat, será tu compañero durante todo el tiempo.

Le observé. Su talla me superaba con bastante, tenía un pequeño tatuaje blanco en la sien, destacaba sobre el negro de su piel, sus hombros eran anchos y él, estaba estilizado. Un leve roce fue nuestro saludo, note en el acto su suavidad y la ausencia de olores.

Al llegar a casa advertí que mi cuerpo se destensaba y que la falta de costumbre, me había producido dolores. Supuse que de la tensión. Nos indicó la preparadora al salir que sucedería. Estaba satisfecha con el trabajo y el dinero.

Pasó el tiempo y mi compañero Mat, me demostraba su acogimiento y tacto, siempre dispuesto a cooperar y sin una queja del esfuerzo en común.

Últimamente, tenía la sensación de que nos entendíamos todos, incluso la instructora, conseguía relajarnos y sacar el máximo de nuestra habilidad.

Pasó un tiempo y en una cita en concreto, cerré los ojos y dejé hacer; lo necesitaba tanto como respirar. Ya mi vida estaba supeditada a Mat.

Dijo que lo mejor sería recostarnos y así lo hicimos. Me recogió por entero en su elástico cuerpo y recorrió cada una de mis vértebras, presionó suavemente el cuello y me escalofrió por completo. El ruido incesante de la corriente del río y la pequeña cascada, dejaban mi mente en blanco.

Indicó en un momento dado –relájate y siente tu respiración-. Quedé sorprendida y abrí los ojos, vi su hermosa sonrisa contrastando con su color de piel.

Dí la vuelta sobre mi misma y note que mi respiración se adaptaba sin ningún daño a su cuerpo, a pesar de estar muy juntos y apretados.

Sentí la caricia por detrás de mis piernas, nueva, diferente con todo el amor que se podría recibir de uno mismo. Noté un abrazo fuerte sobre mi pecho y seguí respirando con calma, levanté los brazos y olí esta vez, algún perfume, al darme la vuelta y hundirme sobre él. Noté incomodidad, lo percibió y elevó un tanto mi cuerpo para colocarlo cómodamente. Cerré los ojos y seguí dejándome hacer, yo me apoyaba sobre él en ese momento, mi pecho levemente presionado, se acomodó perfectamente. Apoyé mis manos y levante mi cuerpo lentamente...

Repetí varias veces, un movimiento de arriba y hacia abajo, con tanta lentitud que mis músculos se quejaban; quizá fueran quince veces, quizás... Olvidé la cuenta...

De pronto, perdí la conciencia; no oía nada, ni el río, ni las aves, la cascada parecía haber desaparecido del lugar, silencio..., más silencio... Era el éxtasis total, fuera de este mundo, un infinito increíble...

-Lines, ¿estás bien?

-Hum..., sí, muy bien.

- Vale. Está bien eso de relajarse cerrando los ojos, sobre todo al final de la actividad de Pilates, además el “mat” os proporciona comodidad, incluso, se consigue sin la música ambiental, como en este caso que se paró el CD, ¿no es cierto Lines?

Me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, la preparadora sabía perfectamente que sus cuidados personalizados me estaban viniendo muy bien para las contracturas musculares y demás estragos que padecía. En esa mañana consiguió de mi cuerpo, la redondez increíble de la columna vertebral, además del estiramiento total de las piernas sobre la negra y mullida colchoneta, acompañado del paso de mi mano por muslos y pantorrillas. Una forma de quererse y conocerse uno mismo.

Dejamos doblados los negros “mat” cuan largos eran sobre la barandilla; con toda la relajación del mundo y una sonrisa, nos calzamos y nos despedimos hasta la próxima cita de Pilates.

Estas citas son de las mejores que he tenido, ¡palabra!



Ángeles Sánchez Gandarillas ©
20-X-2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantastico el escrito! juegas con la imaginación de cada uno. Además va creciendo en intensidad y en equívoco hasta la resolución final, enhorabuena