lunes, 3 de octubre de 2011

INSTANTÁNEAS


I. - ¡Hala, Solete! ¡Ahora que el mar se retira, toma protagonismo!

Pero no. Se diría que no quería asfixiar al congrio que yacía allí donde las aguas saladas y las aguas dulces se decían un “hasta luego” Según el buceador captor, habrían pasado veinte minutos largos desde que le había hincado el arpón y, sin embargo, el pez seguía respirando.

Se acercaron varios turistas para fotografiar al ejemplar -de más de ocho kilos. -apreciación que hacía el orgulloso pescador-; así tendrían un recuerdo más de aquella singular playa.

El niño agarradito a la mano de su “amatxo” se aferraba también a la cercanía del congrio moribundo. El buceador le hizo un guiño al pequeño y, el niño en su inocencia entendió que el hombre (semejante a su “aitatxo”) iba a devolver, al mar, el fabuloso congrio.

II. Y el mar en su retroceso fue mostrando sus interioridades: sus cuevas horadadas en la misma roca, su vientre atravesado por dientes de una sierra –adornados por gaviotas- y, los pozos sauna que iba regalando… Y así, el niño, sin saber lo que es la Risoterapia, hace las delicias de su “amatxo”-que por unos instantes se olvida del dolor que muerde su boca. “Son saltos “bomba”, saltos “a lo rana”, de espaldas ... “Todo un recital de saltos: sobre una pierna. sobre una mano, y, ¡el más difícil todavía!: el niño trapecista hace un salto “plancha”. Los veraneantes le sacan fotos… Y el niño con el culito morado y los ojos rojos es feliz y sonríe a su “amatxo”.

III. Finos oídos han percibido el trueno y, al instante, recogen sus bártulos.

El reloj señala las seis y el mercurio llega a los cuarenta grados. El alquitrán echa chispas; cientos de lagartijas saltan, brincan desorientadas; no saben cómo protegerse. No pueden reptar. No pueden valerse de sus patitas… El niño les permite aterrizar sobre sus empeines; las aplaude: “hoy es el día de las lagartijas” “hoy es el día de las lagartijas”; las felicita encantado.

-¿Por qué no hacemos de Flautistas de Hamelin y las dirigimos a la sombra de los columpios? –sugiere la niña casi recuperada de la gastroenteritis.

Solo los azulejos del cuarto de baño lloran; la humedad es del noventa por ciento. Retumba el trueno, zigzaguea el relámpago; se va la luz…

El niño, de pie en un puff, escucha sin pestañear el: FELIZ, FELIZ EN TU DIA… (21 de agosto). Desde la cámara, el niño ya no parece tan niño: cumple ¡cuatro añazos!.

San Vicente de la Barquera, 27 de septiembre de 2011
Isabel Bascaran ©

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