lunes, 19 de septiembre de 2011

LA TARDE DE LINES


Fue la entrega de premios del Segundo Certamen de Relato Corto, que patrocina el Excelentísimo Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera, y el primero en ocupar plaza en aquél mar de butacas azules del Auditorio Municipal, fue mi menda. Solo unos instantes disfruté en soledad del interior de aquella nave donde navegan con frecuencia los actos culturales de la Villa, porque no tardó mucho en ir llegando el público.

Me había sentado justo en el centro de la tercera fila, inmediatamente después de las dos primeras que con carteles bien visibles advertían que estaban reservadas. Desde mi puesto de observación pasé revista al escenario con mesas y sillas, y las flores justas para dar un toque de elegancia, me hicieron sospechar que por allí anduvo la siempre acertada mano de Nieves.

Pronto se caldeó el ambiente. Como una avalancha de entusiasmo irrumpieron las fuerzas jóvenes del Taller de Escritura y del Club de Lectura que ocuparon sitio justo delante del que suscribe, y entonces comprendí que en aquellas primeras butacas reservadas, había también un sitio para mí, pero ya ni siquiera intenté el cambio porque se habían sentado a mi lado Mila y Julián que habían acudido para tal acto desde San Pedro de Caviedes, y no quise dejarlos solos, por que a parte de Lines y yo, no tenían allí otros conocidos.

Casi se completó el aforo, y hubieran faltado butacas si no hubiera coincidido el acto con la Novena de Barquera, pues conozco un puñado gente que se quedó con la gana de presenciar la entrega de premios. ¡Pero es que la Novena de la Virgen… no la podíamos perder! En fin, pequeños fallos de programación.

Enseguida se hicieron visibles ellas: María José Espeso ganadora del primer premio, María Beatríz Pérez ganadora del primer accésit, y la que hoy más nos importa por ser…!todo! Por ser del pueblo, por ser del Club de Lectura, por ser del Taller de Escritura, por ser cronista inigualable de cuanto suceso importante nos rodea, por ser esposa de Abel, por ser madre de tres soles de hijas como tiene, por ser amiga entrañable, y… ¡porque coño!, se hace querer de cuantos la conocen. Estoy hablando de Ángeles Sánchez Gandarilla. Por si hay algún torpe aclaro, que Ängeles Sánchez no otra más que LINES, esa mujer chata, simpática y dicharachera que bien podéis ver en cualquier rincón del pueblo bolígrafo en riestre, tomado nota de cualquier dato interesante puedan comunicarla.

Vosotras, María José y María Beatriz, sentiros felicitadas y queridas por la gente de este pueblo, pues sois reincidentes en este evento, y ya empezáis a ser como parte de nuestra familia, pero perdonad que hoy, los mayores aplausos y abrazos, sean para ella, para la de casa, para Lines.

La vi como un flan. Como un flan de los auténticos, de los caseros, de huevo con yema amarillo chillón de gallina pedresa y ponedora. Un flan de esos llenos de ojos temblorosos que se desmoronan a poco que cante un gallo. Pero a diferencia de ese flan, ella no se desmoronó. Creo que iba vestida con un traje de flores azul turquesa. ¿O era verde esmeralda? Es lo mismo. Lo cierto es que iba como una verdadera piedra preciosa. Subió a escena, se acercó al atril, sacó papel de lectura, y colocó las gafas. ¿Las colocó? ¡Menudo meneo de gafas! Que si las sube, que si las baja, que más atrás, que más adelante… Y los nervios se le desbordaban por todas partes.. Seguro que en su interior hervían a borbotones como lava en cráter de volcán activo. ¡Malditos nervios del carajo! Pero que bien lo hiciste, Lines. ¿No escuchaste la chavalería del Taller dándote gritos de ánimo como locas? A Foncho se le caía la baba escuchándote. Yo no decía nada, pero pensaba que tenías más cojones que Agustina de Aragón, porque te agarraste al cañón de tu atril, y abriste fuego de palabras hasta que se te quemó toda la mecha, y entonces te acogió una estruendosa ovación…

¿Cuántos ejemplares firmaste? ¿Despertaste ya de aquella borrachera de firmas?

No quise decirte nada hasta que no leyera tu relato, por eso no apareció esto colgado al día siguiente del evento.

Le leí y le releí, para convencerme a mi mismo que no habías plagiado a nadie. Mira que te conozco bien, pues a pesar de ello, no dejaste de asombrarme. ¡Inventaste una historia magnífica! Y la contaste con una naturalidad pasmosa. ¿Segundo accésit? Ay, ay, no lo se. Te daré mi opinión cuando lea los otros dos relatos, pues en esta ocasión empecé a leer el libro por el final. Le empecé al revés porque tu te mereces eso y muchísimo más. Un abrazo.

Jesús González González ©
Septiembre 2011

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús..., snif, snif....
Ni oí nada, ni vi nada, solamente sentía vuestra presencia y, sentía a tal nivel que se me rompió toda la tranquilidad, más que nada, por pequeñas cosas justo antes de subir. Sé que merecíais una persona tranquila porque, tenía tanto que decir, tanto y tan claro...
Pero, sentí a todo volumen, tanto que me ensordeció, enmudeció y ahogó...
La salvación fueron vuestros abrazos, el abrigo que necesitaba para estar realmente feliz, mis amigos, mi familia, mi gente; mi vida entera se sentía entre aquellas cuatro paredes, esos abrazos y besos los recordaré toda la...snif, vida. Mereció la pena escribir el relato, pude comprobar que tengo espacio en el corazón para todos y cada uno de los que me proporcionáis la savia para poder existir, y para recoger la energía de los que se ausentaron, porque estaban conmigo y era tal la fuerza que me abandoné y me dejé acunar por ella Es más, encontré en el pasillo unos ojos y unas palabras que me llevaron a un nuevo rumbo y sigo asombrada. ¡A veces el destino hace juegos malabares con las emociones! ¿Sabes Jesús?, pude comprobar que quiero a muchísima personas, y lo curiosos es que esas personas también me aprecian, me haría falta un corazón tan grande como la basílica de Fátima, según parece caben 50.000 almas.
¡Qué abrazo me diste Jesús!, era el árbol de Navidad lleno de regalos de buenos y grandes sentimientos; ¡qué bien estabas entre las tres mujeronas con trofeos incoloros e inodoros, qué bien! Eras mi trofeo mejor, el que enarbola a todo el taller, el que se encarga de pasar de uno a otro la simpatía y el cariño, hueles, sabes, y a pesar de ser un ser transparente, se te ve nítidamente. Cuanto me gustaron las fotos con mis cariños, es donde mejor salgo, ¿por qué será?
Somos un grupo especial, ya lo creo que sí, y de paso, que no cierren la biblioteca para que la bibliotecaria no se vaya de vacaciones, o mejor: que nos lleve con ella.
A brazo partido Jesús. Lines

María dijo...

Eh, eh, eh!!! ¡Qué de vez en cuando necesito vacaciones!
Siento mucho no haber estado, Lines, pero tenías mi cariño a falta de mi presencia.
Un abrazo
María (biblioteca)