miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL DESPERTAR DE UNA VILLA MARINERA.



Me despierto en mi arbusto. La mañana promete; de momento hace sol y tengo hambre. Ya me he comido todos los bichos y lombrices de la tierra que bordea la terraza que tengo junto a mí.

¡Sí, ya sale la Señora a desayunar, seguro que cae alguna miga!

Efectivamente, a su alrededor ha echado miguitas para mí, me espera y cada vez lo hace mas cerca de ella. ¡Pues yo no me arredro! Saltito a saltito, mirando y requetemirando voy acercándome. ¡Qué se ha creído, soy un petirrojo y ya se sabe que nos atrevemos a todo!

Estoy alborozado, desde aquí tengo todo lo que quiero y diviso las majestuosas montañas, con nieve o sin ella, con ventoleras del sur, días plomizos, barruntando agua a cántaros o con un sol esplendoroso y crepúsculos imponentes. También veo la Ría; como baja y sube la marea. La playa; si está el agua como una balsa o rugiendo como un león, con olas que se la comen en invierno.

Contrastando con las montañas, que ahora están nevadas, se ve la Iglesia “Nuestra Sra. De los Ángeles” creo que así se llama. Una gran mole rodeada de una muralla y mas abajo está el “Castillo del Rey”. Arriba veo gente muchas veces, lo cual quiere decir que se puede subir para ver todo el panorama de esta villa tan pintoresca, pues esa zona con la “Puebla Vieja” casi por completo rodeada de agua, parece un islote alto.

¡Veo que la Señora sale de casa!, la voy a seguir, seguro que se acerca hasta la playa para dar un buen paseo como tantas veces. La mañana está tranquila, y la villa va despertando, se ve gente por la calle.

Hemos llegado al puente de piedra, ese que es más pequeño con nueve arcos grandes, por donde me lo paso de miedo yendo de un lado para otro entre las barquitas que están por allí fondeadas. Se queda un rato mirando hacia el Puerto, se ven muchos barcos de pesca y están adornados con un sinfín de banderolas de colores. Ya sé porque es. Va a desarrollarse una Fiesta que se llama “La Folía”. Sigue caminando; ahora va detrás de una pareja en fila, cada uno arrastra su maleta, pero van discutiendo. De pronto ella se para y le dice:

–¡Sabes lo que te digo, que no te aguanto más, que eres un cerdo y estoy hasta las narices de ti, que te dejo y que me marcho!. -Le dijo eso y otras lindezas que no me atrevo a decir. Él se volvió y se quedó de piedra como el puente, sin saber qué hacer. ¡Algo grave ha tenido que pasar!. Ella se volvió, hacia el hotel que está cerca y del que seguro habían salido.

La Señora sigue paseando ahora junto al mar, viendo los pequeños yates amarrados a los pantalanes nuevos con su paseo en tarima, su cristalera contra el viento y sus hermosos bancos de madera. Ahora otro paseo lleno de bolas de piedra para impedir aparcar a los coches, y desde allí se contemplan más barquitos fondeados.

En los soportales también de piedra, ya se ve movimiento en los muchos restaurantes que hay por allí, preparando las mesas de las terrazas, para que la gente pueda degustar, lo mismo gran variedad de pescados y mariscos que un buen chuletón y unos postres deliciosos junto con el siempre maravilloso arroz con leche y el guiso marinero por excelencia en este pueblo que se llama “Sorropotún” hecho con cebolla muy doradita, patata y bonito. Lo sé porque lo he visto hacer.

Sigue paseando, ahora junto a un parque largo y lleno de palmeras. Tiene una fuente de chorros, un escudo del pueblo con flores y las banderas de todas las Comunidades de España.

Llegamos a la Estación de Autobuses y enfilamos por el famoso “Puente de la Maza”, el de los treinta y dos arcos, ese que dicen que hay que pedir un deseo pasando sin respirar. Ya se ve algún que otro pescador con sus cañas echadas desde él, a ver si cae alguna lubineja o jargo. Me acerco a uno que tiene la gusana al aire y ¡Zas! Uno al “coleto”. ¡Tengo que reponer fuerzas.

Ahora viene la zona que más me gusta, el paseo de los Tamarindos, esos arbolitos tan plumíferos y etéreos. Entre sus ramas se divisa el pueblo precioso con sus montañas que lo enmarcan. Yo me lo paso “pipa” de árbol en árbol. Se ve gente paseando, solos, en grupo o con perros. Se saludan.

-¡Qué buen día!
-¡Ya estamos otra vez de Folía!
-¡Cómo se nos pasa la vida!
-¡Pero si acabamos de comer los turrones!
-¡Qué!, ¿te has llegado ya hasta el cabo?...

Y es que aquí, lo de “dar un paseo hasta el cabo” es de ley, (hay que tocar la roca, dicen), total son 3 Km. de playa de nada.

Ya pasa por delante del Camping del Rosal y nos espera un pinar precioso donde en Septiembre hay una fiesta popular llamada “El Mozucu” y se hace el famoso “Sorropotún” del que os hable antes. Varios perolos grandes para todo el que quiera ir. La Comisión del Carmen y todo el que quiera ayudar a pelar patatas desde las 6 de la mañana.

Remontamos unas pequeñas dunas llenas de plantas “rabillo de zorro”, “manzanilla bastarda”, “nardo marino “ , “cola de liebre” y “rábano y acelga de mar”.

Voy a aprovechar para picotear algo que ya me empiezo a cansar, pero al ver la playa grande y majestuosa, a mar abierto, se me esponja mi pechito regordeto y rojo.

El mar está con un poco de marejada, precioso, de un azul profundo y con puntillitas.

-¿Pero no nos damos la vuelta?. Revoloteo por encima de su cabeza y ¡Que si quieres arroz Catalina! -¡Que se va! Que sigue…
-¡Que me estoy cansando, “corcholis”!

Se descalza y con las deportivas en la mano y el pantalón remangado prosigue su paseo por la orilla de la mar.

¡Bueno, la esperaré entre los montículos que hay a lo largo de la playa a ver que pillo!; por aquí hay “hinojo marino” y “junco negro” por las grietas, más allá hay brezo y tojos, “té de roca” y “árnica de monte”.

-¡Menos mal, ya estamos de vuelta!
-El tiempo es desconcertante, parece que quiere cambiar, veo por las montañas nubes plomizas. ¡Que mañana es La Folía, “puñetas”!

Ya es de noche. Menos mal que se escucha el sonido de la verbena en la Plaza y de momento no llueve…

-¡Ahora, sí! Está jarreando, y me paso de mi arbusto al rinconcito en el alfeizar de la ventana para no mojarme.


II


¡Hoy es el gran día, me despiertan los cohetes y pasacalles por todo el pueblo!. A las 12 Misa Mayor, veo a la Señora subir por la cuesta entre la gente y escucho el estallido de nuevos cohetes. Todavía está el día plomizo, pero una suave brisa del Nordeste parece querer cambiar el tiempo que se va clareando con un círculo azul encima del pueblo. Poco a poco el viento arrecia y el circulo se expande más y más. Se puede decir que lucirá el sol para la procesión.

La marea comienza a subir, así que es hora de ver salir la Procesión de La Virgen de la Barquera. Veo a la Señora salir de nuevo y lleva una cámara fotográfica.

-¡Me voy, me voy, me voy!. Yo también quiero verla, Con un poco de suerte quizás salga en alguna foto.

Hay mucha gente esperando en la explanada de la Iglesia. ¡Ya salen! Primero la Banda de Cornetas y Tambores, luego las Picayas, (Unas chavalucas preciosas)y los Picayos, que son los que llevan a la Virgen por turnos. Todos primorosamente vestidos con trajes marineros. Ellas llevan unas panderetas y no paran de cantar a la Virgen.

Ya enfilan la calle que va bajando, se escucha el sonido de las campanas que no paran de repicar, la música de la Banda, las canciones de las Picayas; Todo se junta con los cohetes y la Virgen sigue bajando con un lento y cadencioso movimiento, como meciéndose en la mar. Ahora todos cantan, ¡Emocionante! La procesión sigue…

De pronto la Sra. Se me escapa por unas escaleras.

-¡Pero a dónde vas…!

Se baja al centro del pueblo y se mete por los soportales.

-¡Ya la veo, ya la veo! Y ahora… -¡Se ha metido en un portal! “se fini”. Revoloteo por encima de tanta gente que está esperando.

¡Ah! Ahora la veo en un balcón con mucha gente amiga. Después de un rato se escuchan los tambores y cornetas. -¡Ya se acerca!

Debajo del balcón extienden una larga alfombra en la carretera, debajo de muchas banderolas y también veo al Señor de la maleta, mirando y remirando entre la gente.

-¡Claro!, es que aquí posan a la Virgen que viene con su manto azul celeste con bordado de oro y la cantan las Picayas con sus panderetas y se arrodillan delante de Ella en la alfombra.

A los que están en los balcones les veo a todos muy emocionados, la tienen tan cerca que casi la pueden tocar y se ven lágrimas y se notan rezos…

¡Ya la levantan! Ahora la llevan a embarcar. Está justo al lado, a la entrada del puente pequeño.

Desde aquí veo que todos los barcos de pesca están a rebosar de gente que está esperando y deseando ver pasar el barco de la Virgen. Todos tocan las sirenas y van detrás, hasta alta mar, dándola un buen paseo.

Una procesión bella y con Nordeste. Detrás de los barcos grandes, también van motoras y yates que junto a las lanchas salvavidas y los helicópteros que dan por encima vueltas y más vueltas en una amalgama de colorido y sonido difícil de olvidar.
¡Vuelvo a ver a la Señora con la cámara!. Se ha buscado un buen sitio para ver la procesión y hacer unas buenas fotos.

¡Ya llegan! La gente se amontona. Unos porque desembarcan y se juntan con los demás que están esperando para seguir con la Procesión por tierra para dejarla de nuevo en su Santuario que no queda lejos.

-¡Buen trabajo Picayos!. No es tarea fácil el embarcar y desembarcar a la Virgen.

De pronto veo una cara conocida bajarse de un barco. ¡Es la Señora de la maleta!, pues el Señor la está buscando.

-¡Es la recta final de la Procesión con sus cánticos y el cerco azul del cielo se va cerrando con nubes cada vez más negras. La gente mira hacia arriba y lo comenta. Yo me meto en la buganvilla del arco de la entrada al Santuario, por donde se acercan.

Los Picayos nuevamente tienen que hacer filigranas para que no toque su corona con el arco.

¡Y de pronto suena un estruendo. Tormenta…! Menos mal que estoy bien acurrucado. Comienza a caer una buena chaparronada de gruesos goterones. La gente echa a correr y los mas intentan poder meterse en el Santuario.

De pronto ¡Qué veo! El Señor de la maleta encontró a la Señora se acerca a ella y le dice:

-¡Hola, perdóname!-. Ella le echa una mirada indescriptible pero no dice nada. Entran los dos en el Santuario para los últimos rezos que acabarán con la Salve Marinera.

A la salida, la tormenta ha pasado y es el momento de hacerse una fotografía todos los Picayos delante de la Cruz de Piedra.

Un año más han dejado a la Virgen en su casa.¡ El Santuario de la Virgen de la Barquera!

Ya estoy de nuevo en mi arbusto de laurel. Nuevo día y me echan más miguitas; pero después de desayunar veo a la Sra. que escribe algo. ¿Qué será? ¡Me estoy volviendo un cotilla!


Mª Eulalia Delgado González ©
Julio 2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué original y qué bonito, por dios que sí!
¿Enhorabuena Laly!
Abrazo. Lines