jueves, 11 de agosto de 2011

UN DEDAL DE TINTA Y UN DEDAL DE TINTO


¡Qué regular he dormido anoche! Es posible que fuera de la resaca de la despedida de ayer, sí, porque éramos nueve personas y bebimos media botella de vino tinto de 750 Cl. Yo me tomé un dedal de ese buen vino riojano, un crianza con la justa edad para ser degustado en este año, recio y denso.

¡Virgen, qué dolor de cabeza tengo!

Quizás lo que me ocurriera es, que en esa hora y media larga, nos hemos reído lo que no se podría escribir con un dedal de tinta y eso dejó mi cabeza con el eco de las carcajadas.

Íbamos a ser once personas pero, esa cosa que se llama tiempo, les impidió acudir, conste que las recordamos.

En fin, estábamos en un espacioso y cómodo lugar; tan solo un varón, que supongo se divirtió, aunque no puedo aseverarlo porque estuve con los ojos cerrados, masticando y riendo casi todo el rato de merendola, y claro, para dar rienda suelta a esa risa, mi piel se retiraba de los ojos para hacer la sonrisa más amplia.

Llevamos comida, cada uno diferente, lo supervisó uno de nosotros y nos dijo también que trajéramos poco, pero como siempre, no hicimos caso. Estaba todo delicioso ¡y qué postre de queso, por Dios!, no sobró nada, excepto la bebida alcohólica. Esto de reunirse una camarilla de amigos, produce cierto apetito.

El ambiente distendido nos absorbió por completo, ideas peregrinas, chistes, carcajadas, etc.; un murmullo que desde la ventana abierta, podría escandalizar o envidiar al llegar a oídos de los paseantes veraniegos.

Creo que los viandantes no pudieran distinguir de las risas las tres o cuatro conversaciones que se desarrollaban a la vez. De libros de 359 páginas, de otros artesanales, de ayuntamientos, de policía, de elecciones sindicales, de… Una locura. Sí, una locura de bienestar, pues más a gusto no se podría estar.

En un momento dado en el que nos desternillábamos de risa, sentí bajar por mis piernas un algo amarillo. Sorprendida, me pregunté si mis esfínteres se habían relajado hasta ese punto, pero no; sucedió simplemente que al levantarme, empujé un vaso del refresco de naranja, aunque no quería creer que lo había empujado yo… Así andaba la cosa.

Quisiera que imaginarais la sensación del líquido pegajoso, incontenible e independiente piernas abajo, llenó mis zapatos y se extendió escandaloso por el suelo. Quien se encarga del local, se acordará escatológicamente de mí y de toda mi parentela, a los que ya avisé para que se duchen a partir de las ocho de la mañana, que será uando vea el desaguisado la persona encargada del mantenimiento.

Bueno, que más quisimos que esa circunstancia para seguir cabalgando en un guasa que no tenia visos de concluir; fue una de las clausuras donde mejor me lo he pasado.

Hubo de todo, hasta recibí un regalo por no participar en otro, ¿a qué parece un dislate?; aunque he de decir que seguro me vendrá de perlas. Es un hada protectora preciosa. Se trata de un broche y es la primera vez, que yo recuerde, que me prendo semejante adorno sobre el pecho. Queda bonito, quizá debido el cariño de quien me lo entregó, lucía perfecto sobre mi ropa. Iba dentro de una cajita y estaba acompañado de una poesía en cuartetos; adornó y adornará aún más mi corazón.

Se leyeron poemas, se llenaron ojos de lágrimas, y también, se acababa la tarde. Como el ocaso, nos alejábamos unos de otros sin perder el brillo, escondiéndonos hasta otro día, unos por el este y otros por el oeste. Yo opté por el este, eso de llevar la contraria me encanta.

Las fotos llegaron de madrugada a través de Internet, todas ellas con las sonrisas puestas, unidos en ese ejercicio de la risa que hace contraer y ejercitar el diafragma, quita preocupaciones y sube nuestra moral y autoestima, un ejercicio físico que reduce grasas; en definitiva, lo que merendamos quedó gastado por aquellas carcajadas.

Tenía otros títulos para este escrito. “Él entre todas las mujeres”, Sin perder el hilo”, “Vino y mujeres”, “Costurero “, “Amigos”, “Sin palabras”, “No digas ni quienes, ni donde”, etc.

Poner título a una reunión de amigos es complicado. Abrazos de miércoles.


Ángeles S. Gandarillas ©
Agosto de 2011

1 comentario:

María dijo...

Muchas gracias, ¡qué bien lo pasamos! Da gusto!
María (biblioteca)