sábado, 11 de junio de 2011

SEGUIMOS EN POSITIVO


Siempre se dijo que ven más cuatro ojos que dos, y yo sostengo que eso depende de cómo miren y como lo interpreten. Pero en este caso creo que María tuvo razón. No es que me encuentre deprimido, que eso suena como muy fuerte. Y negativo como ella me dijo, tampoco. Angustiado, no es la palabra. Porque angustia no tengo. Es… no sé, como un poco triste el ánimo. ¡Eso! Cual es el antónimo de animoso? Pues justo eso es lo que me pasa. Pero vamos, que no tiene ninguna importancia. Todas las cosas fluctúan, y supongo que también el ánimo. Un día hace frío, otro calor. Un día con viento, otro de calma. Una vez con poco dinero, otra con mucho menos…

Estoy seguro de que el lunes se me pasa por completo. El lunes es San Antonio en el Monte Corona, y desde que nací, creo que se pueden contar con los dedos de una sola mano los años que he faltado a la fiesta. Antes de las doce estoy en Caviedes porque es la hora en que la procesión del Santo sale hacia el monte, y mi mujer, como de costumbre, subirá con ellos a pié cantando los “gozos”. Yo no llego a tanto. Yo en coche hasta la ermita, que como no soy tan devoto como ella, mis “gozos” los disfruto en la braña saludando viejos amigos mientras esperamos que llegue la comitiva.

Os juro que merece la pena subir al monte, y parar un instante en la cuesta del Calvario para volver la cabeza y contemplar el panorama. Además, según las predicciones meteorológicas el día será radiante, y desde el “Seminario” de Comillas hasta el llano de Pechón, pasando por el alto de Boria, no dejaréis de girar la cabeza para seguir admirando el alto de la Gándara tras Labarces, y hasta llegar podéis a los Montes de Sejos tras la Collada de Carmona. Y la propia ermita en si misma, preciosa. Gravados en sus piedras cientos de nombres y fechas, de gentes que fueron felices allí. Es un lugar de tradiciones, de añoranzas, de recuerdos… La braña extensa y cuidada con olor a eucalipto y retama, inunda de oxigeno puro los pulmones de todo el que llega.

Os recomiendo la misa que apacienta las inquietudes, y si esto no os interesa mucho, contemplad como hay devotos que rezan y queman cera en cientos y cientos de cirios rojos, y aspirad el olor intenso de las azucenas que adornan al santo. Reparar en esto, es reparar en las cosas simples y sencillas de nuestras costumbres ancestrales que dan gratitud al momento.

Después, no se. Suelen verse grupos de jóvenes con trajes regionales, y seguro que sonarán con insistencia “el pitu y tambor” mientras recorren la campa. Las familias tomando posiciones en el suelo para comer en corrillos, y allá, al fondo, el humo del fuego tradicional que asa para todos costillas sabrosas y chorizos criollos.

Los críos que corren y gritan, los puestos donde venden “suspiros y roscos”, y la carpa donde los que aún no comieron toman los “blancos”, y los que si lo hicieron toman café y la copa, y… lo haga falta tomar, que para algo es San Antonio en Corona…

J. González González ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa crónica en fururo, ¿se convirtió en realidad al día siguiente? Ya me contarás "fermosura", porque si también tienes el don de leer el fururo, ya sería el no va más...Lns