Yo conozco amigos míos, unas flores
apacibles y no dañan, son las rosas
vehemencia descubierta en las pasiones,
provocadas en las almas azarosas.
Con las manos extendidas, sin pensarlo,
cercenamos esas flores temerosas,
anhelando poseer su gran belleza
a cortarlas de su tallo, presurosas.
Acercándolas al pecho y con lirismo,
acogemos estas flores primorosas,
obsequiándolas al ser que cortejamos
con requiebros y en amores, olorosas.
El tormento que las hemos practicado
ignorado en apariencias ardorosas,
pacifistas en la tierra, están crecidas
estos brotes de pasiones, generosas.
Advirtieron en nosotros agresiones
con espinas o sin ellas, pesarosas.
¡Qué sarcasmo es llamarnos, "entes sensibles"!,
pues a nadie violentaron estas rosas.
Arrancamos con viveza esas presencias,
pereciendo al raptarlas, ¡esplendorosas!,
y sesgamos a sabiendas, su hermosura
ora endebles o espinadas, ¡candorosas!
Expirando a la vez, fascinaciones,
ya extinguidas las antaño vigorosas,
y de nada nos sirvió matar las flores,
pues se ajaron ilusiones primorosas…
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
Septiembre de 2010
apacibles y no dañan, son las rosas
vehemencia descubierta en las pasiones,
provocadas en las almas azarosas.
Con las manos extendidas, sin pensarlo,
cercenamos esas flores temerosas,
anhelando poseer su gran belleza
a cortarlas de su tallo, presurosas.
Acercándolas al pecho y con lirismo,
acogemos estas flores primorosas,
obsequiándolas al ser que cortejamos
con requiebros y en amores, olorosas.
El tormento que las hemos practicado
ignorado en apariencias ardorosas,
pacifistas en la tierra, están crecidas
estos brotes de pasiones, generosas.
Advirtieron en nosotros agresiones
con espinas o sin ellas, pesarosas.
¡Qué sarcasmo es llamarnos, "entes sensibles"!,
pues a nadie violentaron estas rosas.
Arrancamos con viveza esas presencias,
pereciendo al raptarlas, ¡esplendorosas!,
y sesgamos a sabiendas, su hermosura
ora endebles o espinadas, ¡candorosas!
Expirando a la vez, fascinaciones,
ya extinguidas las antaño vigorosas,
y de nada nos sirvió matar las flores,
pues se ajaron ilusiones primorosas…
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
Septiembre de 2010
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