viernes, 29 de octubre de 2010

MILES DE FOLIAS


Es el título único, reflejando todas aquellas personas con energía positiva, es el resultado de sumar las repetidas Folias de todos ellos, desde las que participaron en una sola, hasta la cercana a las 40 de esas festividades, en honor de la Virgen Barquereña.

Todo surgió de la ilusión postergada de uno de los organizadores, le hervía por dentro desde hace años; este 2010, hizo realidad ese sueño, acompañado por cinco personas más. Ha costado 4 meses de preparación, los seis picayos (todos en activo), se implicaron hasta el fondo, desde la venta de las papeletas, solicitar las apoyos, tramitar papeleos, compras, etc.

-Sin ellos no hubiera sido posible, confiesa.

Estaban exultantes, impecablemente vestidos.

- De gala, “compañerina”, la cosa no merece menos, nos dice Lolo, con una sonrisa de oreja a oreja.

- Fíjate que nos canta hasta la coral, estoy orgulloso. A todas las puertas que hemos llamado, han dicho que sí. Lo solucionamos siendo todos del “pueblucu”.

Sigue con ese brillo en los ojos. Veo sobre una repisa, la fotografía de hace 24 Folías, fue la primera. A medida de la proximidad del día “D”, el grupo recopilaba los últimos detalles y también, los muchos nervios. Daba igual mirar a Rosa, Fernando, Andrés, Tomás o a María José, ultimando preparativos en la cercanía del trascendental evento.

Desde la ubicación de los picayos, hasta el más insignificante de los detalles, vajilla, cubertería, cristalería, mesas y sillas, o simplemente, las servilletas.

- Sí, comer con la categoría que merecen todos. Lo afirman con orgullo.

La primera de las celebraciones, ha sido en la capilla en honor de su Virgen de la Barquera; acompañados por la coral Barquera, con notas coloristas, pegadas en adorno sobre sus ropajes negros, entregando lo mejor de si mismos.

Se escuchan los cohetes festivos en la calle, la campana volteando al aire tañidos de ilusiones; dentro el silencio se instala y Lolo trajeado, comienza un discurso de bienvenida que sale del corazón, correctamente escrito, lo justo de extenso, sin embargo su emoción se trasladada a la máxima expresión, hace humedecer ojos y erizar pieles, los seis componentes vibran, todo empieza y lo saben. Aplausos en la ermita, quizá ayude a evitar el llanto, ante tan emotiva alocución. Agradecen y felicitan a todos por su presencia,

La virgen ataviada con el manto de gala, adornado en bordados, centelleando como los mismos luceros, flores blancas y las luces, enmarcando su esplendor, se podría oír el levantarse de los vellos. Desde la altura del coro, distingo cabezas que van y vienen nerviosas. Han llegado picayas con sus panderetas, de todas las edades, de todos los lugares.



Miles de Folías






La Virgen aguarda

con manto de gala,

entre resplandores

campanas y flores,

picayos, cohetes,

y nervios que crecen.

Se escuchan canciones

con mil oraciones,

plegarias, discursos,

turbando conclusos.



Y las panderetas

resuenan contentas,

volando entre lazos

sonajas y abrazos,

picayas se afanan,

con salvas y algaras.

La Virgen sosiega

no estando indefensa,

la guardan picayos

por cientos de años.








Comienza el acto religioso, mientras las notas de la coral suenan, dirigidos con ímpetu y corazón por el director, los intérpretes atentos a todas las señales y pasos musicales a dar, mientras el órgano, acompaña con notas melódicas, que retrotraen a siglos pasados.

El rito religiosos culmina con el paso de la coral al altar mayor, su canción “Folías”, acompañada con 5 panderetas, una de ellas tocada por un picayo de unos cinco años, da paso a picayas de todas las generaciones, las panderetas son sacadas silenciosas de sus bolsas y se disponen en posición de descanso, en todos los pasillos entre bancos y en el altar. Incluidas las componentes de la coral, pude contar unas 70.

Comienza el sonido de percusión, igualado, atronador y grave, al tropiezo de las dedos sobre el pergamino, sujetas las panderetas con un pulgar protegido por un pañuelo, en el agujero ex profeso que tiene en el centro del aro o cuerpo, sus sonajas niqueladas y brillantes, cumpliendo el igualado ritmo de acompañamiento, tintineante y vivaz; los lazos blanco y azul volando en el aire, las voces que volvían a cantar después de quizá décadas, unidas en alabanza, todo a ritmo de corazón, (el mío con ellas), difícil sustraerse a la emoción que no cabía entre las paredes del santuario. Acompañadas en los cantos por otras que quizá no tocaron nunca, pero así lo sintieron.

Este día, todos fuimos picayos. Al salir de la capilla, se oían los entrenamientos de la banda de cornetas y tambores, daban la sensación de estar en La Folía, sólo que en octubre.

Se emplazó a los presentes, a seguir el camino hasta la hora de la cena, recordando las paradas por la villa de sus años mozos.

Llegamos hasta el polideportivo, pasando previa entrega de la entrada, al momento era entregado el DVD de las fotos, pasando a acomodarse en las 5 inmensas mesas.

Allí se esperaban unos a otros, trataban de sentarse promociones y amigos juntos. Sin más preámbulos se comenzó la degustación del menú. Parecía increíble la calma y acomodo relajado del personal. Sorprendió ver a los seis personajes de la comisión, enjaezados de sus elegantes vestimentas, convertirse de un golpe de anfitriones, a camareros enguantados y solícitos.

Toda la noche en pie, en trabajos de profesional hostelero, sin cenar, sin descanso; después recogieron y adecentaron todo para el baile. Sé que pudieron tomar un bocado a eso de la una de la mañana, ya desfallecidos.

La cena fue divertida, convivencia y charlas, recuerdos o simplemente, relajación y disfrute. Todo lo comido y bebido, excelente.

De pronto una zona de picayas se levantó, sosteniendo sus panderetas y comenzando una canción, “Marineros cantad a María”, las demás hicieron lo propio y llegaron de nuevo a las 70 personas; acompañados del las otras 340, aunados en los cantos, siguieron “Boga, boga, Alza, etc”. Muchas de ellas al carecer de pandereta, se mantenían sentadas, con las ganas de participar en ese acto emotivo y visceral. Decían que se lleva muy adentro esa experiencia y costumbre tradicional, aumentaba la sensación, “es la marca de Picaya”. Los componentes de la Comisión del Carmen, retirados con su trabajo, tampoco pudieron participar de esta “picayada”, se les notaba en los ojos esa emoción contenida, pero estaban en le recinto y eso les sumaba al acontecimiento.

Llegó la hora de la foto gigante. Se aposentaron en lentas oleadas hacia las gradas, única manera de recoger a cada uno de ellos, los únicos que corrieron fueron unos pocos despistados. Quedamos fuera tan solo los acompañantes, medios de comunicación, fotógrafos,…

Ha sido un esfuerzo conjunto de muchas asociaciones e instituciones oficiales. Ayuntamiento, Comisión del Carmen, Onda Occidental, Coral Barquera, Fotos San Vicente, el Padre Rubín, Cofradía de la Barquera y las más veteranas camareras de la virgen, representando a todas las personas que han cuidado de ella y su capilla. Pues bien, colaboradores y empresas, aportaron su esfuerzo gratuitamente, tan solo se sufragó el material. Nos dicen, que de haber carecido de esta ayuda, este evento multitudinario no se hubiera podido realizar. Entregaron placas conmemorativas.

De nuevo en la noche, todos volvimos a sentirnos picayos.



ANECDOTARIO Y ALGUNOS NÚMEROS


-En la cena de pronto se abrió un paraguas, la dueña siguió cenando como si tal cosa. Nos miramos todos asombrados, dando explicaciones mentales a ese suceso. Pero…, unas gotas de agua sobre la tela protectora, indicaba el porqué. Es la famosa gotera del “poli”, aparece dependiendo del viento que traiga la lluvia, en esta ocasión se presentó envidiosa a esta fiesta.

-Hasta ese punto se podía valorar, la tranquilidad de todos los presentes.

-Al llegar al pueblo para el recorrido, se mojaron las panderetas con la lluvia. Se acercaron a los locales hosteleros y las secaron al calor de las cafeteras, para seguir tocando por los soportales con el sonido perfecto.

-Por cierto, las picayas de la comisión de este encuentro, olvidaron por el nerviosismo, sus panderetas en casa.

-Comentan que los deslices de este año, son debidos a la inexperiencia, en la siguiente celebración, serán solventados.

-Colocaron en platos durante toda la mañana y toda la tarde, con el tiempo justo de llegar a la celebración religiosa.

-Se cortó durante toda la noche los 70 kilos de embutido, por tres voluntarias ajenas a la organización, relevándose.

-200 metros de manteles.

-1000 servilletas.

-410 asistentes,

-410 quesadas.

-Bollo de pan de la panadería de “toda la vida”, para cada comensal.

-Dos perolas de 250 raciones de sorropotún, 60 litros de té con orujo y azúcar; todo ello confeccionado y repartido, por los 24 componentes de la comisión del Carmen.

-400 botellas de vino, tinto de crianza.

-200 botellas de agua y gaseosa.

-200 metros de banderas y adornos colgados por encima de nuestras cabezas.

-El ayuntamiento solicitó mesas y sillas a otros lugares, además de costear otras muchas cosas.

-410 DVD con 538 fotos, desde 1900, hasta este mismo año, donde se advierte una bebé de dos meses, vestida al uso.

-La picaya más veterana en la cena, tiene 88 años, aunque las hay de más edad que no pudieron asistir.

-Contratación de una pantalla gigante.

-La vajilla era de porcelana, cubertería, cristalería y pocillos.

TOTAL = Un día especial.


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Bbarquera
Folía del 16 de octubre de 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Impresionante Lines, no se te ha escapado nada.

Maria