miércoles, 9 de junio de 2010

LA HUERTA DE ALVARO Y PAULA

Álvaro y Paula son dos niños de siete y cinco años, hijos de una sobrina de mi marido, los dos son incansables e hiperactivos y les encanta la naturaleza. Cuando empieza el buen tiempo, los domingos y festivos, nos juntamos en la finca de sus abuelos; siempre los tengo a mi lado desde que llego, para que juegue con ellos y les encanta descubrir lo que hay en ese entorno tan bello.

Pero este año, que ya son un poco mayores, se han empeñado en hacer una huerta. En el colé tienen un invernadero y allí les han enseñado a plantar y cultivar.

Hace ya unas semanas, nada más llegar, me estaban esperando con toda clase de aperos para cavar un trozo de prado y prepararlo para sembrar. La tierra estaba bastante húmeda y costaba sacar los terrones, pero ellos dos, como si lo hubieran hecho toda la vida y, con mucha paciencia, comenzaron la tarea, el esfuerzo fue grande pues lo que sacaban había que trasladarlo con una carretilla a otra parte para que se hiciera abono; les ayudé un rato pero como no estoy acostumbrada enseguida empecé a notar agujetas y quise descansar, en buena hora se me ocurrió pues ellos, que son incansables, solo me permitieron sentarme un pequeño instante y me animaban a seguir.

Los tíos y los abuelos después de comer también echaron una mano pues el reto era dejar todo preparado para el domingo siguiente y así poder ya plantar alguna cosa.

Y efectivamente, ellos ya tenían planeado lo que iban a sembrar y se marcharon ilusionados esperando que llegara pronto el fin de semana para poderlo hacerlo.

La emoción con que fueron metiendo las plantas, que entre todos les llevamos, fue maravillosa y daba gusto verles cómo iban colocando las semillas en cada agujero de la tierra.

Después con unas cuerdas, rodearon lo plantado, e hicieron un espantapájaros con bolsas de plástico para que los pájaros no se lo comieran.

Como aquella tarde hizo mucho calor, cuando fue cayendo el sol, se ocuparon de dejarlo todo regado para la semana siguiente, el domingo cuando regresamos de nuevo ya estaban en la huerta mirando como habían crecido las plantas, algunas ya empezaban a despuntar y las lechugas ya lucían algunas hojas entre la tierra, ésa tarde fue laboriosa quitando malas hierbas y plantando alguna cosa más, y con la ilusión de que a la semana siguiente ya se pudiera comer alguna lechuga pues lo demás tardará un poco más en salir, pues bien, hoy ha sido el gran día, hemos comido lechugas de su huerta y el rito de sacar la primera ha sido para ellos emocionante, con mimo la han lavado y no nos la han dejado probar hasta la hora de comer, la verdad que estaba buenísima, pues es muy tierna y sabe diferente a las que se compran.

Lo demás allí plantado ha crecido también mucho y aunque tendrán que esperar un poco más para probarlo, es digno de ver; las patatas ya están muy altas y los pimientos, tomates, zanahorias, guisantes, cebollas, y puerros ya despuntan hacia arriba, no quiero ni pensar la alegría que sentirán el día que ya puedan sacar todo lo que está sembrado, será emocionante para ellos y para todos nosotros, pues es una delicia ver como disfrutan en esa pequeña huerta, Álvaro y Paula.

Flor Martínez Salces ©
Junio 2010

No hay comentarios: