domingo, 27 de junio de 2010

LA FRUTA

Llegó el verano y con él las vacaciones. Hace unos días comentamos en el Club de Lectura el último libro leído esta temporada: El curioso incidente del perro a medianoche , que a mí fue el que más me gustó porque creo que el autor caló hondo en el sentir de las personas con síndrome de asperger, y lo supo expresar de forma magistral. Ayer tuvimos también el último encuentro de esta etapa del Taller de Escritura, al que para ser perfecto faltaron Laura, María y Jezabel. Gustamos, eso sí, del placer de sus escritos en el buen decir de Foncho, pero faltó el calor de la presencia humana, que eso no hay buena lectura que lo pueda suplir.

Vacaciones si, pero ponnos tarea veraniega, le dije a Foncho. Escribid, sentenció simplemente. Foncho suele ser así de escueto. Escribir es algo que ya pensaba yo hacer, lo que quería eran temas sobre que hacerlo, y al día siguiente que es hoy, lo comenté con Flor y Cris en la biblioteca. “Sobre la fruta”, me dijo Cris, y automáticamente recordé aquello que hacía tantísimos años escuché a María Luisa Calzada en la farmacia de Pulgar en Cabezón: “Con lo que el hombre disfruta, es con la mujer y la fruta”. Aquí hizo una pausa María Luisa, y luego añadió: “Y aunque el mundo se asombre, con lo que la mujer disfruta es con la fruta y el hombre”. Pienso que aquí se invirtió la preferencia por aquello de la rima, lo que no deja de ser una lástima, pues siempre es mejor gustar de la manzana después del disfrute, porque las manzanas son refrescantes, relajantes y estomacales.

La verdad Cris, que no se que decirte de la fruta. Se que comer fruta es como comer vida, pero yo he sido durante toda la mía poco consumidor de ella, y jamás la pude aceptar como un postre en las comidas. Hombre, si la ponen y no hay otra cosa… Pero yo la poca que como es entre horas. A media mañana o a media tarde cuando parece que se siente el gusanillo en el estómago. Como a la mayoría de la gente, me gustan las de temporada: Los perfumados paraguayos o las claudias sabrosísimas, y no digamos nada de los “piescos” caseros de los huertos de nuestros pueblos… Ya se que la fruta fetén es la de siempre: naranjas, plátanos, manzanas… Pero mira, esas para purés de críos como el tuyo, que es cuando el cuerpo necesita todas las vitaminas del mundo, y ellos lo agradecen poniéndose como toretes que casi no hay padre ni madre que los pueda dominar.

Siento una predilección especial por las frutas tropicales. Será porque empecé muy tarde a comerlas y me atrapó aquello de la novedad. La preferida por mi es el mango. Hay en Tenerife un pueblito que se llama San Andrés y que se asoma al mar escondido entre los montes de Anaga, donde se cultivan los más perfumados del mundo. En mayo están en su punto óptimo.

Lejos del semi-trópico hay que tener mucha suerte para encontrarlos buenos, pues el mango no admite medias tintas. O es una delicia o es pura leña. También merece no echar en olvido las papayas, grandes, amarillas y con semillas negras como cuentas de rosarios… Aquí en San Vicente tengo plantados aguacateros que dan frutos hermosos, y plantas de maracuyá de aroma extraordinario. El aguacate me encanta. Cuando le probé por vez primera me decepcionó. Me pasó lo mismo con las aceitunas cuando era niño. Hay que esperar a cogerles el gustillo. El aguacate untado en pan con un poco de sal es único como aperitivo. En ensalada acompañado de lechuga y cebolla, o en un pincho con anchoas… no te digo.

Jesús González González ©
Junio 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno Jesús, visto el resultado, ya te daré temitas yo para este verano.
Escribas sobre lo que escribas, me encanta...como también me encanta el aguacate como a ti. Hoy para cenar, aguacate, con barritas de cangrejo y un poco de mayonesa.
Mi fruta favorita, las nectarinas blancas y jugosas...
Un besito,
Cris