martes, 9 de marzo de 2010

TAREA



Pues verás cumpleañera, tengo esta tarea pendiente después de informarme por medios casi de mensajes cifrados, del día concreto de tu cumpleaños.

Es de esas veces en que pretendo que mis deseos se traspasen al papel; ¡qué difícil me resulta ese viaje, con lo cortito que es!, total del corazón a un pedacito de papel, frente a mi, un recorrido de escasamente 25 centímetros.

Los sentimientos quisiera fotografiarlos, en una instantánea clara, con colores fuertes y por la parte de abajo cayendo cascadas de estos, con la espuma difuminándolos. Algo espectacular, que al verlo te relajara, que intentaras imaginar ese sonido templado, ese ambiente donde te dejases arropar por la humedad y alguien que tu desearas te abrazara. O si no, te limitaras a disfrutar sola y abrigarte en la caricia de esa prenda que recoge hasta tu cuello y crea esa protección personal e intransferible.

Donde esas nubes tan blancas que se advierten en la esquina de la foto, te dieran opción a definir en figuras terrenas algo etéreo e inalcanzable.

El anciano árbol que se apropia del centro de esta imagen, proteja con su sombra en días de calor, de lluvia, de reposo en su base, de apoyo a tus dudas, de refugio para ese amor que guardas en el pecho, que alimente con sus frutos tu necesidad de descanso. Con sus ramas y hojas caídas por el otoño y esos vientos asurados que bajan tu tensión, procedas a recuperarlas para calentar tus sensaciones de fría soledad, de ausencia de quejas, de necesidades que desconozco, quizá de esa lectura o ese trabajo que ansías hacer y que dejas reposando hasta un mejor momento.

Ese arroyo que parece quieto pero que sabes es como tú, lo parece. Se mueve, traslada vida, arropa, ayuda, calma sed, alimenta, cuida su alrededor, es el que remansa paz. Gracias a él, a ti, crece en su entorno todo lo que está tan cerca… y cuando parece que el verano lo secó, viene la lluvia que incrementa su cauce y que extiende en apenas unos hilillos de agua, que ni se ven, minúsculos, pero que van regando aquellos baldíos terrenos, dando fuerza y que a pesar de que se desprende de "su lecho", sigue fuerte.

Pero a veces se ha de dejar guiar, porque tanto caudal desborda, ha de tener cuidado, alguien puede ayudar para evitar inundaciones o que se deriven aguas de otros más fuertes y caudalosos, lo importante es mantener ese manantial, que siga aflorando a la vida, estacar y repoblar su ribera, darle tiempo para retomar su camino.

Esos animalillos que se dejan ver, la abejas laboriosas, los pajarillos cantarines, las liebres tan ligeras, las nutrias nadadoras, los zorros intuidos... ¡Porque ver, ver es difícil!, incluso ese ácaro que se posó en el foco de la máquina fotográfica y que le da un toque de susto o sorpresa a la fotografía, parece ese vigilante de nuestra conciencia y está ahí. No le dejes adueñarse de esa instantánea, te confundiría, ella no puede indicar hasta donde has de llegar en tus "obligaciones obligadas", tiene mucho que ver tu fuerza real, no se puede con todo. Ignora un poco ese microscópico bichito, que no estropee la imagen, que no maltrate tu vida.

¿Ves ese pececillo?, ¡es curioso! parecía que estaba sin ellos. Desde luego había algún zapatero, como antaño, ¿recuerdas? Era interesante ir viendo aquellos anfibios pasar de nadadores a saltadores, cómo les crecían las extremidades, cómo engordaban en aquellos pozos, cuántos había... Casi han desparecido. Nosotras tuvimos suerte de ver en directo esa transformación o metamorfosis. Lo de crecer me parecía normal, pero lo de que se les desprendiera la cola con la que nadaban, me daba cierta dentera, ¿a ti?

Se distinguen perfectamente en el suelo húmedo los crecientes brotes de las semillas del haya, la que tu llamas “reina del bosque”, allí tan pequeñas casi no se distinguen, pero con un a lupa podrás ver que aún pequeñitas, ya demuestran maneras de mayores, el porte de su enclenque tronco incluye ya la fuerza, el aspecto orgulloso. ¡Claro, el haya no se esconde ni siendo enanita!, es la que da al bosque importancia, se las ve imponentes desde jóvenes.

A lo mejor lo eres y no te diste cuenta, quizás alguien dejó caer semillas cerca de ti que cubrieron tu grandeza, pero siempre crecerás y se te divisará, a pesar de la timidez o de la humildad. Has de saber que eso no te quita importancia, admiro tu firmeza, como tú admiras a este árbol; está o estás en el bosque, aunque no quieras.

Esa pequeña floresta al fondo, de diferentes tonos verdes, (tengo que ampliar esta foto, es preciosa), que llenan igualmente el bosque, musgos de mil formas y maneras, suaves o quizá ásperos, tupidos o ralos, los que parecen cortados a navaja o los enroscados o revueltos. Los helechos, siempre verdes, manzanillas, poleos, tilos poderosos protegiendo nuestra tranquilidad y la de hierbecitas sensibles, algunas enredaderas, esas que llamaban "corrigüelas", que invadían los terrenos de cultivo en nuestras casas.











Y de las arañas, esas telas

con trabajos de modistas diplomadas,

extendidas a la caza de otros seres.

Evitarlas es lo sano,

pero de enredar tu cara en ellas,

retirarlas con premura

con ayudas o sin ellas,

maldecir si es menester

porque adheridas en el pelo,

nos lo enreda incomodando,

produciendo cierto asco, cierto miedo.

Qué belleza en nuestras vidas,

cuánto vales, cuánto mides,

cuánto pesas,

cuánto tienes de cansancio inconfesado,

yo lo sé y tú lo sabes

y lo hablamos disfrutando

de los bosques y los hados,

de las aguas trasparentes,

de los montes anhelados,

de los fríos y los soles,

del cariño retomado,

de otros años de otros mundos,

del camino hasta enlodado,

de promesas de deseos

y de cielos despejados.

Del amor a la familia,

de progresos deseados,

de ilusiones compartidas,

de palabras que no sirven,

de silencios muy callados,

del cansancio y de las piedras,

del cariño sosegado.

Qué pasión la que tu tienes,

por los buenos y… los malos,

por cafés "despejadores",

por las prisas de otros años,

por trabajos y canciones,

por volver con esos campos,

disfrutar de tantas cosas,

que aún nos siguen esperando.










Deseo para tu cumpleaños la alegría de sumar 12 meses a esa vida llena de sentimientos, de la posibilidad de conseguir los planes más placenteros, de los “cafeses” más cafeinados del mundo, de seguir estando en tu agenda interior, de que el viento despeine en tu cabeza el pelo y otras cosas que necesites airear. El descanso, la alegría, esa sonrisa que despeja a veces la sensación de encarcelamiento que emanas. Que te quieran… mucho.

Te daría un abrazo con tal fuerza desde estas letras, que quedaríamos fundidas en él, casi tanto como a veces te sorprendo y me abalanzo hacia tus brazos, te recojo entre los míos con tal impetu, que tu pelo se reposa bastante después de esa brusquedad abracil. Lo lamento tan solo, hasta ver tu cara sorprendida o asustada, sonriente y llena de un colorido en las mejillas que te sienta bien.

Lines

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
28 de febrero de 2010

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