sábado, 6 de febrero de 2010

REPOSTERÍA

Una buena forma de socializar, de terminar una comida, de un premio ante cualquier inconveniente superado, por autentico placer, este aspecto de la cocina es agradecida, más viniendo de un joven cocinero de este pueblo ya famoso por sus comidas.

Luis Augusto González nos comentaba que su generación y algo mayores, hasta 45 años por ejemplo, están tomando las riendas de famosos restaurantes, vienen con empuje, con nuevas formas de cocina, preparaciones y estética en el plato del comensal, sistemas de conservación e higiene que es casi imposible de creer. Se eliminan materiales que no hace tanto se promocionaban como ideales para la preparación de estas suculentas comidas o cenas, dejando otros, envases al vacío como conservación, silicona, exclusión de la madera, acero inoxidable, etc. Es cambiar por diferentes conceptos y mejorar la mayoría de ellos.

Este cocinero es tranquilo, se mueve con calma, explica pausadamente, con seguridad, apostillando a menudo que las medidas que da, tendrán el referente de la menor necesidad de un hogar, como se pueden hacer figuras en aquellas galletas o pastas de té que confeccionó, emplear si es posible los moldes de este producto similar a la goma, por su facilidad e higiene. Dice constantemente que el horno adecuado para estos postres es el calor movido por aire, mantiene la temperatura por todo el producto y esas masas se convierten en un placer al paladar y a la vista.

Este local de las Amas de Casa en colaboración con la asociación ALFEM, se presentarán otros cocineros. Hoy estaba prácticamente al 100%, las participantes era en su mayoría mujeres. Después de esa fama que nos acompaña de habladoras, estábamos casi en silencio, quizá ante una aclaración del repostero se notaban algún murmullo que de nuevo se vencía por la atención a sus explicaciones en un tono de voz cálido y cercano.

Un muchacho fuerte, de hombros anchos de alguno de los deportes que practica, de ojos grandes, con unas manos con estéticos y largos dedos, moviéndose con facilidad y eficacia entre masas, moldes, formulas o aseveraciones. Se siente a gusto entre esto, le gusta conseguir postres diferentes, compaginarlos con otros componentes salados, introducir esencias como la vainilla natural, canela, anises, mentas, azúcares morenos, fructosa o edulcorantes nuevos para eliminar el problema a los diabéticos, chocolates, miel, levadura, harinas fuertes y flojas, hojaldres…

Es sencillo, persona que lo mismo sale en un reportaje en televisión a nivel nacional, que allí en la humildad de aquel habitáculo con un horno que dificulta un poco el resultado final, para unas 20 personas que no perdíamos ripia en su actividad. Limpio en su trabajo, en despejar sus utensilios para fregarlos en un momento de espera, retirando todo lo que no servía, ahí denota la profesionalidad en su trabajo, conoce y resuelve absolutamente todas las necesidades del mismo.

Explica también las sensaciones que deja en boca estas delicadezas que salen de sus manos, paladear con cuidado para apreciar todas estas aromatizaciones, que lleguen al sentido del gusto diferenciando cada uno, como el azahar en los roscones de reyes, disfruta, lo demuestra con ese brillo que le sale por los ojos. Manejando su rodillo que fue el regalo que recibió recién entrado como alumno de la escuela de hostelería, un chaval todavía en el año 91, dice que se arregla perfectamente con él a pesar de ser extremadamente pequeño. Era otra forma de enseñanza a la actual, 16 asignaturas, cinco años. Hoy al empezar después del bachiller superior con toda la formación docente, tiene 3 de esas asignaturas y dos años de prácticas. Dentro de su titulación se inclinó por la repostería, aunque desarrolla todo actividad en los fogones.

Enseña en un momento dado una especie de mantel individual denominado “tapeflon”, resiste unas 6.000 horas de horno, se limpia fácilmente y deja atrás lo complicado de limpiar la bandeja. Es posible encontrarlos en grandes superficies.

Se va impregnado todo del olor al Browne y sus componentes, al salir es posible que se note ese olor en nuestra ropa, tampoco importa, ese “perfume” tendrá muchos seguidores.

Mientras hace una masa para las galletitas o pastas de te “sable bretón”. Vemos como vierte en el recipiente de la amasadora mantequilla, azúcar, yemas, alguna esencia o aroma, nos advierte que se ha de mezclar fuera la levadura, harina y sal. Eso deja sin grumos y bien repartidos los elementos. Nos explica que el batido será lento y más en nuestro reducto hogareño que lo haremos seguramente a mano.

Requiere nuestra atención en el peso, medidas y tiempos exactos, que esta masa en concreto ha de ser trabajada no pasando de 12º, pues su componente de huevo puede ayudar a la proliferación de microorganismos, si sube a esa temperatura consumir o preparar de inmediato; todo ello mientras allanaba la masa resultante, moldeando con presteza en formas caprichosas que rellenaran o para saborear por si solas. Pretende dejarlas enfriar, así elimina la posibilidad de que como todos los productos con harinas, nos hagan daño por la fermentación.

Dice que los postres saben mejor al día siguiente. Entre medias de todo esto, le ha dado tiempo a preparar una deliciosa crema de nata y chocolate (trufa), a la que añadirá una salsa sencilla de chocolate disuelto con mantequilla.

En ese momento mira el reloj y pone a la vista los primeros, el olor se adueña de los sentidos, chocolate, nuez, calor, que viene bien porque estamos estáticas y los pies se enfrían.

Miramos aquel bizcocho con forma en la ración de media esfera, oscuro, depositado en platitos y dejados por él mismo en las mesas de degustación. Huele a cacao, sabe a cacao, se encuentran en su medio jugoso los trocitos de nuez, es un placer, la fama que le precede es evidentemente justa. Pero ojo, ahora somos gourmet, nos enseñó a apreciar y por tanto nadie come deprisa, ni da grandes bocados, se saborea. Bueno, buenísimo, a la vez que sorprende su forma y color.

Hablamos de los aparatos que tiene y comenta que su padre casi lo ha sacado de la cocina, porque el aparataje es grande y abundante, deja poco espacio a otras necesidades culinarias, sonríe para sí mientras termina alguna cosa. Ha sido ventajoso para él cocinar solo, lo tiene todo controlado y en cadena, le ha posibilitado su trabajo, está más a gusto, experimenta nuevas formulas y decoración. Ha a prendido de grandes en este oficio.

También nos comenta la gran cantidad de gustos de las personas, lo que unos clientes les pareció seco a otros les encantó, al que su dulzor y suavidad les agradó, los contrarios desdeñaron. Está claro que hay que tener la referencia de los comensales, pero en realidad como en todos los aspectos de la vida, cada cual es un mundo y las respuestas son diferentes. Yo se que tiene variedad en su negocio de cantidad de postres, podemos llegar a encontrar el que nos llene definitivamente, son tantos que recogen las preferencias de casi todos. Eso y la forma de confeccionar de la persona que crea estas artísticas presentaciones en el plato concluido.

Enfriadas las pastas, llegan a nuestro alcance, suaves y deshaciéndose en la boca de manera “arenosa” como este cocinero nos explicó. Deliciosas, incluso pueden valer con un poco más de sal en la formula para rellenarlas de productos salados, el contraste de sabores aumenta y separa cada uno, el sentido del gusto pierde la estabilidad y la reacción es escalofriante.

El trabajo escrupuloso y rápido de este muchacho agradable, llega a su fin y nos cita la semana que viene; las dos recetas que traerá son famosas ya entre sus clientes o amigos como él les llama, porque aquel que disfruta de sus platos, no puede tener otra definición, albóndigas de pescados y croquetas de mariscos.

Sin necesidad de orden de ningún tipo, aplaudimos con gusto, parece personaje bueno, sencillo, espontáneo y franco, con ganas en su oficio. Hasta la semana que viene Luis y gracias.

Ángeles Sánchez gandarillas ©
San Vte. de la barquera
3 de febrero de 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Lines,

Entre sabores y fragancias, me detengo antes tus letras que huelen muy bien.

abrazos para tí.

V: