sábado, 9 de enero de 2010

LA ACEBOSA, LOS REYES MAGOS Y LOS BORONOS.

Estamos celebrando una de las últimas fiestas de Navidad, es la cabalgata de los Reyes Magos de Oriente, los archiconocidos Melchor, Gaspar y Baltasar. Fueron tres reyes que tomaron el camino guiados por un cometa encontrando a Jesús en un pobre refugio. Ellos dejaron, Incienso, Mirra y Oro para Dios recién nacido. Pues bien, de ahí nos llega esa tradición de los regalos a los niños, pero antes han de recorrer cada lugar de la tierra para saludar a todos esos infantes. Llegarán a san Vicente de la Barquera vía marítima a las 19 horas del 5 de enero de 2010.

Ha sido tumultuoso en gentes y en las 18 carrozas, todas especiales, hermosas, engalanadas y trabajadas, se distingue en algunas, ya que tienen más organizado este acontecimiento, por experiencia, por ser más habitantes o incluso por circunstancias económicas. Otras pertenecen a centros educativos o asociaciones de padres y alumnos o al mismo ayuntamiento, algunas por iniciativa propia de personas con ilusión por este tipo de eventos.

Desde un laborioso belén viviente con un bebé en el papel de Jesús que hoy cumplía meses, todos los animales que en los auténticos nacimientos vemos, incluida vaca y pony, en otra asando morcilla, costilla, chorizo, lomo, pan además de proporcionar alguna bebida. La lluvia afectó en el público pero no en los protagonistas de todos los rincones de este municipio, mojados hasta los huesos, siguiendo a los cornetas y tambores.

Sorprendieron dos mastines enormes cuidados por el pastor, cabras, ovejas, gallinas, burritos, zagalas cargando un pequeño y asustado corderito metido en una bolsa de piel a su espalda, iba y venía a medida que la niña se movía bruscamente, intentando guardar el equilibrio estirando el pescuezo, pedía mediante sus balidos algo así como socorro.

Ha sido colorista, intenso, casi me atrevo a decir que grandioso para los pocos habitantes que somos. Los chiquillos han disfrutado y mirado con ojos hasta más allá de la realidad, ven y oyen cosas diferentes de nosotros. Perciben la perfección en todos los personajes, y las cabalgaduras o barcos donde llegan sus majestades, son para ellos auténticos lujos. Ven claramente el paquete que pidieron, así me lo dijo una niña con los ojos llenos de lágrimas.

-Ese rojo y verde es el mío, ¡ese, ese, el del lazo verde!.

-Entonces ¿Has sido buena?

Contestó sin poder hablar con gestos afirmativos tan vehementes de su cabecita de arriba abajo, que pensé que se podría sacar el cuello del sitio.

Eso de recoger los caramelos que lanzan majestades, pajes u otros desde las carrozas, nos lleva a todos a doblar el espinazo a pesar de los años acumulados, del agua; lo hacemos sin querer, es el trofeo de tener algo que llegó de las manos de sus serenísimas majestades de oriente. Al final todos caemos en la ilusión del momento, quizá emocionados por el sonar de villancicos, bocinas, panderetas, la campanilla y el “pito el tren”, músicas, la banda de viento y percusión o por los críos nerviosos y contentos. Ese ambiente puede hasta con la crisis.

Este será el colofón y postre de las fiestas, culminamos con el dulce típico o roscón de reyes. Por si nos quedaba algún hueco que rellenar en nuestros estómagos, de nata, crema, cabello de ángel, bollo tradicional, hojaldre, la verdad que es el mejor de los finales acompañados de los niños eufóricos con sus ilusiones y esperados regalos.

Comenzó esta cabalgata con todas las bonitas carrozas pero este año pondremos el interés en las de La Acebosa, siendo protagonistas un grupo de personas que se encargan de preparar todo para que los Magos de Oriente se fijen en ellos y que sean generosos por ser buenos; hasta los pequeños ayudaron en todo lo posible en este trabajo de la comitiva en honor de sus majestades.

Con una población de tan solo 159 vecinos, se ha preparado una sorpresa para ellos y para todos en general. Todo comienza con la petición de aguinaldos por todas las casas y familias del pueblo, niños y mayores entonando villancicos, recogiendo unos dineros voluntarios que juntándose con ayudas oficiales de municipio y pedanía, sirven para comprar lo necesario para esta celebración que ellos llevan a un grado superior y digno de admirar.

De esta manera colabora todo el vecindario, aunque a la hora de la ayuda física, mengua puesto que es necesario tiempo, fuerza, humor y muchas ganas. Está claro que hombres y mujeres tiene un cometido largo y trabajoso, pero es que lo viven a todos los niveles y no se quejan en absoluto por este esfuerzo, les encanta de verdad, pero quede claro por mi parte que admiro esa abnegación. Ellos dan las gracias a todos, porque de todos es el esfuerzo.

La primera de las carrozas es una máquina de tren de carbón, de las de antes me dicen. Es posible que se haya decidido porque es el único pueblo del ayuntamiento por donde pasa el tren de vía estrecha, siempre hemos conocido su estación donde se llegaban y partían tanto mercancías como viajeros. Se llamó estación de San Vicente de la Barquera, pero era la Acebosa su destino natural. Hubo en tiempos un foco mercantil y de pasajeros que demandó autobuses de línea a San Vicente, así como para transporte de paquetería de todo tipo hacia la villa y otros lugares.

Teníamos jefe de estación y al menos dos subalternos, tanto era el trabajo. Se daba hasta el transporte de las pescaderas que dirigían sus pasos cargadas de pescado fresco a otros pueblos, gentes para trasladarse a vender igualmente productos de la tierra y frutales, derivados de la leche, huevos, animales vivos y coleando a los mercados, traslados, médicos, papeleo, etc. Fue un lugar La Acebosa de movimiento personal y económico. Por este motivo y también porque se daba trabajo de camineros para mantenimiento de las vías y limpieza, solían pertenecer a las zonas o pueblos cercanas al FEVE.

Esta carroza fue levantada y llevada al tractor a puro esfuerzo personal, fui testigo, pintada hasta el último detalle, está hoy llena de fogoneros infantiles, emocionados, alegres, con ojos brillantes y sintiéndose importantes al estar en la misma cabalgata que sus esperados reyes. Está engalanada, bien anclada y asegurada. La ropa de los niños es a la usanza del trabajo que representaba ese oficio de operarios, ir alimentando el fuego para calentar y dar la fuerza a la caldera de vapor, así se desplazaba esa locomotora. Van pertrechados con los artilugios adecuados con sus palas y todo, madera, carbón, etc., todo en aras de mover las ruedas por los raíles.

Hay en estas construcciones personal especializado en trabajos de madera, unos por profesión y los más con empeño, sin duda el esfuerzo es de todos. Todo perfectamente pintado, detallado, cada uno aporta sus horarios, no hay diferencias ni categorías, todos a una.

Se ve que han pintado y colocado hasta el último detalle de lo concerniente a esta profesión ya en desuso, pero que sin duda interesó a muchos de los críos de este lugar. Estaba ligado a casi todo, si ibas a algún sitio andando, bici o moto, lo hacías por el camino anejo a la vía usado por los trabajadores para su mantenimiento.

También se servían de aquellas vagonetas manuales que trasladaban a los camineros del ferrocarril, materiales y herramientas por medio de un engranaje que hacía mover ese medio de transporte con un vaivén parecido a un columpio. Era para llegar a los lugares donde era menester reparar traviesas, tornillos, relleno de piedras, limpiezas, etc., se sacaban del camino de hierro para dejar paso a los trenes y se colocaban de nuevo para moverse con rapidez y eficacia.

Hasta la hora nos venía dada por la llegada de determinados convoy encabezados por aquellas locomotoras, era casi nuestro reloj de campana.

-¿Qué tren es ese?

-El mercancías de las seis.

Desde luego que eran muchos los que pasaban, proporcionaba una especie de compañía en las labores y al silencio, el conductor o maquinista solía pitar al acercarse al apeadero, el jefe de estación por medio de su silbato daba la orden de salida. Cuando eras crío pensabas que nos saludaban a nosotros, correspondías con saludos allá donde estuvieras.

Quizás nuestros juegos tenían un poco de ferroviarios influidos por este. Era incluso un motivo de curiosidad por la llegada de grandes grupos como los de seminaristas de Comillas, los visitantes a las fiestas de la Folía o la Barquera, ferias u otras festividades del entorno. Daba vida.

Se cree que en breve se hará el trazado eléctrico por medio de catenarias hasta Llanes, con esto es posible que el transporte de viajeros en tren resurja de nuevo, consecuencia de horarios abundantes que nos llevarán a lugares de forma rápida. Será una forma de minimizar la contaminación producida por otros medios de comunicación, evitando las caravanas y retenciones por vía terrestre y aumentando la seguridad.

La segunda de las carrozas es la que más me ha llamado la atención, pues sé de los duros y sorprendentes preparativos. He sido testigo de cómo se estaban preparando los aproximadamente 325 boronos, los ingredientes y su fórmula, claro que entera, entera no la se, puesto que cada mondonguera tiene su secreto.

Además del trabajo fuerte de dos días de duración, estuvo preñado de inconvenientes pero que aún así, dos de ellas confirmaron una cierta buena suerte. Surgió una fuga de agua en el local donde estaban preparando, que si llegan a irse 5 minutos después salen a flote con todo, hablamos de las 2 de la mañana. Ante grandes males, grandes remedios, recogen todo y lo trasladan a otro lugar con agua y en las condiciones de limpieza necesarias. Por cierto que cuando llegué, estaba el fontanero intentando aliviar el contratiempo.

La formula e ingredientes es la que sigue para hacer los boronos a la antigua usanza:

-15 Kg. De cebollas sofrita.

-30 Kg. De harina de maíz.

-2 kg. De alma.

-10 l. de líquido vital del cerdo.

-20 l. de agua.

-entre 3 y 5% de harina de trigo.

-Orégano, clavo, sal, pimienta negra, algo de pimentón también picante,

-Algún ingrediente secreto, que nunca se dice, pues cada persona le da su toque personal.

Todo este compendio se amasa junto y con cuidado de repartir bien todos los componentes, es un trabajo ímprobo mezclar este peso, (unos 85 kg.) hasta el punto que lo denominaban “remar”, esta labor fue acometida por una sola persona, ni que decir que es fuerte como una cajiga, concluyó como dijimos de madrugada. Esta masa dejó “yeldar”, (reposar), hasta el día siguiente, es el modo de manejar y conseguir de las harinas la fermentación adecuada para dar forma y que adquiera los aromas el borono.

Yo las encontré esta tarde moldeando este típico producto, pues ya habían catado una pequeña torta frita en aceite de oliva, comprobando que la receta estaba correcta. La forma se ha de hacer a mano, (su aspecto se parece al alpiste en grande, siempre en forma elíptica), pesarán aproximadamente 250 gr. cada uno.

Se cuecen en agua hirviendo durante 60 minutos una vez comience de nuevo a hervir y dependiendo de la cantidad, se introducen uno a uno moviendo con cuidado para que no se peguen al fondo, (según comentan con humor, con movimiento sexi), al rato flotan por si solos. Tenían para cocer 3 cacerolas con capacidad de unos 25 ó 30 litros. Se ofrecen fritos con azúcar o simplemente recién cocidos calientes en la carroza del “matacillo”, con vestimentas al uso de antaño. Ellas con pañuelo, falda larga, mantilla de lana, delantal y ellos con boina, palo y chaleco, ambos con albarcas. Creo que hoy los pies eran los únicos que no se les mojaron.

Hay mayoría de varones colocando y construyendo todos los artefactos grandes en la carroza, empezaron hace tres días desde cero. Ha quedado logradísima, con todos los detalles, ventanales, mesa, sillas, vigas, pintado y escrupulosamente asegurado para llevar todos los artilugios necesarios para el matacillo y los productos que se obtiene de este “bichito de vista baja” o chon. Morcillas, chorizos, boronos, costillas, picadillo, lomo, asadurilla, pique, carnes de todas las denominaciones del cerdo, desde el jamón al solomillo.

Su preparación se hace en la carroza en una cocina de carbón de hierro, con todos los accesorios (barra, plancha, tiro, chimenea, campana con repisas, cenicero, horno), donde se fríe el borono al momento para degustar por todo el público de la cabalgata que lo desee. La máquina de picar y hacer chorizo manual que hemos visto en directo como se introducía en la tripa. Diferentes cuchillos, hacha (utilizado como machete antaño), cestos, bolsas de harina, tijeras, cucharas de palo, espumaderas, trapos y agua para la limpieza, cedazos para cerner la harina dejándola suelta y limpia de impurezas, hilo y agujas para el cosido de los embutidos.

En esta alegoría de la matanza del cochino había de todo, cordón para separar las longanizas en porciones, vasijas de barro donde se conseguían conservar en salazón o manteca del cerdo todo ello, sartenes, cazos, llezas de cebollas, ajos, los pimentones, especies y pimientos para el adobo de alguno los embuchados, estos cuelgan en el techo de la cocina en palos a la manera de secado de entonces.

Todo este esfuerzo se desarrolla con alegría, interés y una moral indestructible, acompañado todo de fuerza física, mínimo descanso y poco dormir. Hay otra fase indispensable: La de la vestimenta de cada uno de los participantes. Otra faceta llevada a cabo por este reducido grupo de personas, aquí se preparan a cada talla de los participantes, todo hecho como lo anterior manufacturado y con el mismo sacrificio. Se pintaron en grandes telas los diferentes momentos de este trabajo ancestral, colocados alrededor de las carrozas.

Maquillado todo el mundo se da el último vistazo a todos, listos para lucirse y disfrutar. Increíble esta vorágine de trabajo, casi se puede denominar contemplado desde afuera como una locura navideña.

Llevan trabajando casi desde que acabó la última festividad estival.

Pero la cosa no acaba aquí, ahora al regreso del paseo, tras los reyes, al llegar a la plaza de la Acebosa, son recibidos por fuegos artificiales e igualmente para los encargados especiales de los Magos de Oriente, han llegado para obsequiar a todos los niños con alguna cosilla.

Este grupo de personas de una población tan pequeña no tiene fin en su aportación a la ilusión de este día. Los niños están como locos y ahora es cuando se llevan todos los productos a degustación y para recuperar fuerzas a un local, (antiguas escuelas), se departirá hasta altas horas de la noche. En el porche se encuentran las albarcas a la espera de la salida de sus dueños.

En alguna ocasión los pequeños han reconvenido sus mayores pues se trasnocha demasiado y temen que lleguen los Reyes a las casas y ellos no estén, piensan que pueden pasar de largo. Sí, son los niños quienes dicen que es la hora de recoger y regresar a los domicilios.

Las celebraciones se alargan a últimos de enero, con un cocido colectivo para todo el pueblo residentes o nacidos en el lugar. Tiene además un excelente cocinero encargado de preparar los diferentes componentes de este macro cocido, el anterior fue para 57 personas, previo reserva de plaza pues se tomará referencia escrita, entre otras cosas para saber que cantidad se ha de preparar. Se confecciona también ese famoso postre arroz con leche de verdad, cáscara de limón, azúcar, arroz, canela, anís y quizá un poco de sal. Regado todo ello con la bebida adecuada a cada edad y compartiendo una velada que puede ser en este año aún mayor en cantidad y más larga sobremesa.

Desde luego estoy más que orgullosa de pertenecer en nacimiento a este lugar, donde parece que la imaginación nos une a todos, es posible que el agua que tomamos de críos nos diera esa capacidad. He de decir que son personas que intentan guardar las tradiciones, con un empeño en el que hace falta un ímpetu que merece un homenaje, por este evento y por poner en la palestra fiestas y acontecimientos que se tenían casi en el olvido.

Apetece decir aún más fuerte, ¡Tengo el orgullo de haber nacido ahí y ser “cebosana”! (Creo que el verdadero gentilicio fue boloñeses, seguiremos investigando), hacía más de 20 años que no se veía tanta gana.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
La Acebosa-S. Vte. de la Barquera
5 de enero de 2010

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