miércoles, 11 de noviembre de 2009

APETITO EN EL ALMA

Veréis Jane y Uve, en estos tres días de temporal generalizado llegó a casa una de mis hijas, me parece que últimamente han establecido visitas de tres días, eso me tiene sonriente por la coincidencia. Ni que decir tiene que es una alegría recibirlas, esta niña viene de la provincia vecina pero tarda el autobús una eternidad en llegar. Para dejaros constancia, tanto como trasladarse desde Alemania; normal por otra parte porque hace paradas de recogida de viajeros en casi todas las localidades y deben ser bastantes por el tiempo empleado.

Pero llega que es lo importante, con el cansancio del trayecto y el acumulado del trabajo semanal, esta vez ha cogido un día más para intentar dejar atrás el casi agotamiento de ambas cosas. Con suerte si el “autobusero” (manera de definir al chofer del bus de mis hijas), es bueno en su trabajo viene menos vapuleada.

Me gusta su aspecto cuando llega y estéticamente también, está contenta y cariñosa, vamos camino a casa con esa maleta que tiene unos diez años de viajes, ruidosa, estropeada, coja, pero que le cuesta cambiar por otra por no se que historias, al final me dice: "Que sí mamá que la próxima vez la compro pero yo, tu no que no vas a acertar", total que creo que la van a poner el titulo de “incunable” como a los libros antiguos, estoy por asegurar que la maletita viene y va sola, casi más que una maleta a una niña pegada, resultará una niña a una maleta pegada. A veces me dan ganas hasta de recibirla con cariño, pero me limito a gruñir bajito mirándola y ella se ríe.

Hola hija, besos, abrazos, abrígate que hace frío, voy mamá que recojo mi antigualla rodante, riéndose con ganas me dice que será la única en el mundo que no quiera llevarse nadie. Nos ponemos en marcha y yo la ayudo cargando su bandolera, por Dios ¿Qué llevas aquí dentro?, pues verás un libro, la interrumpo ¿No será la Biblia encuadernada en pasta dura verdad? porque pesa bastante, noooo, el móvil que mis amigos llaman madreñas por el tamaño y alguna cosilla que verás luego, bien me lo coloco para equilibrar peso y seguimos hasta casa.

¿Papá sigue bien verdad?, ¿Ana?, respondo que sí que bien, llegamos y se dirigió a ver a su padre y rápidamente a sacar del bolso un par de cosillas. Un cucurucho de papel de periódico que envuelven castañas asadas aún calientes, desde casi 160 kilómetros y 150 minutos de viaje y unos caramelos extra grandes que si quieres ver un chiquillo callado durante dos horas, nada más tienes que darle uno. La dije que habría que cortarles con un cortafríos y martillo de hermosos que son, la ventaja que son hechos a la antigua usanza, azúcar y sabores naturales.

Suelen traernos cosillas que nos llenan más el alma que el ojo, la otra niña trajo una tacita de desayuno igual a otra que yo tenía mucho apego y que rompí, nada menos que la encontró en Alemania. Sí, las castañas asadas es mi placer en invierno, posiblemente me traigan recuerdos infantiles de aquellas castañeras callejeras, tapadas hasta la nariz, abrigo, delantal, pañuelo, guantes sin dedos, todas de negro ante una especie de máquina miniaturizada de tren, donde la caldera candente y alimentada de vez en cuando con carbón por ella, mantenía el suficiente calor para asar y calentarla.

Llegaron aún calientes y crujientes, agradecimos ese detalle y las catamos; al día siguiente las dimos un par de vueltas en el microondas y como recién salidas. Cenó comida casera, hablamos, nos miramos… Creo que viene a vernos para verificar que estamos bien, nosotros hacemos lo propio. Controlo que tiene apetito durante estos días, duerme bien, pero gracias al tiempo invernal evitó salir y consiguió un descanso general, aunque se dedicó a arreglar los aparatos informáticos de casa.

Teníamos el proyecto de acercarnos hasta la Cuadrona o ferial de Torrelavega; en el piso de arriba se estaba fraguando un concurso de aves y a ambas nos gusta ver semejante tumulto de 1.500 pájaros, estuve días antes y lo he descubierto por casualidad. La verdad que a pesar de ser tantos y fuera de sus entornos domiciliarios, la bulla es soportable, pero el tiempo impidió semejante visita con lo que nos dedicamos a convivencia casera.

Teníamos sobremesas largas y graciosillas, temas de todo tipo, en el cinematográfico salieron a colación las películas de Tarantino, son algo sanguinolentas hasta el punto que en una de ellas titulada Kill Bill las escenas más truculentas se daban en blanco y negro. De pronto alguno de nosotros dijo: yo creo que la más siniestra era esa titulada “Los apuros de una longaniza en la boca de un vagabundo”, guasas generales y se pasó a otros temas. Contaba que cuando le tocó ser jurado en un festival de cine, casi se le quitan las ganas de pasar por una sala de estas características, dos películas diarias y un cortometraje más los días de votación.

Pero veo que ya se le pasó el empacho cinéfilo, porque la televisión parece que está de capa caída, se ofrecen pocas opciones en novedades de cine. Le comenté que casi la ignoro pero he de reconocer que lo que veo con gusto son dibujos animados o documentales de naturaleza, ciencia o históricos. Le di las gracias por aquellas lecturas que me proporcionó, me entretuvieron y gustaron, aprendí algunas cosas con
ellas.

La proposición inicial de pasear hasta la tomatera indestructible del faro, se fue abajo por el mal tiempo, pero a su vuelta por Navidad la veremos. Se nos quedó en el tintero pasar a ver a mis tíos y sus animales y cultivos de granja, aunque si que llevó alguno de ellos, naturales y frescos.

Compartimos juntas y solas azotadas en el sofá, medio adormiladas frente a una tele que olvidábamos, el contacto físico y de alma placentero, me recordaba a los tiempos en que era pequeña, sigue teniendo ese encanto inocente. Tanto como que aún las tomo de la mano cuando vamos por ahí, ellas siguen aceptando ese gesto y a mí se me cae literalmente la baba.

Al fin salimos un poco por estos soportales que nos protegen del frío y lluvia, benditos sean los inteligentes de nuestros ancestros, la pena que no se siguió esa costumbre en la construcción, nos encontramos a unos amigos y fue gracioso la profusión de besos, a ellos, entre ellos, entre nosotras, total cuando acabamos de dar ósculos estábamos casi mareados y desternillados de la risa. Después nos pusimos un poco serios hablando de los trabajos, familia, etc., de lo bien que nos veíamos, ellos partían de vacaciones y quedamos en vernos para las fiestas navideñas.

Ese día hicimos la lista de las cosas a llevar, buscando el término medio, es decir ni lo que yo quiero ni lo que quita ella. Yo se que todas las niñas son diferentes por completo, tan solo me queda pedir que sean buenas personas y que se cuiden, que piensen que somos todos iguales y que cada persona de este mundo nos enriquece, sea como sea y quien sea.

Ha llegado la hora de la partida, todo preparado para salir, pretendo acompañarla para hacer durar su presencia y en el alma va formándose un hueco, es como si tuviera apetito que se va acrecentando a medida que sube al autobús, llama cuando llegues, besos y abrazos y ver como dice adiós con un movimiento de la mano tipo real, costumbre irónica que llevamos haciendo años.

Veo el rastro del agua de los neumáticos y pensar que la veré pronto, es posible que coincidan en casa todas. Este vacío en el alma me durará unas horas, ahora he aprendido a controlarlo, pero en tiempos me duraba días, con el convencimiento de que es su rumbo ya independiente del hogar.

¡Que curioso!, para nosotros siguen siendo pequeñas y en realidad ya son personas hechas y derechas, pero Jane y Uve tenemos la misma distancia en años, os dejo un abrazo fraternal y cariñoso.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la barquera
10 de noviembre de 2009

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Hola Lines..

Sigues siendo genial!

Abrazos cariñosos..

V.

Anonymous dijo...

Como siempre ¡Bravo!me llegas al alma.Besines.Dori