miércoles, 7 de octubre de 2009

A LA SOMBRA DE UN ROBLE...




A la sombra de un roble me encontraba
abrazado a su tronco y su leyenda,
tenía tantas ganas de sentirle,
y fundirme en sus ramas y corteza.

Quería simplemente sus consejos,
me hablara del invierno y primavera,
haciendo que aumentaran mis latidos,
y el fuego de los sueños por mis venas.

Entonces susurraba tenuemente,
en medio de las sombres que lo acechan,
contaba de lejanos carruajes
llegando polvorientos a su vera.

De aquellos pasajeros tan cansados,
jinetes cabalgando sobre yeguas,
buscando el dulce abrigo tan sincero,
la paz que junto al roble se contempla.

Me hablaba de los jóvenes amantes,
aquellos que grabaron sus promesas
los mismos que más tarde regresaron,
dobladas sus espaldas por la gleba.

Estaba en el repaso de memoria
la madre de mirada tan serena,
la misma que en su vientre ya gestaba
la vida de ese ser que tanto anhela.

Entonces nuestro roble recordaba,
la noche tan lluviosa y de tormenta,
los rayos se lucían en el cielo
haciendo que soñara con cometas.

Un rayo desprendido de las nubes
de pronto al viejo roble lo atraviesa,
lo hiere fuertemente en su costado,
lo deja malherido entre tinieblas.

Y el roble que guardaba los secretos,
se duele del dolor y de la quema,
no quiere compasiones de otros robles,
tampoco las palabras lisonjeras.

El tiempo pasará, está seguro,
el tiempo curará dejando huella,
la herida que no sangra, pero duele,
marcada por el rayo con violencia.

¡Ay roble singular, mi viejo roble!
el roble que cantaron los poetas,
el roble de Herrerías y Lafuente,
el roble de los bosques y La Venta.

Te veo entre Carmona y Puentenansa,
te sigo en Camijanes y hasta Bielva,
también por las orillas de este Nansa
sembrando de cajigos sus riberas.

Me veo en tus recuerdos y nostalgias
con tantos sentimientos que me dejas,
y duermo, sin poderlo remediarlo,
soñando entre tus ramas que me anean.

Tú sigues tu coloquio y tu relato,
me llevas desde Arria hasta Cicera,
me subes a La Venta de los Lobos
pasando por Taruey hasta Lebeña.

¡Ay roble singular, mi viejo roble!
yo quiero que me legues lo que tengas,
la sabia de tu tronco enriquecida,
y el soplo del amor, con que me besas.

"...A la sombra de un roble me encontraba,
abrazado a ese tronco sin fronteras,
soñaba entre sus ramas con el bosque,
y un beso me dejaba su silueta..."

Rafael Sánchez Ortega ©
07/10/09

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Rafael

Buenas noches!
Que hermosa cosecha de versos !
del ramaje de cada uno de ellos cuelgan infinitas melodias y en la corteza, dejan inscritas hermosas sensaciones.

Abrazos Poeta

V:

flor dijo...

Ya quisiera yo,sentarme a la sombra de ese roble e inspirarme de la manera que tu lo haces,cuanto tienes que enseñarnos todavia,lo estamos deseando y quizas algún día consigamos escribir como lo haces tu,besitos