lunes, 22 de julio de 2013

CUEVA “EL SOPLAO” Y GITANOS






        Hacía ya un par de años, (o puede que un poco más),   que no subía  a El Soplao. Desde entonces mejoraron algunas cosas, por ejemplo el túnel  por el que se accede al tren minero, y algunos detalles más.



            Fuimos con unos primos venidos de Madrid, y una amiga de Valencia, porque para mí es visita obligada cuando a mi casa llega alguien que no conoce esta maravilla de nuestro subsuelo. Como de costumbre, los que ya hemos visitado el lugar casi media docena de veces, no entramos. Pero siempre es un placer esperar a los que sí entran, contemplando el paisaje increíble , y el buen acierto del arquitecto que diseñó la estación de El Soplao, porque supo aunar  con el entorno los elementos mineros sin dañar un ápice el paisaje.



            Como la temperatura del día era una delicia, tomamos una caña de cerveza sentados en la terraza de la cafetería mientras nos recreábamos con la estampa incomparable de la cuenca del  Nansa a nuestros pies.      


             De repente, mis ojos contemplaron algo que me dolió como una bofetada: A mi izquierda, una escultura, (¿es…cultura?), de una gitana flamenca con faralaes y abanico sobre la cabeza, me hizo exclamar: “Pero, ¿ qué coño pinta esto aquí?”  Y como no acababa de creerme lo que estaba viendo, me acerqué  para aumentar mi asombro. “De gitanes” dieu est an fumeaur…” (Creo que la traducción es algo así: “De gitanos. dios, (con minúscula), es un fumador”.



            ¡ El asunto tiene perendengues!  No me cupo la menor duda: Aquello no era otra cosa más,  que propaganda de los cigarrillos franceses marca “Gitanes”  Pero en mi cabeza no cupo el aceptar que tal cosa se hubiera consentido, y  corrí a preguntar a la chica que estaba tras la barra del bar, lo que significaba  semejante esperpento.



            -Me lo han preguntado mil veces, pero estoy lo mismo que usted. Lo ignoro.



            “!Joer” con la chica del bar! Debe tener la sangre de horchata o las neuronas de serrín, porque a la tercera vez de haberle preguntado, ya debió correr a enterarse para poder satisfacer   la curiosidad de sus clientes. ¡Qué poca profesionalidad! Peor para ella. Si yo pusiera un negocio jamás pondría frente al público a semejante indolente.



            No me conformé y pregunté a las  chicas que atienden la tienda de recuerdos, pero llevaban tan poco tiempo en el lugar, que tampoco les había dado tiempo a enterarse del asunto. Entonces me fijé en quien se ocupaba de mantener limpio el recinto, quien después de estar totalmente de acuerdo conmigo en que aquello era un pegote en el lugar,  me dejó perplejo con la respuesta:



            -Según me han dicho, es un monumento a la tolerancia.



            ¡Un monumento a la tolerancia! ¡Hay que amolarse!, como dicen mis amigos lebaniegos. En lugar de un recuerdo a por ejemplo, Manuel Llano, hacen una burda imitación de La Chunga. ¿Pero qué puñetas pinta una gitana en vez de un sarruján de Rionansa o Herrerías? ¿Será verdad que alguno de los se creían con poder para ello pagó dinero por poner allí semejante pegote?



            Y porqué con una leyenda en francés  cuando habemos algunos que aún nos cuesta comprender el español?  Me sigue oliendo a propaganda de cigarrillos del país vecino, aunque no comprendo eso de que dios,  (con minúscula), sea  fumador. A no ser que quieran decir que está que “fuma en pipa”   viendo como hay gente que se empeña en escoñar el paisaje  que otros supieron cuidar… Total, que me declaro el más enérgico de los intolerantes a este monumento a la tolerancia.



                                                    J. González ©

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