sábado, 15 de junio de 2013

“ENTRE COMILLAS”



(Oía los sones de Noches de blanco satén, Moody Blues).

 

…“Hubiera querido un espejo para multiplicar mi amor por ti, y para que tus sedosas manos de amistad se centuplicaran y convirtieran en un amor apasionado, y que fueran… mías.  

Hubiera llenado de espejos el mundo para que a cada paso que dieras, se reflejaran aumentados mis te quiero, para que se transformaran, de tanto repetirse, en un abrazo interminable y en el beso apretado e infinito bajo una lluvia de pasión en la que nos amáramos infinitamente… 

Pero murió la esperanza en los diez segundos de: “Tenemos que hablar… y te quiero”, y en una decena de pasos; respondiste que era una fantasía y me crucificaste clavándome con la esperanza-verdugo. Recuerdo el lugar, y allí veo impresas todavía, las huellas del cadalso y las heridas de la crucifixión de mi amor.  

Una fantasía, me dijiste, una fantasía que diluvió sobre mi cara, que cuarteó mis gemidos en una tormenta, que me hundió en el lodo de mis palabras atragantadas... Y quise enterrar mis desgarradores sollozos en la curva del camposanto, al costado del río amigo que reflejó la hemorragia de mi corazón y que cubrió con su torbellino mis gemidos. Mas, enjuagó mi alma de aquel oscuro presente… Y rompí las cartas sin destino, el poema, siempre tuyo, quemé las letras de la pureza de las cuartillas que estaban colmadas de deseos, de imposibles… Quise romper el intocado satén de tu piel y bajarte del cielo de mis te quiero, de la nube en que te situé, e intenté borrar la verdad que salió, sin ni siquiera mirarte, de mi boca a tus oídos… Porque te quise, entre comillas, y en la soledad de un infierno abrasador, en un amor perfecto que quise romper en un beso, en una caricia que aplacara tu sensualidad, en ese desafío a mis ansias… Lo sabías y jugaste la baza de tu propia fantasía, de tu ego. Lo sabías… Lo sabías y esperaste a que se me rompiera el alma, lo sabías pero, aún así, no te pude odiar porque fuiste el verdadero amor, ese en que nada obtuve, y que, sin embargo, hubiera entregado mi todo por un atisbo de esperanza… Rompí definitivamente mi mirar, que era tuyo, en las marejadas de la atalaya, en las olas rotas por su propia fuerza, como mi amor por ti, y, que en pocos segundos, mueren en la belleza del encuentro con su amada costa…  

Ahora, soy feliz, entre comillas, porque tuve la suerte de conocer el amor verdadero”.
 

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
12-VI-2013

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