Le
tendremos en la Biblioteca el próximo lunes dia uno de Julio, a las siete de la
tarde. Luis Alberto Salcines, quien fielmente alimenta mes tras mes nuestras hambres literarias, con el aporte de un autor reconocido, le
eligió esta vez para clausurar la presente temporada de las actividades del
Taller de Escritura y del Club de Lectura. A mí, solo decir su nombre, Pedro
Crespo de lara, me transporta a los años de mi
adolescencia.
Pedro
es hoy un abogado, periodista y escritor de reconocido prestigio. Fue fundador
y Secretario General de la Asociación de Editores de Diarios Españoles y
vicepresidente del World Press
Freedom Committee, (que no sé que
coño quiere decir, pero parece que la cosa le da mucho prestigio al estar
escrito en inglés, y eso a mí me gusta un montón). Fue también entre otras
muchas cosas cónsul honorario de la
República de Corea, y Secretario General del Cuerpo Consular de Madrid…. Pero
cuando yo le conocí, se llamaba simplemente Pedrito.
Desde
aquellos tiempos hasta hoy, le habré visto dos o tres veces: En el entierro del
hijo de su hermana Ciuca, en el de
nuestro condiscípulo Magín, y en el
ochenta aniversario de la epopeya del
aterrizaje de el Pájaro Amarillo en la playa de Oyambre, donde como hombre conocedor de la cultura e historia de nuestra
tierra, intervino leyendo no sé que cosa.
Pedrito
tenía como cuatro o cinco años menos que yo, y recuerdo que en aquel entonces
ya apuntaba. Quiero decir que era avispado, que destacaba en su afición por las
letras, como Laureano el de Toporias
destacaba en matemáticas, o los hermanos Juanito y Agustín, “los
Rebecos”, destacaban en hacer diabluras, compitiendo abiertamente en este campo
con los también hermanos Pepe Luis y
Lolu Mantilla.
Yo
fui gris todo el tiempo. Quiero decir que no destaqué en inteligencia ni en
estudios, pero tampoco fui a remolque.
Y tocante a travesuras, creo que me faltaron arrestos para practicarlas, y me
uní al carro de los que guardaban la compostura, lo que de alguna manera me unió
un poco más al Pedrito de entonces, a Laureano, a Chamullo Bretones, a los
hijos de Darío el veterinario, a Benjamín el de Luisón, y a otros pocos más que
conseguimos que Sor Eulogia nos apreciara tanto como a sus antiguos y muy
añorados discípulos de Cuba.
El
día uno estaré a la expectativa, para ver
si Pedro Crespo de Lara me
reconoce, (supongo que además de los años, él no me sitúa en San Vicente), o si tengo que refrescarle la memoria con alguna historieta de aquellos
tiempos.
Jesús González ©
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