lunes, 13 de mayo de 2013

ESPECIALISTAS



-          Cuánto me cuesta ponerme la armadura, me hago viejo, o es que esta hundida por la zona del estómago. Subió trabajosamente al rocín y oyó que su dama le llamaba.

-          ¡Esperad Arturo!, debo coser la trabilla de vuestras calzas, descabalgad.

-          Huy, cariño, ahora no puedo quitarme el arnés porque llegaría retrasado a la batalla de las 10.

-          Andad, mi rey, que si no a la vuelta oleréis a caballo y además, tengo cita con el psicólogo.

-          ¿El psicólogo?, no sabía que existiera ese gremio.

-          Vos le conocisteis en aquella reunión de la mesa redonda, ya sabéis, esa “juerguecita”, que duró una temporada y de la que regresasteis tan descompuesto que no podíais con vuestra espada Excalibur. Me referisteis algo sobre una batalla sangrienta o no sé qué, y hube de asearos. ¡Traíais un tufillo…!

-          No caigo.

-          Es Merlín, y no disimuléis, que de tanto brindar celebrando aquella victoria con Lancelot, llegasteis “guapos” al castillo.

-          ¡Ah, sí, sí…! -Arturo intentaba zafarse de la conversación y los reproches de Ginebra-. Disculpadme “fermosura”, tengo prisa; oigo la última llamada de trompeta y he partir al campo de batalla.
 

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
27-IV-2013

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