domingo, 19 de mayo de 2013

ECLIPSE DE LUNA



Llegaste, como siempre exuberante,
y me miraste.
Supe de inmediato que seguía en ti,
y que también tú lo sabías.
Entré en un despeñadero de sentidos,
de un vuelco al corazón
y del salto en el vacío,
sentí tu cuerpo tan lejano
y tan cercano
como el horizonte y el futuro,
y supe que eras para mí
un ser desconocido,
inalcanzable.
Me quise convencer de una esperanza,
mentí a todo mí ser
y quise ser tu abrazo indefinido
hasta dejar mi vida en ti,
pues ya era tuya desde que te conocí.
En ese intento de amar a tu imposible,
la sangre se encendió
en la mecha de mis venas,
prendió en un suspiro a los pulmones,
que ardieron en cada lágrima de fuego,
y fui una implosión junto a mi alma.
Quise, en un eclipse de pasión,
invocarte en mis quimeras
y deshacerme en tus abrazos,
sentir la quemazón de todos los amores de este mundo
y que fueras luna llena de mi noche…
eternamente.
Mentí a los planetas
y quise entregarme a tus influjos,
a eternas pleamares de cariño,
al brillo de tus ojos,
al pecho despertado con tus besos en todas las auroras…
Y quise ser demente en busca de ternuras
o presa del alcohol
y cegarme a tus encantos,
al beso que jamás te di
y aquel abrazo entre tus brazos
que nunca consentí corresponder
en la pasión que me quemaba. 

Morí al despertarme por las noches
y ver que no existías,
y nada más lucía que la luna…

“No fuiste para mí más que un eclipse”.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
19-V-2013

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