domingo, 14 de abril de 2013

Y SIGO CON LO DE OTRA GOTERA (2)


Pues tal como Conchi me dijo, engrasé durante tres días mi oreja derecha con un aceite de oliva de cocinar, que a menos que me “unten” con un puñado de euros por la propaganda que pueda hacerles, no diré la marca.

Consideró mi doctora que la izquierda no debía engrasarla porque años ha, tuve un problema en ese oído, y si por un “vete tú a ver”, tuviera perforado el tímpano, podíamos hace una avería más grave. Así que en esta oreja, mejor dicho, en este oído, (porque la manipulación fue interior), trabajó ella sin engrasamientos previos y con la maestría que siempre trabaja Conchi, y me quitó un tapón de cera

El derecho, o sea, el engrasado, le tomó por su cuenta Juanjo Mier, (que mientras no se demuestre lo contrario es uno de los mejores practicantes de España), y me hizo un lavado a presión, que saltó un taponazo por los aires lo mismo que si descorchara una botella de Champangne. (¿Ves que bien queda escrito en francés?) Tuve unos segundos así como de aturdimiento, y enseguida empecé a oír mucho mejor que oía.

Mucho mejor sí, pero no bien. Sigue siendo problemático el oído izquierdo. Dije en otra ocasión que sentía en él como el eco lejano del río Saja cuando lleva crecida de agua.

Pues ahora le siento como sin crecida, pero sigue sintiendo un zumbido continuo que me molesta una barbaridad.Mira como estoy en Menorca, y como quien dice acabo de descender del avión, me he dado cuenta que más que a la corriente de un río, el ruido que siento en el oído izquierdo se parece al zumbido del reactor del avión. (No hay como viajar, para después poder hacer comparaciones).

Y como Conchi me dijo que si no notaba mejoría, me mandaría al “otorrino”, no sé muy bien que debo hacer. Porque si es para bien, pues eso, muy bien. Pero dada mi edad, y teniendo en cuenta la situación económica en la que se encuentra la Seguridad Social, temo que los médicos ya no pierden el tiempo en reparar cacharros viejos. Así que siempre que voy a un especialista, es inevitable que salga de su despacho con la duda de si realmente me habrá dicho lo que piensa.

Aunque, sobre todo si el especialista es joven, termino diciéndome a mi mismo que sí, porque los jóvenes suelen ser más auténticos. Solo los viejos como yo, están más acostumbrados a arrimarse al sol que más calienta.

Jesús González ©

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