viernes, 8 de marzo de 2013

NOS HABLÓ MIGUEL





            A nosotros. A los viejos. Fue en la sede del antiguo Club Social de Caja Cantabria, que ahora, con esto de los recortes, los reajustes, los apretones de cinturón y la eliminación  de “gastos  superfluos”,  gestiona la Entidad Municipal.  

            Miguel es el teniente de la Guardia Civil que tenemos en San Vicente, y como ya hiciera en otra ocasión, nos alertó sobre los distintos tipos de timos y robos a los que estamos expuestos todo el mundo, pero principalmente los que  debido a la edad, andamos lentos de reflejos.

            Yo acudí únicamente por eso, porque mi mujer me informó de que el teniente venía esta tarde a dar una charla, y quise escuchar  a Miguel. Pues desde que el local pasó a ser gestionado por la municipalidad, no he podido volver. Me explico: A mi el juego no me gusta. Yo acudía allí con mi ordenador, y mataba las tardes haciendo esto, escribir. Pero al dejar Caja Cantabria la administración del local, como por arte de magia desapareció también Internet, y  esto me cortó las alas para volar desde allí  por el mundo de las fantasías.  Si, ya sé que para escribir, maldita  la falta que hace Internet; pero si se quiere hacerlo con precisión, y no decir demasiadas tonterías, de vez cuando yo necesito echar mano a Google para aclarar conceptos. Como consecuencia de ello, me fui hasta que  el problema se solucione.

            Miguel  es un tipo cercano y amable que nos habló en plan paternal  cuando paradójicamente, por años,  bien pudiera ser él hijo de cualquiera de nosotros, y creo que de mí,  hasta nieto. Aunque me descolocó un poco cuando nos dijo que llevaba veinticinco años en la Guardia Civil.  También pudiera ocurrir que represente menos años de los que tiene.

            Nos habló de las tarjetas en los cajeros automáticos, y de cómo los cacos discurren trampas para robar el dinero que sale, para copiar el número secreto, y para quedarse con la mismísima tarjeta, mientras nosotros pensamos que es que se quedó trabada dentro.  ¡Cuidadito con ir a primeros de mes en busca de la pensión! Los rumanos lo saben. Y lo bosnios también.  Lo saben los colombianos, y lo sabe hasta  el último chorizo de nuestro barrio, que no siempre son los extranjeros los que vienen a joder la marrana. Se ponen en la cola de la caja como si fueran a gestionar cualquier asunto, se fijan en quienes cobran,  y con el móvil informan al colega que está fuera: “El viejo de la cachava, lo lleva en el bolsillo interior de la chaqueta”. Y como todos los viejos pensamos que “tou dios es güenu”, disculpamos al mozo que “sin querer” nos da un empujón en el hombro,  mientras que queriendo nos birla el dinero  del bolsillo de la chaqueta.

            Y “cuidao mujeres”, cuando en el mercado dais un billete para que el de la fruta cobre. Os quedáis mirando si el tendero os da bien la vuelta, mientras que por detrás hay una mano  que se cuela en el bolso que tenéis abierto.

             Que no mujer, que no. Que nadie viene a tu casa para darte dinero. Aunque te digan que son de Telefónica, o de la Electra, que cuando te pasaron el recibo se equivocaron y te cobraron cincuenta euros de más,  y ahora vienen a devolvértelo. Ellos te entregan un billete  de cien, tú les devuelves cincuenta, y cuando vas a la tienda a pagar con el que te dieron, descubres que era falso.

            Ni revisiones, ni reparaciones que tu no hayas pedido. Aunque vengan con el uniforme  de la compañía del Gas. Y mucho menos pagar en efectivo, que las compañías únicamente cobran y pagan a través del banco.

            También nos  alertó  Miguel sobre las recaudaciones benéficas, a favor de la niña pobre que sus padres no tienen dinero para poder operarla.  Los hay que van de puerta en puerta con una foto de la pobre criatura, y los hay más modernos que cuelgan la foto en Internet, donde se ven hasta las patitas retorcidas de la enfermita en cuestión. Si queremos hacer caridades, no nos fiemos del primer necesitado que se nos presente así, como diciendo si colaboras, cuando te mueras vas de cabeza al cielo. Es mejor hacer la caridad a quien tu sepas que lo necesita, o a través de una organización de tu confianza.

            Miguel dejó casi para lo último, lo de pasarse de listos. Los timos del “Tocomocho” y de  “La Estampita”. Son los más viejos, pero siempre hay quien pica ¡Es que nos ponen tan “facilín” quedarnos con el dinero que tiene el “tontucu”, sin que nadie se entere…!  Nos sale un brillo en los ojos, y unas cosquillas en el estómago cuando vemos la posibilidad de arramplar un montón de billetes, sobre todo viendo como estamos viendo que nadie se va a enterar de nuestra ruindad.  Oye, que en momentos como esos se nos ensancha la conciencia de una manera, que cuanto más grueso sea el sobre del dinero, más razones encontramos para acallar los remordimientos… ¡si es que hubiera razón a tenerlos!

            ¡Y luego criticamos a los pobres políticos por tener una o varias cuentas en Suiza!

            De todas formas, gracias Miguel.  Siempre está bien que de vez en cuando alguien nos alerte de estos u otros peligros.

                                           Jesús González González ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ah, y que no te pasan la mano porque seas "irresistible" o que te tengan afecto de golpe y porrazo, que es para birlarte la cartera, las joyas... Se puede distinguir facilmente: Ellas-llos son jovencísimos, tanto como nuestros nietos e incluso, biznietos.
¿Acaso no aprendimos que la VANIDAD arrastra?