viernes, 11 de enero de 2013

DROGA


Rompió el cristal y su mano. Se rompió mi alma al no reconocer a mi hijo, porque él ya no estaba, se había roto hacía tiempo y la sangre se había ido, antes y ahora, por el maldito tragaluz de la desesperanza. La droga extendió su manto de terror sobre mí y me convirtió en miedo.



Ángeles Sánchez Gandarillas  ©
11-I-2013

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