domingo, 20 de mayo de 2012

ENCIERRO .


Ser o estar “libre”, indica que antes se ha estuvo encerrado.

Los encierros, aún siendo por nuestro bien, por ejemplo, ingresar en un hospital o en una jaula de oro donde no necesites nada material o por enfermedades que coartan o invalidan, producen incomodidad y terminan por ser un encierro.

Sin embargo, en los primeros que se piensa al hablar de este término, es en los encarcelados por delitos cometidos en contra de lo establecido; sin embargo, son los únicos que tienen fecha para quedar “libres”.

Otros encierros son más íntimos, opiniones poco convenientes para salir a la luz, emociones o fantasías.

Según me comentaba un escritor hace poco, tienen una vía de “escape”, y es, pasarlos a la “libre-ta”, con el consiguiente ahorro en consultas al psicólogo. Otros se liberan haciendo deporte al aire “libre” o uniéndose a las redes sociales, donde se expresan “libremente” a través de las ondas. Todo es válido si hace sentirse “libre”.

Liberarse escribiendo ha debido de ser algo muy corriente a la vista de la cantidad de libros publicados, que siguen y seguirán publicándose a lo largo de la historia. Es más, la historia se hace gracias a los documentos escritos en el devenir de la humanidad; bien es verdad, que cada autor o escritor lo hace o hizo desde su punto de vista, como requieran los cánones o censuras de cada situación que vivieron.
Total que la “libre-ría” es un lugar donde se han liberado muchas gentes o, al menos, han dejado sobre el papel sus ideales, conocimientos o, simplemente, por la satisfacción de verlas impresas.

Además, quizá “libre” a los lectores de las realidades incomodas, desamores, aburrimientos, insomnios, etc., además de ser una distracción con la que se aprende, quizás, consiga aumentar el número de personas “libre-pensadoras”, acrecentar el respeto de ideas y, o, culturas diferentes.

Hay lectores que compran y atesoran los libros. Una vez sacados de las “libre...rías”, los “encierran” en las estanterías de sus propias “libre rías”, con lo que la palabra “libre y libro” termina por ser una paradoja.

Ya, ya, ya sé que algunos libros dejan “libre” la pesadez de la obra pero, eso también podría ser positivo, Tiene que haber de todo para distinguir lo agradable y asimilar la enseñanza de las desventajas, cosa que ocurre en la vida real.

La palabra libro, es peculiar, ¿a qué sí? Aparece como si fueran tiempos verbales; uno en modo imperativo, “libro... yo”, u otro en indicativo, “yo... libro”, y es bien cierto, tan solo con abrir sus tapas y llegar hasta sus páginas, comienza esa posible liberación si se desea dejar atrás alguna realidad incomoda, el lector puede inmiscuirse en ajenas aventuras, amores, desgracias o miedos impresos que tan solo con cerrar el “libro” pueden hacerse desaparecer. El lector es “libre” de volverle a abrir o incluso, releerlo.

Cualquier persona puede adquirir una “libre-ta” de apuntes, caminar por ahí y dejar “libre” todo lo que observe, imagine, lo que le cuentan, e incluso, lo que piensa o siente.

Yo tengo una de esas “libre...tas”, y en esta ocasión, la utilicé para el escrito quincenal del Taller de Escritura al que pertenezco, para desarrollar un tema sobre la palabra LIBRE. -Por cierto, nos han publicado siempre todo lo que escribimos, luego, en ese aspecto, nos podemos sentir “libres”-.

Y así, sin querer, llegamos a una acción que está definida por el diccionario: “libre-cambio”. O sea, que tanto los escritores, lectores u oyentes, podemos intercambiar estas letras que llegan libremente, sin aranceles, sin trabas aduaneras, sin fronteras, interpretarlas según sea el lector u oyente, de miles de autores..., incluso, de mis letras. Por cierto, cuando acabe esta lectura, me sentiré “libre” del miedo que me produce leer ante vosotros....

En fin, escribiendo, escribiendo, yo me “libré” de este encargo y de paso, celebraremos el día del “libro”.

Finalizo ofreciéndoos un abrazo cariñoso que sea el lomo que recoge y encuaderna todas las hojas -personas-, de este libro que se va escribiendo momento a momento: mi vida.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
23-IV-2012

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