martes, 6 de diciembre de 2011

TODO


(Al amor)

Un invierno y la lectura entre líneas,
de otras letras que se internan,
de repente, entre las mías...
La nostalgia con los sueños,
las ciudades del recuerdo
y los fríos que indolentes
se me adhieren a las manos.


Es entonces cuando cruzas más la bata,
cuando pones calcetines
y te enroscas en las mantas del despacho,
del salón
o te refugias,
con premura, en la cocina.
Al calor del alimento,
al vapor que va saliendo del puchero
del café tan oloroso...
y en la buena compañía.


Me planteo que quizá, ni viviría
si faltara la persona
que conmigo hizo la vida.
Y es entonces cuando tiemblo
y no es abrigo lo que pido,
es la gran sabiduría
que me llene en un momento.


No hay amigo como ese,
no hay palabras, ni poemas.
Es persona y mi refugio,
la pared que me protege
y me alegra la esperanza;
es el amor y es recuerdo.


Unas manos siempre unidas.
Nos hicimos las promesas,
las cumplimos y es bien cierto...
Él conoce las respuestas
y yo sé que hasta se sabe
lo que pienso cada día.
No me importa.
Me conoce hasta tal punto
que libera compromisos
y desata cualquier nudo
enredado en nuestras vidas,
y lo sabe,
aún mejor que yo,
si cabe...


Me lo cuentan sus silencios
en esperas me libera,
y lo sabe, a ciencia cierta,
que regreso hasta su lado.


"Me pregunto si esa prueba,
a mi vez consentiría,
y, aseguro que más bien,
otro gallo cantaría”.


He sabido con el tiempo
que mi vida no es su vida,
que mis gustos son distintos.
Yo soñaba allá, al principio,
pretendí que cambiaría
y que fuera como yo era...
o pretendía.


Eso si eran fantasías
y no las parcas letras
que me surgen
y que plasmo desgranadas
por doquier, en homilías.


Menos mal que he aprendido.
Eres tú y tal como eres,
yo te quiero cada día.


Si cambiaras,
es posible que mi amor...
arrancarías...


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
5-XII-2011

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