miércoles, 21 de diciembre de 2011

QUE ME LO ESPLIQUEN


Me mareo cuando escucho las cantidades. Porque estas cosas, las escucho, no las leo. Leer, si que leo. Pero los cuentos que a mi me gustan no suelen ser los que diariamente nos cuentan en los periódicos. Me gustan los escritos por buenos narradores, donde como mínimo, al menos puedo aprender a eso, a narrar.

Ya lo he dicho más veces. No suelo leer la prensa. A lo sumo, la miro. Le doy un repaso, y se acabó. La mayor parte de las veces, es mejor, (para mí,) no enterarme de las cosas.

Seguramente es porque no tengo la necesaria capacidad intelectual para pensar y saber discernir. Pero cuando escucho los comentarios de los que leyeron y luego pensaron, me es mucho más fácil calcular la diferencia entre lo justo e injusto.

Escuché el otro día que Zapatero se iba a casa cobrando algo así como ciento cincuenta mil euros anuales. La mitad por un concepto, y la otra mitad por otro concepto. Y según también tengo escuchado, ningún español puede cobrar dos sueldos de las arcas del Estado.

¿Puede alguien explicarme si es o no es cierto lo que dejo escrito? Si no es cierto, mira tu que bien para todos. Pero si lo es, ¡tiene cojones la cosa! Que un individúo por haber trabajado ocho o diez años, se retire cobrando al año una cifra que marea, mientras que cinco millones de parados claman al cielo para alcanzar un plato de lentejas, es una vil injusticia.

Lo de Zapatero poca importancia tendría si fuera él sólo quien engordara a cuenta del hambre ajeno. Pero es que también escuché que son todos los “padres de la Patria”, es decir, ministros, “ministrables”, allegados, y demás familia, quienes se “autoadjudicaron” esas leyes para ellos solitos. ¡Con consenso! De izquierdas y de Derechas. Del Norte y del Sur. ¡Joder, y hasta del mismísimo Centro!.

¿Sabrías explicarme si también esto es verdad o mentira? Porque si es mentira, ¡coño, que relajado me quedo! Pero si es verdad, ¡pocas pelotas tenemos, que no podemos atajar semejantes injusticias…!

Lo de la crisis, tampoco lo entiendo. Hasta hace un par de años, o tres, el dinero corría que daba gusto. Lo de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, lo decimos ahora, tontos de nosotros, para conformarnos. Pero cuando estábamos comprando la segunda vivienda, o cambiando de coche porque nos gustaba otro más moderno, ni dios decía ni pío sobre que estábamos haciendo algo que no podíamos hacer.

Y de pronto el dinero desapareció. Y las pequeñas industrias se pararon. Y algunas que no eran tan pequeñas, también. Y se cerraron comercios. Y la gente se quedó sin trabajo, y lo que aún es peor, se sigue quedando… Y el que tenía hipoteca clamó al cielo, y según parece el cielo no le oyó. Y el banco que primero fue tan generoso, se quedó con su dinero, y después le puso de patitas en la calle para quedarse también con la casa…

Y, repito, el dinero desapareció de la faz de la tierra. Pero el dinero no se desintegra por sí solo. Alguien se ocupó muy bien de ocultarlo en las cajas fuertes que existen en el subsuelo de Ginebra en Suiza.

Ahora los hambrientos del mundo cantan todos juntos. “Donde están las llaves, (de esas cajas fuertes,) matarile, rile, rile…. Y los banqueros y políticos rechochos responden: ¡“En el fondo del mar, matarile, rilerón ! ¡Pin, pón!

Oye, que si tu piensas que este cuento no es así, por favor, explícame como debo contarlo para hacerlo con justicia, porque yo no alcanzo a verlo de otro modo….


Jesús González González ©
Diciembre 2011

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