viernes, 24 de junio de 2011

ECLIPSE DE SATÉLITES MUSICALES


En este día 15 de junio se producirá un eclipse total de Luna, se tornará de rojo ardiente, será el más largo en 11 años. Podría ser que esta luna estuviera apasionada, buscando enamorar al sol, aunque tendrá que asumir que es una fantasía irrealizable.

Quise ver entonces otros espectáculos mucho más cercanos, más reales. Entré en el Auditorio para ver desde un oscuro rincón a unos músicos en ciernes que ensayaban para su concierto anual; se celebraría al día siguiente.

Entre sombras veía relucir además de las luces en los elementos musicales, algunos nervios, alegría, orden, y música, mucha música repartida en los diferentes instrumentos, incluida la voz.

Tan solo nueve adultos, incluida la directora y yo, en este último ensayo. Los chiquillos estaban un tanto serios, quizá por este preludio ante el debut. Llevaban un par de días ensayando, aunque Catherine hubiera deseado al menos un mes. Tenía vendada una muñeca por el traslado de instrumentos y algo del mínimo y colorista mobiliario; se veía a un lado la mesa donde reposaban, el resto en el escenario sobre pequeñas mesitas o apoyados en sillas.

Un incesante colocar, afinar instrumentos, arreglar imprevistos como inmovilizar el pedal del piano con un recurso tan sencillo como una cinta de empaquetar, una vez resuelto la directora coordinaba el programa con cierta fluidez; a pesar de que les sudaran las manos y la inquietud reinara entre ellos, pues todos estaban resueltos a conseguir la perfección, a dejar la tensión en aquel sillón antiguo de madera y cuero que presidía el escenario. Este aposento había sido restaurado hacía poco, podría sobrepasar el siglo de antigüedad, siendo coetáneo de muchas de las partituras y sus autores, las que se extenderían por aquel lugar a lomos de las notas musicales.

-Trasladaros hacia a delante porque si no las notas se quedan atrás… Paraossss… Juntaros para evitar las distorsiones y que llegue el sonido al unísono. ¡Haz el favor de callar!, ¡repite desde ahí…!

Así en este devenir, pasaban las horas de ensayo.

Decía su directora, -mañana saldrá perfecto, hoy dejarán aquí toda la presión, alguno está recién venido de un largo viaje y como es normal, se desorientó. Son responsables y asumen la necesidad de culminar un trabajo con el máximo de perfección. ¿Has notado que esta chica ha mejorado?, consiguió superar en dos años cuatro cursos. Era cierto, sus dedos recorrían el piano con fluidez y seguridad, dejaba caricias sobre las teclas bicolores, descargas de sentimientos encontrados entre orgullo y temor, pero sus ojos brillaban satisfechos. Cierto es que los demás instrumentos e interpretes, se afanaban y conseguían arrancar las notas con facilidad y acierto.

Cuando acabó el ensayo, ya tarde, se derramaban por todo el auditorio suspiros, nervios, voces, risas; estaban desahogando toda la presión que produce la gente menuda estar quietos tanto tiempo. El intentar pararlos sería tan quimérico como mantener un eclipse, por bello que éste fuera.

Al día siguiente pude comprobar el resultado y sí, Catherine había conseguido que cada actuación se eclipsara en cada grupo, momentáneamente, lo justo para admirar la educación que inculca a la vez que sus clases de música, les adjudica en cada edad, la responsabilidad que les hará madurar en su tiempo.

Y como el año pasado, la brevedad de las piezas facilitó el disfrute de este concierto, por igual en los espectadores de todas las edades; embute en el alma la necesidad de seguir escuchando e incluso, el deseo inconfesado de interpretar música, es posible que en algún caso sea una asignatura pendiente. Dejarse llevar por la imaginación de esas piezas musicales, en muchos casos reconocidas, Incluso adornadas de teatralidad, lo vimos en los ensayos en una pieza musical con un supuesto conflicto entre los personajes de “Bourrée croisée de Glux”

Fueron interpretados y los acomodaron por todo el aforo, hoy casi lleno, autores clásicos y contemporáneos como Haëndel, Bach, Vivaldi, Mozart, Beethoven, Schubert, Fauré, Lecuona, Yan P. Tiersen o Yiruma, o canciones populares incluidas en zarzuelas.

Cada pieza interpretada caldeaba el ambiente, dejaba la sensación de estar en el mismo cielo, saboreando piezas al piano, flautas, guitarras, el sonido imperceptible del glockenspiel, quizá la gravedad y relajo del violonchelo, la novedad de los platillos en el “boogie”, violines, metalófono, campanas, y por supuesto las voces. Instrumentos de viento, percusión y cuerda que junto con la voz clara y nítida de las cuerdas vocales de los jóvenes intérpretes, producían relajación, ganas de seguir el ritmo con los pies o las manos, de abrazar y del disfrute total de la belleza de la vida. Es poesía hecha notas, llevaba al lirismo e imaginar fantasías a través de sonidos sumamente agradables. La música ha sido, es y será un arte necesario, una afición compensadora, un mundo feliz aun a pesar del sacrificio y del constante ensayo, o, ¿quizá alguien pensó que lo artístico no costaba? Se equivocó, lo que suele acontecer es que les gusta y eso ayuda mucho para seguir en el trabajo del día a día.

¡Enhorabuena chicos, enhorabuena!, siento que el orgullo me rebosa al oíros; os habéis superado con creces.

Escucharos ha sido un placer de dioses, vosotros lo habéis convertido en terrenal para así deleitarnos siendo tan solo humanos.

Para más información: catherine@musicapreludio.es


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
16-VI-2011


































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