martes, 17 de agosto de 2010

FLOR EN EL AÑO 2060


Hablábamos en la noche un ratillo, como casi siempre, derivamos a filosofar un rato de la vida, eso sucede de continuo incluso con uno mismo. La existencia en sí misma, un aprendizaje y al mismo tiempo, reflexión.

Flor se preocupa por su posible deterioro al paso de los años, un poco amontonada y viendo para sí, lo palpable en personajes de su entorno.

La charla subió de tono al aumentar su temor.

-Tú no te deteriorarás así, el futuro llegará de otra manera, lo sé seguro. Nadie vive lo mismo que otro. Serás una viejecita inteligente y también una escritora famosa. Verás, yo te veo…

Con un cigarrillo humeante en el cenicero consumiéndose, lagrimeando emocionada por una frase que alguien dijo. Sigue tu hipersensibilidad.

- "F". -Sigo pensando amiga, que lo de famosa suena fuerte.

- Ya, pero famosa queda mejor. Verás cumplidas muchas cosillas pretendidas o deseadas, dominarás todo sobre versos, rimas, estrofas, medidas, ritmos… Enseñarás a escolares lo bonito del amor y de los cariños sinceros y les leerás cuentos en verso. Harás poemas por un tubo, no sabrás hablar de otra manera que rimando, pensarás que cada minuto de esa vida romántica merece la pena, sigues teniendo futuro a pesar de tener cumplidos los 105 años. Ser viejo se mide por las ganas de vivir. Para vieja, aquella mecedora que conseguiste en la tienda de antigüedades. No pudiste evitar comprarla, según la viste pensaste:

"Servirá para estar al calor de la chimenea. Luego, lo añejo tiene su valor ¿No?"

Conseguiste hacerte con aquella casona apartada; en los inviernos calienta el salón azul, mediante la chimenea que terca, te empeñaste en conservar, arde con diferentes productos reciclados.

Te encantará ver esos colores incandescentes, rojos y amarillos, centelleando en el hueco, protegido con una reja de las chispas nerviosas, acompañando con su calor y alegría; el crepitar al consumirse lentamente en noches de tormenta, oyendo alguna de aquellas melodías del blog. Las guardaste con cariño, fuiste la única que conservó todas aquellas reliquias, con mimo y cuidado. Hasta una de las sillas donde leíamos las tardes de los lunes. Me dijiste una vez;

"¿Recuerdas las campanadas de la torre?

-Sí.

- Pues las tengo grabadas también, hasta las medias de las dos horas que siempre nos pareciendo cortas.

En esa misma mecedora, tomarás el aire protegida del sol por las ramas de los salces, al suave aire del atardecer o en las mañanas primaverales, donde el sol va tomando posiciones al calor y al día, lleno de flores, con aquel rosal que se ha convertido casi en un árbol.

-¿Cuántos años tendrá Flor?

- Yo creo que va para cuarenta, le compré cuando me jubilé, para celebrarlo y cuidarle. ¿Qué fiesta hicimos eh?

Te imagino con un cuello cisne, como comienzo de un vestido de florecillas casi imperceptibles, agranatado. El pañuelo por los hombros, una chaqueta fina de perlé por encima de color beige, medias de cristal, los zapatos bajos y con brillo, sobre el brazo de la mecedora reposa aquel bolso que llevas a la compra y en su interior, el blog informático. El pelo en media melena teñido para tapar presumidamente, las poquitas canas que te salieron. Al lado una pequeña mesa y un bolígrafo de esos que te gustan…

-Dice riendo F. -¡Qué viejita mas presumida!, antes muerta que sencilla. Risas de ambas.

…Con un anillo en el dedo corazón izquierdo. Tendrás las manos delicadas y suaves, con las uñas pintadas de color rosa claro, leyendo un libro, reposado en un atril, pues la fuerza de la mano derecha ha menguado, de tantas labores en aquel trabajo ya pasado; al final conseguiste ascender y superar con creces todos aquellos sacrificios.

Una página de la libreta se levanta en una esquina, (sigues gustando de escribir como antes), movida por efecto del aire, tiene unas notas recogidas. Intuyo que será un verso sobre una pareja que oías discutir, pasando por el camino aledaño a tu jardín. Lloraste con pena por sentir la tristeza de esa discusión…

-F. -Seré una viejita melancólica.

…Y casi sales a decirles que lo olvidaran, por suerte ellos solitos se dieron cuenta y, terminó la historia de los enamorados del otro lado del muro, como a ti te gusta, ¡bien!

(Tu esposo recostado en aquel sillón tapizado por ti. Lo arreglaste en aquel curso de restauración de muebles antiguos, fue por el 2011 o así. Él suele leer todavía libros de humor, le encantan. Un hombre tranquilo, parece un apoyo para todos los agobios y es un poco tu guardián cariñoso. ¡Cuánto disfrutáis juntos de las cosas buenas de la vida!)

Mientras, las moscas llegan en busca de aquel trocito de pan untado en miel, lo dejaste sin acabar porque habías comido mucho.

Sí, aquellos muchachos que ayudaste a estudiar la parte de literatura con las rimas y leyendas de Becquer; te trajeron en agradecimiento aquel delicioso marisco, lo pusieron a la plancha en el asador con las brasas en calda y lo acompañaron de vinagreta; de postre queso blanco con dulce de manzana y peras de San Juan, recogidas en la finca de sus padres. Petra hizo arroz blanco con salsa tipo americana como acompañamiento. ¡Qué rico te supo!, aun notas el sabor en el recuerdo y tu boca saliva de nuevo, inundándose.

Pero la gula se paga. Aún lleno el estómago, quedó la tostada de todos los días a medio comer; sin embargo tomaste el café con leche, pues la tarde baja algo la tensión. Sabía riquísimo, oloroso y cremoso.



-F. -Y a mi casa llegabas todas las tardes y sentadas bajo la sombra de aquel árbol, evocábamos el pasado.

Estaba en su punto; Petra cada vez lo hacía mejor, de puchero como antes, con azúcar moreno y ese poquitín de canela en polvo, encima de la poca espuma de la leche…

F. -En nuestras manos aquellas viejas plumas con las que tantos escritos habíamos realizado y en nuestros corazones, nuevo anhelos. La melancolía de recordar aquellos años de nuestro Taller de Escritura y a los compañeros con los que tantos momentos gratos pasamos.

…caliente, en aquella tacita alargada y cilíndrica, color fucsia.

-F. -Mientras en nuestro rostro una lágrima resbala salada, un suspiro nos embarga en el recuerdo.

Siempre atenta a todo, siempre suspirando, siempre amable y cariñosa, siempre dada a la nostalgia.

Todos los primeros lunes de mes, había reunión con los amigos de aquel Taller, creado hace ya tantos años que ni se acuerda. De vez en cuando, sale a colación la emoción sentida en las primeras citas, comienzo de aquella fábrica de sueños y sensibilidades, un mundo parte de todo lo demás, solamente personas con el interés en contar lo que pasaba por sus corazones y cabezas.

El “jefe” no pudo venir el pasado lunes; metido en aquel famoso archivo, seguía sin concluir esa investigación.

En las tardes de invierno uno tras otro, desfilábamos a un salón pintado en color azul, reservado para eso nada más, una gran mesa parecida a la utilizada en el plenario concejil, compraste esos sillones que parecen flotar para cada uno y un holograma en cada lugar de asiento. No faltan ni una vez las flores sobre la mesa, ¡ni una!

Normalmente se trae cada uno unas cosillas comestibles y se dilata la reunión, con una animada charla y cena.

Tenemos todos los escritos de cada año en volúmenes, todos confeccionados y diseñados, por nuestra encuadernadora ya célebre. Cada uno el suyo.

Más de una vez, pernoctan con la disculpa del mal tiempo; son reuniones inacabables, apenas se duerme y las carcajadas son audibles en la calle, son preferibles las agujetas en el cuerpo de reír, que los dolores del reuma puñetero de la mayoría.

Sigue gustando de todo lo escrito, porque reconoce y transporta, a los sentimientos de cada uno al escribirlo. A veces recapacitando, se considera en algunas conversaciones de tu opinión siempre positiva, ayudó en los momentos de dudas, respecto a seguir escribiendo.

Querrías tenerles allí todo el tiempo. Le pasa invariablemente, se disgusta y llora, cada vez que parten; entiende poco que han de marchar para volver, que la alegría del reencuentro merece la pena. ¡Qué mujer!

Parece que nada cambiará a pesar de los años. Preparando encuentros, sorpresas o detalles, preocupada por todo y por todos, teniendo tiempo para escuchar y esa dosis de romanticismo, de la que jamás se desprende.

-Creo que exageras con tantos años y tantas cosas, te pasas.



-Yo creo tener Flor, tanta imaginación como tú al pensar en tu futuro aciago, es tan probable lo uno como lo otro. Este que te cuento, es más agradable.

Y así “pasó” esta historia en el “futuro”.

Un abrazo para todos, que dure hasta el 2060, por lo menos.



Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
17 de agosto de 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me embalsamáis, por favor,
que quiero estar con ustedes
en esas fechas, por Dios.
Y muerto de tanto tiempo
os puedo dar mal olor
y estropearos el día
tanto a Lines como a Flor.

O mejor, yo resucito
para leer a las dos
otro poema que Foncho
os escriba con amor.