jueves, 12 de agosto de 2010

EL MIRADOR DEL FARO Y LOS CORALES

He ido paseando cuesta arriba,
Y veo seis árboles secados.
similan rizomas turbulentos
del aire y el tiempo, ya extenuados.

Estaban del todo adormecidos
envueltos en líquenes dorados,
ladeados, torcidos que se asoman,
parecen corales en los prados.

-Quizás el divino les dio vuelta,
y pone a la vista lo ignorado-.
De pronto diviso varias hojas,
tan sólo asomando por un lado.

Persisten lo sé, con esperanza,
la savia transita alimentando,
las pocas hojillas solitarias
que envidian contiguos arbolados.

Esféricas copas esmeraldas,
están disminuidos y vejados,
quisieran el verdor de primaveras,
desdeñan su color casi arrubiado.

Son secas ramillas que recuerdan
las voces de “ocleros” muy sudados,
¡colócalo bien, que no resbale,
“mozucu”, te envío el salabardo!

Prendida la polea en la pluma
se yerguen inhiestos, esperando,
los mástiles sin velas exhibidas,
chicotes frenando aquel pasado.

Rastrillos y pilas de las algas,
secando extendidas en el prado.
testigos de amores juveniles.
pandillas de chicos festejando.

Amigos en tristes despedidas
de afectos y estíos separados.
Los juegos de niños y monjitas
o lloros de amantes despechados.

Adioses a barcos de la pesca
mujeres a marinos esperando,
la vuelta en ausencias prolongadas,
vigilan su suerte con los hados.

Hay hierbas, espinos, campanillas,
melenas de sotos encrespados,
invaden enormes la ladera,
verdores por riscos cabalgando.

Al fondo se jactan orgullosos
los dueños de esporas limitando,
una débil reja y los helechos
caídas y desmayos guardando.

Advierto plumadas mensajeras
ninguna otra en vuelo planeando,
tampoco en la Punta de la Silla,
percibo cormoranes sesteando.

Desnudo descubro hoy el cielo
y el sol, acunado y eclipsando.
Tan sólo el silencio de los mares,
murmullos de gentes reposando.

Tirados en la arena de las playas
de estreses y prisas, descansando.
-Silente aparece un deportista,
me asusto por ser inesperado-.

Ribetes de todo este paisaje
laureles, cajigas, enrejando,
ovejas que pastan afanosas
las hierbas resecas, los salvados.

Urracas encima de sus grupas,
brillos, negro-blanco contrastando,
comiendo tranquilas, descaradas,
y otras en el suelo, picoteando.

Resalta en las piedras las encinas
retratos de una tela imaginando.
canciones del mar con olas bravas,
y erizos antaño mariscados.

Pandillas de “sorropotuneros”
de postre, con mil baños calados,
volvían de noche de la costa
con risas, rojeces y empapados.

Archivo de todas nuestras vidas,
con juegos o adioses apenados,
amores, sonrisas, los encuentros,
pues todos subimos encantados.



Ángeles Sánchez Gandarillas ©
11 de agosto de 2010

2 comentarios:

lunilla dijo...

bello paseo que desnudas en tus letras
abrazos angeles

Felicitaciones.

Veronica

Flor dijo...

Poeta que escondes en tus letras,recuerdos y viajes deseados,un placer leer este poema,sentir tus versos añorados.