martes, 24 de agosto de 2010

CON UN SOL DE JUSTICIA

Esta frase está definiendo el tiempo últimamente, por eso el mejor camino era la carretera antigua, refrescada por la vegetación y los árboles, el silencio, algunas moras maduras y el chapoteo del arroyuelo, dejando caer el agua desde un pequeño escalón entre algunas piedras y a la sombra de las riveras, que confluyen en ese mínimo delta, hacia el puente del Arna y la ría.

Y justicia también, para reconocer a todas las comisiones de fiestas de los lugares, por su trabajo e interés, porque pocas personas podrán mantener el ánimo, sacrificio, esfuerzo y alegría, que tan solo ellos poseen; con sólo una recompensa: compartir y hacer grande la fiesta.

Llegué a La Acebosa para disfrutar del colofón a las fiestas de la Magdalena y el Recuerdo, en este último llovió y fue imposible escuchar a la Coral Torre de Obeso, quedó postergado hasta esta tarde. Asistencia de público importante y horario adecuado, pues la caída del sol dejaba en el horizonte una bonita vista y la refrescante rosada de la noche.

La Magdalena ha tenido más afluencia de romeros este año, desde luego que organizaron la manera de atraer al personal, celebrando una misa el día 22 de julio y pasando la celebración al viernes y sábado

En la mañana la reunión de 44 mujeres tocando la panderetea, casi no cabían alrededor del altar e imagen, dando paso a las 8 niñas que serán el futuro en esta tradición, comienzan así la andadura, haciendo sonar estos instrumentos en la festividad de la patrona y en la procesión por la población, con los porteadores de la virgen.

La misma ilusión de siempre, viviendo el trabajo y su resultado, el mismo número en la comisión con cambios mínimos del personal.

Hubo un refrigerio a base de aperitivos gratuito, después de la ceremonia religiosa.

Una gran competición de nuestro deporte vernáculo, el bolo palma, famosos jugadores y público abundante en la bolera, no se cabía en la tarde noche. Silencio en el público para ayudar a la concentración de los jugadores en los “chicos” desde el tiro, sorteado el orden con el emboque, con la elección de “punta o coz”; estos se sitúan en el exterior de la raya, acordada la distancia por los competidores, vale 10 puntos. En las modalidades de las tiradas, a “la mano” o “al pulgar”, derrumban cuantos más de los 9 bolos de madera de avellano o abedul, plantados en la caja, -si tira el del medio o “panoja” solamente, vale 2 puntos-.

Sudorosos y las caras tensas; sonando al contacto de la bola de madera de encina – pudiendo pesar 2,3 Kg.-, pasado el “fleje”, el choque con los estilizados bolos, seco, claro, adornado por el castañeteo de estos al caer golpeándose entre ellos, oído desde todos los barrios de La Acebosa, retumba y significando el respeto al jugador, roto a veces con voces del asombro por una jugada espectacular, como si de un coro educado se tratara o con aplausos; siempre y cuando no sea una “bola queda o blanca”, si llega al tablón, un sonido sordo, fuerte, siendo la meta dejarla cercana a la caja, para el “birlar” con más ventaja.

Espectadores, de pie en su mayoría varias horas, hasta la conclusión de la competición, moviendo las cabezas a medida que la bola va o viene, siempre respetando las jugadas, con los armadores preparados para “plantar” los derribados bolos, la limpieza y arreglo de la zona de juego, -desconozco el nombre para ese oficio, pero es fundamental para la partida-, a la sombra de tradicionales y jóvenes chopos o de las higueras, flanqueada la puerta de la “cantina” con acebos, -quizá sea la procedencia el nombre del pueblo Acebosa-, los jueces, el nervioso organizador, los muchachos y muchachas principiantes, atentos a sus ídolos. En fin, una auténtica tarde de bolos.

En la plaza, el bar de la comisión a precios más que populares, desarrollándose la parrillada gratuita, con agobio de los organizadores, pues el apetito se contuvo hasta finalizar la partida y no daban abasto. Baile, los Tanea y chocolatada -30 litros- con palmeras de hojaldre, que reanimó, pues refrescó esa noche, finalizando así las fiestas. Este año han traído una orquesta de más calidad, acudiendo en estos dos días, gran cantidad de romeros.

A la semana siguiente la fiesta del Hoyo, El Recuerdo. Misa de campaña, solicitó el oficiante, anécdotas de los vecinos de tiempos de antaño, las picayos y sus panderetas, Coral Barquera, los danzantes de La Revilla y con la misma, comida al aire libre bajo carpa de los presentes, a la antigua usanza, llegados con alimentos y disfrutarlos entre todos, familiar o amistosamente, sobre mesas gigantescas que dan lugar a la fraternización, charlas interminables y risas que adornan un día de campo. En ocasiones no se cabe y han de formar pequeños grupos aparte. Cualquier visitante puede acercarse de la misma manera, está abierto a todos.

Por la tarde juegos tradicionales como en años pasdos, hinchables, sorteos de cenas de marisco por medio de una baraja, la toma de algunos refrescos o licores en el bar de la comisión, -como siempre económico- y viendo el agua que Dios se empeñó en dejar caer. Llamada a la coral y trasladar esta actuación, a la tarde del 20 de agosto. Salida intermitente de aquel aparcamiento en el prado, permanecían aún bastantes de ellos en el lugar, quizá esperando una escampada para seguir la fiesta, conversaciones todavía para largo y las risas de las mojaduras que estaban siendo frecuentes, sobre todo en los niños encontrando en esa travesura, un divertimento que nadie se molestaba en regañar.

Al fin la esperada coral después del aplazamiento, preparados con instrumentos de percusión y cuerda, en la nueva plaza sillas amontonadas para los espectadores, iban recogiéndolas a medida de su llegada, faltaron asientos para tantos como acudieron al evento, se disfrutó de pie, sentados en el suelo o apoyados en el cercado del muro y verjas. Con un repertorio de canciones populares, habaneras, vals, montañesas, bandas musicales de películas de sobra conocidas, con su entusiasta directora, hizo participar dirigiendo a los asistentes, acompañando al grupo con palmadas o tarareando algunas de ellas.

A pesar y gracias a estar al aire libre, las voces se abrían en exceso pero, escucharles en un atardecer creciente bajo un limpio cielo, con el frescor de la rosada haciendo olvidar el calor sofocante de la tarde, frente a las elevaciones que salvaguardan y limitan el pueblo, el empedrado de los muros de la plaza que se confunden con los del otro lado de la carretera en la iglesia, el silencio de todos y disfrutando por mi parte de una licencia horaria al aire libre. La felicidad se parece bastante a este completo día.

Acompañada de una persona con un carácter candoroso y sencillo, con una elegancia especial estética y de sentimientos, despistada según dice, aunque tiene la atención en detalles que a otros nos parecen invisibles, la sonrisa puesta y siendo sus cortos relatos, traspasando al lector el acicate a la imaginación y sentimientos; conversando en los aplausos de próximas reuniones y apreciando las ganas de la directora del grupo, Begoña y de las mías de bailar.

Al levantarme la observé, estéticamente perfecta, en una figura estilizada, melena cuidada, tapándose con delicadeza con un chal liviano sobre los hombros, con las manos en movimiento claro y pausado, me parecieron la caída del agua del arroyo, aunado a una refrescante risa, viviendo su mundo interior, grande debe de ser, pues en ocasiones se nos pierde en él. Suerte poder contar con una persona de hermosas convicciones, franca y respetuosa con todos. A lo mejor existen las musas, a lo mejor ella podría serlo, a lo mejor…, seguro que si es un ser especial.

Concluyeron la interpretación con varias propinas y de nuevo otra chocolatada, esta comisión de fiestas descansa lo justo, un bis para culminar definitivamente las dos festividades. Si hubiera habido algún otro traspaso de actuaciones, es seguro que volverían a rematar con alguna nueva oferta culinaria, ¡por Dios!, que ganas y cuanto amor propio, comprometidos hasta el final.

Posiblemente se me note cierto orgullo por ser nacida en La Acebosa, quizá tenga algo de esas cosas buenas que emanan, como constancia y pundonor, si no fuera así, intentaré aprenderlo.

Acebosanos, hasta próximos eventos, sé de otras vivencias y actividades, culturales, culinarias, infantiles, retomando tradiciones, algún día las dejaremos asomar, seguro serán divertidas, estas personas sin cejar en ese trabajo comunitario y sus vecinos, con esos mismos afanes. Es de admirar.


Ángeles Sánchez Gandarillas
La Acebosa-San Vte. de la Barquera
23 de agosto de 2010

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