sábado, 21 de agosto de 2010

CARMEN ORTEGA, PINTORA



Una exposición de pintura y obras de manualidades, con color, delicadeza y gusto en dos de las salas de la Torre del Preboste. Muchos trabajos aglutinados, parte importante enmarcados por la autora.

En otras ocasiones se han visto estas, en exposiciones conjuntas, propiciadas por asociaciones y ayuntamiento.

Una pintora tímida hacia el público, ante los halagos del alcalde y sin embargo, con mano firme al sostener el pincel, texturas o paleta, además de los artesanales trabajos y decoraciones. Todos aportan a la vista el esmerado tesón y habilidad de Carmen.

Peguntada por el material con le que trabaja más a gusto responde que:

-"Siempre empiezo los borradores o boceto en tablilla, pero una vez comenzado, me gusta tanto que sigo adelante con ese mismo, pero me viene bien cualquier material".

Hay gran parte de ellas en la muestra pictórica. Cada material aporta diferentes texturas e incluso movimiento.

Esta artista se desenvuelve tanto en paisajes, marinas, transparencias, retratos, urbanos, desnudos, bodegones, naturaleza, texturas e incluso tres que ha denominado abstractos, preciosos; son esferas de diferentes tamaños, coloristas o en tonos blancos, grises y negros, dan la sensación de estar flotando ante ti, la realidad que transfiere es increíble; sabiendo la particularidad con la que se ha ver la pintura, alejados del cuadro, pues se manifiesta mejor la imagen y perfección, en esta ocasión estar cerca, no les mengua cualidad ni volumen, dejando en la retina esa propiedad y aparecen como suspendidas en el aire. Hiperrealismo, hubiera necesitado tocarlo para descubrir que tan solo era un cuadro.

Están en la 3ª planta, detrás un vidrio a lo largo y ancho de la pared, en segmentos de suelo a techo, siendo el entorno adecuado para ellos, algo inmaterial y que refleja sus imágenes. Alguna obra especial, como un espejo enmarcado en estilizada moldura, con tonos alegres y grabados delicados, jarrones o lámparas con pie decapado. Entre otros, dos retratos de bebés, con esa dificultad añadida de pasar a la tela, la ternura y suaves gestos de los niños.

En el rellano, el puente de la Barquera tomada desde abajo, al subir la escalera adquiere la visión que la artista percibió en el momento de plasmar su pintura, al bajar debido a la dimensión y resalte de la imagen, parece verse esta vez desde una cumbre.

En la planta principal hay que estar atento, pues la mirada quiere fijarse en todo a la vez; un león perdiendo su mirada ante un basto horizonte ocupando gran parte del mismo; series de cuatro jirafas, uno con detalle de las manchas de su piel; de pronto modelos estilizadas con su vestimenta en textura en papel sobre madera, metalizados o dos mulatas de espalda; bodegones, una sherezade con los ojos al descubierto bajo el “nicab”, tienen una lectura el brillo de esos ojos, desprenden una mirada aprisionada…Dice mucho en el silencio del cuadro y de la posible vida de la retratada.

Hay muchas referencias al país africano.

En las flores consigue casi hasta el olor, perfectas magnolias, tulipanes o rosas, tanto en plantilla como en lienzo, esta última dejaba eclipsados a los asistentes; las verduras miradas con la lejanía desde balcón, brillaban adueñándose por completo y ocupando hasta la última micra de la superficie de la tela. Frutas apetecibles,
cítricos con la porosidad mostrada de tal forma, que hasta las pequeñas taras de esta, se reflejaban en la pintura. Una naranja abierta en gajos, deja al descubierto las fibras de cada uno, casi se percibe el sabor del dulce fruto.

Marinas diferentes, desde la ría o arenales, barcas en espera, cielos, mares, dejando un horizonte de azules y nubes o paisajes con vidas rurales.

Se sirvió un ágape en vivo, aunque si se hubiera propuesto pintarlo, nadie se hubiera dado cuenta. Esta seguidora del Realismo pictórico, deja un buen sabor de boca. Esta posibilidad de salir a la luz personas con dones especiales, dando la posibilidad formativa, valoración y la atención de los poderes públicos, aumentará el aliciente y continuar adelante, proporcionará bagaje cultural a todo el municipio, encumbrándonos hacia una mejor calidad de vida.

En la parte opuesta a la entrada de este local restaurado, se divisa parte de la puebla vieja, muros que desde el suelo roban a la vista pequeñas fincas de verdes prados; desde este alto balcón de gran antepecho, de maderas recias y fuertes, divisando una parte del pueblo casi desconocida, las montañas que rodean todo el municipio, hoy pegadas las nubes en sus valles, -parecen algodón, blancas, inmóviles, densas-, parte de la ría, tejados y cultivos de huertas minúsculas con algunos árboles frutales o sombrías, cerradas a cal y canto.

Es el marco que necesita esta exposición, lo merece, naturaleza más realismo, un auténtico manjar cultural, donde todos los sentidos están activados y donde la vista no llegue, están los cuadros de Carmen Ortega para brindarlo.

Enhorabuena. Un placer.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San vte. de la barquera
19 de julio de 2010

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