domingo, 23 de mayo de 2010

NUPCIAS, CORAL Y AUTO

En la mañana del sábado, mientras bajaba de la panadería “de toda la vida”, divisé a una compañera querida. Y pasó lo que suele pasar, enganchada de cariños y de palabras. Después de saber que ambas partes y respectivas familias estaban bien, pasamos a conversar de nuestros planes en ese día.

-Que temporada hemos tenido de tiempo fresco, ¿verdad?

-Ya, pero seguro que alguna cosa buena nos tiene reservada, además no se le puede pasar la culpa a los políticos, -risas de ambas.

-Esta tarde si no cambia daré un paseo a refugio de los soportales, ¿quedamos?

-Quisiera pero tengo que cantar una boda con la coral en la iglesia mayor.

-¿Puedo subir a escucharos?, todavía no se como lo hacéis.

Ante la respuesta afirmativa, apunté en la extensión del dedo pulgar la hora, a poco que imaginara, sabía que de la sonoridad del templo es magnifica para los conciertos, y ya acariciaba esa futura sensación.

La tarde tomo reposo en lo que al tiempo se refiere, gris y nublada, pero amenazando menos lluvia que en la mañana. Subí por aquella gran cuesta al alto barrio de la Barrera; contiene todo lo cultural, educativo, incluida hacienda, deportivo, religioso, judicial, histórico, asociaciones, paisajes, exposiciones, la vida política. Allí se aglutina todo lo que llamaríamos el “Corazón de la villa”, late con fuerza por la subida y además late en ese alto, todo lo necesario para la vida espiritual y material. Es curioso, lo único que falta allí es la oficina de correos y el centro médico.

Una ojeada al llegar y pasé al interior del templo.

Parece mentira que la piedra pueda llegar a ser tan bella. Imponente en altura, ya desde la entrada con detalles grabados o en pequeñas figuras de sus canecillos o las gárgolas disimulando los desagües en los tejados. En el suelo, cada rectángulo de madera es una antiquísima tumba. Viejas tablas de una sola pieza, imperecederas, en un recodo un vallado sobre una de ellas por excavaciones. Seguro que investigarán los restos de hace más de 6 siglos. El piso es una venganza para los tacones de las señoras en esa celebración, por los agujeritos, hendiduras o deformaciones, y lo más seguro es caminar de puntillas.

El brillo del altar mayor y los de las capillas colindantes, es por si mismo un adorno inmenso, los tres frontales anuncian el valor religioso, artístico y ornamental, enmarcando o engrandeciendo cualquier ceremonia o sacramento allí celebrado.

El ara está flanqueado por espléndidos ramos y manojos de margaritas hermosas; de lejos, entre su verde entorno de hojas, dificulta reconocer la variedad de la explosión de color níveo. Impacta.

En la entrada el superior claretiano, espera vestido con casulla de color blanco, según el tiempo litúrgico de la Pascua que vivimos, también en otras celebraciones u ocasiones concretas de festividad de algún santo. Dice que el color varía a rojo, este también indica martirio. Un señor alto y fuerte, con sonrisa plácida. Portaba un pequeño libro, esperaba a los novios. Es en su homilía sencillo, claro y conciso.

Allí encuentro a una componente del grupo coral, padece de afonía y la imposibilita cantar, aún así entonó varias a mi lado, apostillando ¡Cuánto me gusta cantar! Será un poco mi guía en las obras que se oirán. Dice que son 29 ó 30 intérpretes, a cuatro voces y dúo. Miré hacía arriba y reconocí a mi polifacética amiga soprano, allá en lo alto del coro, todos engalanados. Esperaban la llegada de la novia, su compañera afónica lo indicaría.

Llegó al poco, comenzó la primera de la obras, Jesús de bleibet de Bach. Daba a la entrada de la novia con la alfombra a sus pies, un entorno fantástico e irreal; joven, vestida sencilla y cómoda, bello marco de una futura vida en conjunto al llegar a su pareja, elegante y alterado. Por otro lado llegó un infante con su madre, ella sujetaba un cojín de raso para las arras y al niño con la otra, la edad del chiquillo reclamaba hacer lo que parecía más sensato.

Una boda un tanto diferente, se participó del acto religioso de las lecturas bíblicas,-parte fueron leídas por amigos y familiares,- interesante escuchar el Himno al amor de S. Pablo, con 2000 años y aspirando a lo mismo que ahora, amor, comprensión, calma, hijos, salud, respeto.

Pidieron los futuros contrayentes que se colocaran en posición ladeada sus reclinatorios y asientos, deseaban hacer participes del sacramento a todos sus acompañantes. En el acto principal del casamiento, se escuchó un dúo que dejaba sin aliento, “Hasta mi final”, recomiendo escucharlo, dice mucho su letra y música, tiene logros y matices de voz escalofriantes.

Tanto como el “Aleluya” anterior o “El Panis Angelicus”, letra de T. Aquino, hasta el “Ave María” de Samperio, finalizando a la salida con la habanera “Era una flor”, dejaron las diez obras de esta boda cantada, el efecto de haber asistido a un concierto coral en toda regla. Algunos de los presentes se giraban para ver a los cantantes. Entre ellos una niña pequeña e inquieta, miraba a todos y se fijó en nosotras, claro las únicas poco arregladas. Se llama Elsa y la caemos bien.

La firma del contrato matrimonial acompañados de los testigos en la sacristía inmensa, con un mobiliario antiquísimo, esta firma adquiere validez para el documento civil, el próximo día hábil, recogerán el libro de familia.

Los recién casados salieron juntos, ante una tarde radiante, esperados por los invitados con cucuruchos de colores llenos de pétalos de rosas, menos hiriente que el arroz y más romántico. Eso además aderezado con aquel claro de las nubes, permitió dar el brillo por fuera semejante al que los ya casados llevaban por dentro.

Se dirigían hacia el coche antiguo para las fotografías de rigor y salida hacia su lugar de celebración.

Curioso coche, coincidente con los trajes de los novios, pues el vestido de novia tenía un diseño intemporal y el del novio un chaqué, con lo que no había una determinada fecha, podría ser perfectamente hace casi 60 años, coincidiendo con la fabricación de este modelo especial. Mientras se desarrolló la ceremonia, tuvo muchos curiosos alrededor.

Citröen 11,B tracción, con un color raro entre azul y gris, denominado “elegante”, medirá algo más de 4 metros. Dice su propietario que el motor tiene piezas originales, las encontró en Francia, 50 caballos, alcanza la velocidad escalofriante para aquellos años de 115 Km. por hora, consume 15 litros y tiene un depósito de 50. Se arranca también con manivela, sus limpiaparabrisas poseen igualmente esta opción, curiosamente cortos, pues el cristal tiene unas dimensiones pequeñas en comparación con los actuales. Su maletero aparece en la parte externa.

El propietario está orgulloso del coche antiguo, le encantan, posee además dos seiscientos y un mercedes. Su afición le colma de satisfacciones, a pesar del gasto que producen.

Tiene una cabida interior extremada, no vista hoy en nuestros automóviles, este modelo precedió al famoso “Tiburón”. Fue usado por de Gaulle, ministros del gobierno español hasta los años 70, Charles Chaplin, diplomáticos; era este un coche especial y significativo. Se hizo la versión descapotable. Las anteriores variantes de estos autos con características menores, fabricados en 1934, se utilizaron en ambas guerras.

La salida de los novios fue el colofón a este acto, el sol amable respetó esta y daba a los colores tonos radiantes, marcaba en el antiquísimo reloj de sol la hora feliz, compartieron y prepararon juntos más instantáneas en aquel entorno, tiene alguna de las vistas naturales e históricas más apreciadas. Una península que enseña la naturaleza en todo lo imaginable, algo difícil de conseguir ante el objetivo de una cámara, solo ha de girar un poco cada vez.

Olía a mar, a árboles y rosales silvestres, a humedad, frescor hiriente del agua de la lluvia sobre la tierra desnuda de alguno de los terraplenes, al rebaño de ovejas que pastaban, afinando el olfato un poco, creí notar el olor a felicidad…

Me parecieron tranquilos, relajados, con el conocimiento de causa suficiente, felizmente reales, sin princesas ni príncipes azules, sin aspavientos y con amor a raudales, cayendo como las gotas de lluvia que se dejaron notar silenciosas y pausadas, con lo justo de sol y de nubes, algo parecido a la misma vida. El disfrute de cada momento vivido será su meta. ¡Felicidades!

Hablábamos mientras nos separábamos del acontecimiento, indicaba que el verdadero final de cantar en grupo es; que las voces se integren en una única voz, en la categoría que a cada uno corresponda, no ha de sobresalir ninguna, ese es la meta de estos cantos corales, un ejercicio entre otras cosas de humildad, disciplina, respeto. Mientras decía esto, recapacité sobre algo que siempre llamó mi atención, su voz al hablar; era esa la entonación diferente, sí, tiene ese tonillo de muchas cantantes que se dedican al canto clásico, un deje de garganta, con tonos altos, ¡eso era!

Agradecí su invitación y tomamos un café, entre su grupo; aprendí que se puede aún perfeccionar algo que los demás encontrábamos perfecto. Incansables, repasando, viendo las imágenes y grabaciones para aprender aún más si es posible, con deleite y a veces algún gesto de inconformidad ante una nota que se quedó en le aire.

Personas agrupadas con gustos coincidentes, revisando y aprendiendo, disfrutando de todo ello. Un equipo unido y pertinaz en sus duros ensayos nocturnos, el único horario posible.

Enhorabuena amiga, quedé contenta con el concierto coral y por compartir los momentos posteriores con ese rato agradable y cómodo en compañía.

Un abrazo, polifacética compañera. Ah y gracias por esa tarde de sábado diferente.


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera 15 de mayo de 2010

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