sábado, 27 de marzo de 2010

GLORIA RUIZ, 5 º ENCUENTRO LITERARIO

Dice nuestro “mecenas rico en cultura”, en proporcionarnos estos encuentros literarios, que le apetece poco designar el género a que pertenecen, todos son escritores y nada más. Tiene razón, alma y tinta son libres de ataduras y descripciones.

Me pregunto como este hombre consigue tiempo y dinero, porque hasta ahora nadie le ha preguntado por el gasto de ambas cosas. Al final la cuestión cultural es algo que parece no costar, creo yo que se sigue pensando a nivel político también, que un escritor ha de morir de inanición, para serlo, y sus promotores también. (Sonrío).

La escritora ha editado 12 libros, estos son libros curiosos, diferentes formatos, originales en diseño. De ellos uno es prosa, novela según comenta condensada y otro es poesía para niños. Explica su dilatada vida escribiendo. Luis nos deja claro que esta persona tiene facilidad para vender sus ejemplares, en todas las ocasiones los agota. Será por algo creo yo. Es una excelente conocedora de la pintura.

Es pura energía; provoca con sus versos. Afirma su apuro en leer los propios escritos.

Nos habla de su vinculación con una maestra que dio clase en San Vicente. Su empeño en querer ir a la escuela sin tener la edad, sus perretas, al fin lo consiguió. Advierte que no fue por ser una niña prodigio, que siempre ha sido normalita, ella desde la distancia cree que era un poco teatro. Aprendió a leer en un mes y ya le pareció que ir a la escuela era algo ya experimentado y una vez aprendido, era una soberana tontería volver, hasta fingió estar enferma para evitar ir a clase. Dijo al sorprendido inspector de educación ante sus pregunta, pues su habilidad sorprendió a todos, que ya sabiendo leer, mantenerse en el aula, no tenía sentido.

Por lo visto su carácter tenía ya una fuerza importante. Reconoce el valor de los maestros de antaño y afirma que la frase “Pasas mas hambre que un maestro de escuela”, era válida.

Difícil hacer un comentario a este personaje, deja en la piel diferentes sensaciones, llena. Su miscelánea con breves versos, fue envolviéndolo todo en silencio, un mutismo que deja oleadas de pasión, de cariño, de temor, verdad, desgarro, desnudez, franqueza…

Llega con claridad al fondo, escalofría en afirmaciones que nacen con el encargo de meterse en los oyentes, somos los niños que ella decía al principio. Ávidos de oír sus cuentos. Sus poemas sociales demuestran los altibajos, incluso los cruentos encuentros en la guerra.

Ha sido una percepción de vacío el que dejó esta mujer. Tanto llenó con sus canapés de versos, con la posibilidad de ponernos a la mesa con uno de sus libros y tener una copiosa comida lectora.

El final de esta comida, dio final a un café delicioso. Se pudo disfrutar un sabor fuerte, dulce, con aromas a percibir con escalofrío, todos aquellos sentimientos servidos en ese entorno dentro de la taza, dentro de aquel salón, nos puso el alma en solfa, dejó el olor de su juventud, felicidad, amor, de sus hijos y el cambio que efectuaron en su edad adulta, de la búsqueda de un lugar y momento para escribir.

Desea sentirse sola para escribir, sin interrupciones, ni tan siquiera la música es bienvenida en esos momentos. El trabajo es el camino donde las musas te encuentran, a pesar de ello a veces le cuesta hallar la forma de llevar a su cuartilla este trabajo. El tiempo se le pasa volando, se queda “tiesa” de frío, con la impresión de ser casi momia, es tanta la inmovilidad en la que se queda concentrada.

Demoledora cuando se adueña del alma al oírla, te sacude el corazón, equivalente a la sacudida que propinamos a nuestra taza de café para terminarla y recoger la grasa que se mantiene pegada a las paredes de la misma.

Dice que no corrige sus antiguos escritos ya que fueron transportados por el momento vivido, cambiarlo destruiría esa energía impresa en aquellas situaciones.

Es decir siguiendo con el símil del café, esta taza fue diferente de la otra, el contenido es inigualable, la necesidad de esta infusión fue otra, antes te despejó y ahora simplemente te satisfizo.

Pues bien Gloria, tu dejaste en mí el vacío de la taza de café, me quedé sin nada dentro, pero amiga mía, el olor que desprende es mucho mejor que la bebida en sí. En esas estoy, deseando retomar esa comida impresa, con el aspecto de esos libros diferente de lo habitual, con historias y sentimientos o quizá al revés, describiendo vivencias con colores, viendo el aire o el sentir formas que los humildes mortales desconocemos.

Es una forma de emplear el lenguaje impreso con imaginación, pero además sumado a la energía de sus palabras en la audición suben el valor, juntos llegaba a poner los vellos de punta.

Alguno de sus títulos lo demuestra. “Rasgando Oscuridades”, “La raíz del alba”, “Palabras de perfil”.

Una "Gloria gloriosa"


Ángeles Sánchez gandarillas ©
San Vte. de la barquera
22 de marzo de 2010

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