Jane Uve, hoy ha sido un día de extremos en la naturaleza, digno de admirar pero con las precauciones necesarias incluso desde tierra firme, en la atalaya, frente a la barra, era magnifico. Allí nos reunimos un grupito de gentes, un fotógrafo aficionado de aquí, un funcionario, un mariscador, una familia forastera, mi marinero y yo.
Está claro que desde este alto se aprecian las olas como más pequeñas, pero decía el marinero que en el “baile”, desde el barco, es algo temible, no sabes hacia donde mover la nave, se te viene literalmente encima la mar. Los golpes vienen tan seguidos que no tienes tiempo material de prepararla y evitar el romper más fuerte.
Pocas veces he visto llegar desde la zona de Pedrogil, a media milla por la izquierda de la escollera de cemento, si rompen las olas en esa especie de cima marina, se dice que tenemos marejada muy fuerte. Pero hoy también se viene la mar en una alargadísima ola, toda de golpe sin partimientos hacia nuestra playa. Rompe en esta y sobre la arena, ahora de color marrón, por la humedad del agua, lo hace igualmente en el muro donde está una de las luces de posición de la entrada protegida a la ría y al muelle. Es tan enérgica y grande que tapa nuestra defensa artificial, el muro playero, la peña del Zapato haciendo constar que está ya en el interior del arenal, lo envuelve todo y la espuma que produce tarda en desaparecer.
Podría decirse que es una lluvia desde el suelo, se adentra también en la ría interior, produce oleaje incluso. La espuma que deja pasando al muelle y puentes se asemeja a la leche, tan movida y aireada llegada por la fuerza del temporal. En una de estas resacas se soltaron los dos botes, con lo que se puede valorar el empuje que aún muestra en la parte protegida del pueblo. En ocasiones llegó a hacer penetrar el agua, con algún otro agravante como el de las mareas vivas hasta la carretera y viviendas. Tan extraordinario como ver algunas embarcaciones arrastradas a la carretera, hubiera sido una instantánea fuera de serie, embarcaciones entre semáforos y coches.
Claro que las consecuencias reales, fueron los desperfectos y entradas en locales de esta agua del mar, que no seca tan fácil por su salitre, ya que ha de ser endulzado con agua dulce para soslayar algunos inconvenientes; despega, se mantienen unas manchas blanquecinas, hincha madera que está poco preparada para estos problemas marinos, enróñece, etc.
Pude ver que hoy los “surfistas” estaban ausentes, lo hice notar y el fotógrafo dijo que con este tipo de oleaje no les sirve, ha de ser con mar de fondo, donde las olas rompen menos. El mariscador comentó que él los ha visto en las grandes marejadas de enero, aún más fuertes bailando sobre sus tablas en las crestas de estas imponentes olas.
Desde nuestro rompeolas se pueden ver un sinfín de situaciones con esa mar embravecida, desde el oleaje de unos seis metros de altura, hasta el vaivén de una pequeña barca de madera perdida entre tanta fuerza. Esta embarcación fue sacada casi en volandas por el canal de la ría, hacía la entrada de la barra mar afuera. Salía con la fuerza de la resaca y el viento, según me dijeron a velocidades casi increíbles, fue vista y no vista.
Eran dos, la otra de poliéster no se hundía, parecía que volaba en la cumbre de este fuerte oleaje, llevaba un fuera borda que no perdió a pesar de que iba de tres en tres olas, después de esta danza obligada, por fin la depositó en la playa, la recogieron por medio de un tractor, seguramente apenas tendría desperfectos. El motor sin embargo es posible que al mojarse el interior se haya deteriorado.
La de color marrón y verde estaba siendo trasteada por los envites de la marea, en ocasiones daba la impresión de que se quedaba varada, pero las olas y la resaca de nuevo la sacaban, de izquierda a derecha, al muro, hundida. EL fotógrafo nos dijo que en una ocasión, recogió unas instantáneas de una lancha destrozada por estos rompedores oleajes, estaba partida en diferentes trozos, con los aparatos que llevan a bordo, repartidos en distancia, faltaban algunas partes de ella, quizás se deshizo o simplemente fueron a parar a otras zonas costeras.
Él comentó que en la boya que se encuentra a unas millas de Santoña, diseñada para medir estos eventos del tiempo y para saber la fuerza de estos movimientos, en aras de poder conseguir por medio de ellas electricidad, que habían tomado una medición de 25 metros de altura. Esto explicó el marinero con el que paseo por la vida, eso significa que en alta mar son más virulentas y altas que la que nos llega a la costa, que han menguado dos terceras partes sus efectos. De pronto escuchamos lo que parecía un trueno ensordecedor, pero no era el romper de las olas en la lejanía, si cuadra cerca aseguro que hubiese sido escandaloso y atronador.
Eso y el ulular del viento durante tres días casi sin descanso, en la noche se oye en ese silencio con cierto desasosiego, da la sensación que levantará o tirará todo lo que encuentre a su paso, se me parece a alguien muy enfadado que nos reñía en la infancia.
Pocas ventajas tiene este período de mala mar, quizás su belleza, admirar la fuerza natural, el descanso obligado de los marineros seguros en los hogares o cosiendo y preparando aparejos para las próxima salida, la llegada de las algas a las playas y calas, una de las formas de sacar algún dinero con su venta. Cuando estas algas se pudren producen algo de olor desagradable, el mar de nuevo se encarga de llevárselo y servir como alimento a los seres marinos. Otra ventaja es que remueve todo lo que encuentra a su paso, de esta manera cuando la calma llega, los peces por ejemplo se acercan en busca de esos alimentos y es posible que mejore la pesca, pues hasta ahora era escasísima
En la parte de a la entrada de la barra a la izquierda, otra zona en alto del fondo del mar llamada la Plancha, a veces en marejadas fuertes y vivas, deja esta elevación al descubierto en el ir y venir de las olas. Entre la punta de la Silla y ella, se veía en ese recodo flotar una raíz de algún árbol que trajo este gran temporal, que ya dura diez días. Con él se comenzó un invierno que está en tiempo de otoño, lluvias, viento, fríos, cierta oscuridad, creo yo que es momento de leer o dedicarse a trabajillos y actividades recogidas bajo techo, pintar, deportes, baile, piscina, reposos, comida propiada, juegos de mesa, paseos por esos soportales que nos protegen, conversaciones tranquilas…
Se hablaba de las gentes de la mar y la ría, el mariscador decía que no sabía nadar y algunos pescadores tampoco, esto en momentos de tiempos revueltos aumentan el riesgo, pero dice el pescador que el que no sabe se agarra a lo primero que ve flotar. En estos casos, todos los casos, lo que se precisa es un rescate rápido porque aparece enseguida la hipotermia, con lo que saber o no nadar casi no importa, lo recordaba por uno de sus hermanos que sufrió un pequeño naufragio. Comentamos que uno sabe nadar pero no flotar, el otro al contrario y algunos desconocen ambas cosas, pero si que saben bucear, increíble lo que hace el temor al agua.
Otra cosa de la que se habló fue de las personas y su atrevimiento ante la fuerza del mar, seguramente eran gentes que desconocen ese peligro. Estaban cercanos a los bajos riscos de la entrada a la boca de la barra, se subían en ellos y querían apreciar los embates lo más cerca posible, desde luego algunas de estas gen gentes recibieron las salpicaduras del agua, pero es seguro que si la marea estuviera subiendo, podían recibir un buen empujón. Con suerte la caída puede ser hacia la costa pero si les desequilibran hacia las rocas y el mar, la consecuencia puede ser grave.
Uno de los observadores dijo que en los recorridos de la asociación de montaña, han de ser precavidos ante lo desconocido, como precipicios o zonas resbaladizas, pero las personas que se llegan aquí con estos malos tiempos, parecen que son algo inconscientes del peligro del mar. Menos mal que otros muchos son prudentes.
Ante este mar embravecido y temporal temprano, deseo para ti Jane y para ti Uve una tarde recogida y abrigada al calor del hogar, este abrazo ojala sea de lo más agradable que deseéis.
Lines
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte.de la Barquera
8 de noviembre de 2009
Está claro que desde este alto se aprecian las olas como más pequeñas, pero decía el marinero que en el “baile”, desde el barco, es algo temible, no sabes hacia donde mover la nave, se te viene literalmente encima la mar. Los golpes vienen tan seguidos que no tienes tiempo material de prepararla y evitar el romper más fuerte.
Pocas veces he visto llegar desde la zona de Pedrogil, a media milla por la izquierda de la escollera de cemento, si rompen las olas en esa especie de cima marina, se dice que tenemos marejada muy fuerte. Pero hoy también se viene la mar en una alargadísima ola, toda de golpe sin partimientos hacia nuestra playa. Rompe en esta y sobre la arena, ahora de color marrón, por la humedad del agua, lo hace igualmente en el muro donde está una de las luces de posición de la entrada protegida a la ría y al muelle. Es tan enérgica y grande que tapa nuestra defensa artificial, el muro playero, la peña del Zapato haciendo constar que está ya en el interior del arenal, lo envuelve todo y la espuma que produce tarda en desaparecer.
Podría decirse que es una lluvia desde el suelo, se adentra también en la ría interior, produce oleaje incluso. La espuma que deja pasando al muelle y puentes se asemeja a la leche, tan movida y aireada llegada por la fuerza del temporal. En una de estas resacas se soltaron los dos botes, con lo que se puede valorar el empuje que aún muestra en la parte protegida del pueblo. En ocasiones llegó a hacer penetrar el agua, con algún otro agravante como el de las mareas vivas hasta la carretera y viviendas. Tan extraordinario como ver algunas embarcaciones arrastradas a la carretera, hubiera sido una instantánea fuera de serie, embarcaciones entre semáforos y coches.
Claro que las consecuencias reales, fueron los desperfectos y entradas en locales de esta agua del mar, que no seca tan fácil por su salitre, ya que ha de ser endulzado con agua dulce para soslayar algunos inconvenientes; despega, se mantienen unas manchas blanquecinas, hincha madera que está poco preparada para estos problemas marinos, enróñece, etc.
Pude ver que hoy los “surfistas” estaban ausentes, lo hice notar y el fotógrafo dijo que con este tipo de oleaje no les sirve, ha de ser con mar de fondo, donde las olas rompen menos. El mariscador comentó que él los ha visto en las grandes marejadas de enero, aún más fuertes bailando sobre sus tablas en las crestas de estas imponentes olas.
Desde nuestro rompeolas se pueden ver un sinfín de situaciones con esa mar embravecida, desde el oleaje de unos seis metros de altura, hasta el vaivén de una pequeña barca de madera perdida entre tanta fuerza. Esta embarcación fue sacada casi en volandas por el canal de la ría, hacía la entrada de la barra mar afuera. Salía con la fuerza de la resaca y el viento, según me dijeron a velocidades casi increíbles, fue vista y no vista.
Eran dos, la otra de poliéster no se hundía, parecía que volaba en la cumbre de este fuerte oleaje, llevaba un fuera borda que no perdió a pesar de que iba de tres en tres olas, después de esta danza obligada, por fin la depositó en la playa, la recogieron por medio de un tractor, seguramente apenas tendría desperfectos. El motor sin embargo es posible que al mojarse el interior se haya deteriorado.
La de color marrón y verde estaba siendo trasteada por los envites de la marea, en ocasiones daba la impresión de que se quedaba varada, pero las olas y la resaca de nuevo la sacaban, de izquierda a derecha, al muro, hundida. EL fotógrafo nos dijo que en una ocasión, recogió unas instantáneas de una lancha destrozada por estos rompedores oleajes, estaba partida en diferentes trozos, con los aparatos que llevan a bordo, repartidos en distancia, faltaban algunas partes de ella, quizás se deshizo o simplemente fueron a parar a otras zonas costeras.
Él comentó que en la boya que se encuentra a unas millas de Santoña, diseñada para medir estos eventos del tiempo y para saber la fuerza de estos movimientos, en aras de poder conseguir por medio de ellas electricidad, que habían tomado una medición de 25 metros de altura. Esto explicó el marinero con el que paseo por la vida, eso significa que en alta mar son más virulentas y altas que la que nos llega a la costa, que han menguado dos terceras partes sus efectos. De pronto escuchamos lo que parecía un trueno ensordecedor, pero no era el romper de las olas en la lejanía, si cuadra cerca aseguro que hubiese sido escandaloso y atronador.
Eso y el ulular del viento durante tres días casi sin descanso, en la noche se oye en ese silencio con cierto desasosiego, da la sensación que levantará o tirará todo lo que encuentre a su paso, se me parece a alguien muy enfadado que nos reñía en la infancia.
Pocas ventajas tiene este período de mala mar, quizás su belleza, admirar la fuerza natural, el descanso obligado de los marineros seguros en los hogares o cosiendo y preparando aparejos para las próxima salida, la llegada de las algas a las playas y calas, una de las formas de sacar algún dinero con su venta. Cuando estas algas se pudren producen algo de olor desagradable, el mar de nuevo se encarga de llevárselo y servir como alimento a los seres marinos. Otra ventaja es que remueve todo lo que encuentra a su paso, de esta manera cuando la calma llega, los peces por ejemplo se acercan en busca de esos alimentos y es posible que mejore la pesca, pues hasta ahora era escasísima
En la parte de a la entrada de la barra a la izquierda, otra zona en alto del fondo del mar llamada la Plancha, a veces en marejadas fuertes y vivas, deja esta elevación al descubierto en el ir y venir de las olas. Entre la punta de la Silla y ella, se veía en ese recodo flotar una raíz de algún árbol que trajo este gran temporal, que ya dura diez días. Con él se comenzó un invierno que está en tiempo de otoño, lluvias, viento, fríos, cierta oscuridad, creo yo que es momento de leer o dedicarse a trabajillos y actividades recogidas bajo techo, pintar, deportes, baile, piscina, reposos, comida propiada, juegos de mesa, paseos por esos soportales que nos protegen, conversaciones tranquilas…
Se hablaba de las gentes de la mar y la ría, el mariscador decía que no sabía nadar y algunos pescadores tampoco, esto en momentos de tiempos revueltos aumentan el riesgo, pero dice el pescador que el que no sabe se agarra a lo primero que ve flotar. En estos casos, todos los casos, lo que se precisa es un rescate rápido porque aparece enseguida la hipotermia, con lo que saber o no nadar casi no importa, lo recordaba por uno de sus hermanos que sufrió un pequeño naufragio. Comentamos que uno sabe nadar pero no flotar, el otro al contrario y algunos desconocen ambas cosas, pero si que saben bucear, increíble lo que hace el temor al agua.
Otra cosa de la que se habló fue de las personas y su atrevimiento ante la fuerza del mar, seguramente eran gentes que desconocen ese peligro. Estaban cercanos a los bajos riscos de la entrada a la boca de la barra, se subían en ellos y querían apreciar los embates lo más cerca posible, desde luego algunas de estas gen gentes recibieron las salpicaduras del agua, pero es seguro que si la marea estuviera subiendo, podían recibir un buen empujón. Con suerte la caída puede ser hacia la costa pero si les desequilibran hacia las rocas y el mar, la consecuencia puede ser grave.
Uno de los observadores dijo que en los recorridos de la asociación de montaña, han de ser precavidos ante lo desconocido, como precipicios o zonas resbaladizas, pero las personas que se llegan aquí con estos malos tiempos, parecen que son algo inconscientes del peligro del mar. Menos mal que otros muchos son prudentes.
Ante este mar embravecido y temporal temprano, deseo para ti Jane y para ti Uve una tarde recogida y abrigada al calor del hogar, este abrazo ojala sea de lo más agradable que deseéis.
Lines
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte.de la Barquera
8 de noviembre de 2009
1 comentario:
Holas Lines.
La verdad, es que me sigues sorprendiendo con tus maravillosos escritos, tan descriptivos y llenos de vida, ademas de la mano de tu "marinero",ha sido un espectacular paseo.
Gracias por hacer grande este remanso de letras.
Besos
V.
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