¡Y aquí estoy mar!, vengo a ver como andan tus mareas. La verdad es que necesito saber mis limites porque me ha dicho que vuelva; verás oiremos la grabación.
-Estás rara. Creo que tienes que volver. Te busco y no estás.
-¿Qué vuelva, a dónde?
-No sé, pero no estás conmigo.
-Si estoy contigo, y aquí, y te quiero como siempre.
-No digo eso, te fuiste y estás en la calle de mi vida.
-Eso es incierto, estaré contigo todo el tiempo.
-Hasta los ojos han perdido el brillo que tenías, y la conversación. Estás sin chispa.
-Pues no sé que pasa, estoy a gusto.
-Pues yo no te encuentro.
-Vale, ya me analizaré.
-¡No por dios, no es eso!. Estás como pensando, como alejada, yo quiero a mi amiga aquí.
-Entiendo poco lo que quieres decir, estoy bien.
-Vas y vienes, eres una marea que no cesa, que no se queda, tienes que entrar otra vez a la ría, ¡vuelve!
Se hace un silencio donde la cinta se envuelve y desenvuelve con ese ruido casi gruñón; parece el agua del mar en movimiento o la caracola que se pone uno a la oreja y escucha de ella, ese sonido en eco, quedando impregnado en el cerebro, metiéndose y meciéndose, casi mareando.
-Se me ha encendido la bombilla, ya se lo que me pasa.
Estoy en una marejada de sentimientos personales, en el quicio de un precipicio, tengo que salir de aquí, porque arrastraré muchas personas, haré daño, va a ser la primera decisión de mi vida, la primera queriendo hacerlo, sin esperar al paso de los demás, saldrá de mí. Pase lo que pase, será “decisión propia”.
Querida mar, yo sé que tú también decides a veces salir de las bahías, arrastrar las piedras, anegar las tierras, destrozar los montes tan lejanos, romper, ajar, matar.
Tengo que hacer daño para salir, pero será una mejora o un nacimiento a la limpieza, crecerá mejor la simiente, las tierras sentimentales se poblarán de vegetación, renaceré desde algunas
cenizas, soltaré las amarras del corazón, flotaré y liberaré los hombros que hunden la cabeza.
Y después las aguas volverán a su cauce, a mi cauce, se normalizarán y podré descansar.
-¿Verdad que tú lo entiendes mar?
Hace frío en la realidad de la vida, tengo que correr por la arena para entrar en calor, respirar lento para oler el salitre, tengo muchas cosas solucionadas ahora, estoy a mi lado de nuevo, en mi
marea, con lo que quiero. Mi chispa está brillando y mis ojos ya no esperan.
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
1 de diciembre de 2010
-Estás rara. Creo que tienes que volver. Te busco y no estás.
-¿Qué vuelva, a dónde?
-No sé, pero no estás conmigo.
-Si estoy contigo, y aquí, y te quiero como siempre.
-No digo eso, te fuiste y estás en la calle de mi vida.
-Eso es incierto, estaré contigo todo el tiempo.
-Hasta los ojos han perdido el brillo que tenías, y la conversación. Estás sin chispa.
-Pues no sé que pasa, estoy a gusto.
-Pues yo no te encuentro.
-Vale, ya me analizaré.
-¡No por dios, no es eso!. Estás como pensando, como alejada, yo quiero a mi amiga aquí.
-Entiendo poco lo que quieres decir, estoy bien.
-Vas y vienes, eres una marea que no cesa, que no se queda, tienes que entrar otra vez a la ría, ¡vuelve!
Se hace un silencio donde la cinta se envuelve y desenvuelve con ese ruido casi gruñón; parece el agua del mar en movimiento o la caracola que se pone uno a la oreja y escucha de ella, ese sonido en eco, quedando impregnado en el cerebro, metiéndose y meciéndose, casi mareando.
-Se me ha encendido la bombilla, ya se lo que me pasa.
Estoy en una marejada de sentimientos personales, en el quicio de un precipicio, tengo que salir de aquí, porque arrastraré muchas personas, haré daño, va a ser la primera decisión de mi vida, la primera queriendo hacerlo, sin esperar al paso de los demás, saldrá de mí. Pase lo que pase, será “decisión propia”.
Querida mar, yo sé que tú también decides a veces salir de las bahías, arrastrar las piedras, anegar las tierras, destrozar los montes tan lejanos, romper, ajar, matar.
Tengo que hacer daño para salir, pero será una mejora o un nacimiento a la limpieza, crecerá mejor la simiente, las tierras sentimentales se poblarán de vegetación, renaceré desde algunas
cenizas, soltaré las amarras del corazón, flotaré y liberaré los hombros que hunden la cabeza.
Y después las aguas volverán a su cauce, a mi cauce, se normalizarán y podré descansar.
-¿Verdad que tú lo entiendes mar?
Hace frío en la realidad de la vida, tengo que correr por la arena para entrar en calor, respirar lento para oler el salitre, tengo muchas cosas solucionadas ahora, estoy a mi lado de nuevo, en mi
marea, con lo que quiero. Mi chispa está brillando y mis ojos ya no esperan.
Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
1 de diciembre de 2010
1 comentario:
Cálida marea que eleva
el vuelo tenaz de tu pluma
Cálida marea que enciende
el silencio oscuro, que abruma.
Cabo tenáz ,trenzando letras,
sin horizontes, sin fronteras,
alli, destellan tus palabras,
bizarras y lisonjeras.
Gracias Lns, por el eco sereno de tu mar en calma.
Se te admira..desde el eco del silencio.
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