viernes, 5 de noviembre de 2010

NARA


Nara siembre había pensado, que el amor era una ilusión, un engaño, que sólo salía en las películas y novelas.

Pero una tarde lluviosa, mientras leía una de sus novelas favoritas, “El Diario de Noa”, en la biblioteca municipal, escuchó un susurro muy bajito: “Nara, ven, búscame”. Nerviosa, miro a su alrededor tratando de encontra al intérprete de aquel extraño mensaje; al no ver a nadie muy cerca de ella siguió leyendo. Pero tras unos minutos volvió esa voz, más fuerte que antes: “Nara, ayúdame”, rápidamente levantó la cabeza y solo vio la estantería de siempre llena de libros, pero pensó para sí: “estoy muy mal, voy a tener que dejar de comer helado”, y continuo con Noa y su diario, pero de repente sonó un estruendo y otra vez esa voz: “Nara, aquí estoy, ayúdame”. Se levantó y solo encontró un libro en el suelo, que se había caído de la estantería.

El titulo era “Encuentro”, le abrió, ya que la curiosidad aumentaba por segundos, pero al abrirlo solo encontró hojas en blanco, excepto una que ponía: “hoy 4 de noviembre del 2010, he pedido ayuda a Nara y ahora estoy entre sus brazos...”. Asustada soltó el libro y este se precipitó contra el suelo.

Se repitió para sí, sólo ha sido mi imaginación; recogió el libro y se volvió a sentar, respiró hondo y volvió a sumergir sus ojos en el libro.

(El Encuentro, capítulo primero: Me encontraron, "llamé a Nara y tardaron en hacerme caso, pero me tiene entre sus manos".)

Sorprendida y pensando que era todo un sueño, pregunta al libro: -¿Quién o qué eres?, ¿Cómo sabes quién soy?

Al instante, aparecieron palabras en las hojas en blanco,

-Hola Nara, soy un chico encerrado hace más de 100 años en este extraño lugar, me llamo Arthur y sé como te llamas, porque he escuchado a la bibliotecaria llamarte antes.

Nara, estaba muy confundida, pero dijo:

-Pero, ¿para qué me necesitas?, yo solo soy una chica de 16 años, y además soy invisible para este mundo.

Al instante el libro, contesto:

-Mira eres una chica valiente, da igual la edad que tengas, además yo también soy joven y sí soy invisible, soy un libro en una biblioteca.

Ella le sonrió sin saber si él la veía, Arthur, le contó que había conocido a un viejo brujo y éste le había convencido que tenía algo especial, y que sería un gran hechicero ya que con su don ayudaría a la gente que lo necesitara. Pero le puso una condición: “no podría tener otra cosa en su mente y en su corazón que la brujería” y él aceptó el trato, pero sin saber, que Leila aparecería en su vida. Ella era una joven profesora de literatura, que con su dulzura e inocencia se quedó presa en su alma, y ocupando su mente.

El brujo, Nicola, se enteró de la presencia de leila y de sus sentimientos. Y como castigo, le convirtió en lo que ahora veía, un libro sin historia y a ella la raptó y no sé sabe que hizo con ella.

-...Y aquí estoy pidiéndo ayuda.

-Pero, ¿cómo puedo ayudarte?

-Búscala, bueno búsquemosla.

-¿A quién?, ¿y para qué?

-A Leila, el brujo tuvo que transfórmala al igual que a mí, y cuando la encontremos yo encontraré el final de esta historia, y seré un libro con algo que contar.

Nara lo cerró, fue directa hacia la bibliotecaria, cogió el libro prestado y se dirigió hacia su casita. Sola en su cuarto, lo abrió. Arthur le conto que para encontrar a leila, habría que buscar un árbol sin hojas cerca de un rio. Empezaron a buscar por internet, y encontraron muchos parques, ya que Barcelona se caracteriza por ellos, pero solo en uno había un viejo roble sin hojas con un lago al lado. Asi que, decididos, se dirigieron ambos en busca de aquel árbol. El autobús paró en la entrada del parque y desde allí se podía ver el viejo roble.

Al estar frente al roble, Nara se dio cuenta que había estado muchos veces en ese parque, pero nunca se había fijado en la hermosura del viejo árbol. Saco el libro del bolso, al abrirle y ponerle enfrente del roble, en ese mismo instante, el árbol se transformó en una joven. Con lágrimas en los ojos y detrás de ella había un ser misterioso. (Nara pensó pasa si, este es Nicola)

-Por fin nos volvemos a ver, pupilo, estaba esperándote.

-Por fin maestro, suéltala, esta guerra es entre nosotros, ella no tiene la culpa de ser la dueña de mi corazón, y aunque no estuviera en este mundo, seguiría viva dentro de mí. “¡Suéltala!”

-No Arthur, ella es el problema de que no seas todo lo que imaginé para ti, y hoy estemos enfrentados, asi que despídete de ella.

-¡No¡ si la matas yo me vengaré arrancándote tu corazón y así perderás lo que querías. “¡Suéltala!”, yo me quedaré contigo, pero no me olvidaré de ella. ¿Trato hecho?, o queda libre o nada.

Pero antes de responder Nicola, Leila gritó y se escapó de los brazos de su opresor, se abrazó a Arthur. ¡No, no lo hagas!, no te mereces tener una vida de desdicha ¡por favor!, pero de repente apareció una extraña luz, era Nicola, que quería destruirles porque sabía que nunca conseguiría su sueño. Pero el amor cuando es verdadero nada lo destruye, y por eso se destruyó él mismo y así perdió su sueño para siempre.

Nara, estaba muy feliz porque ahora sabía que el amor también existía en el mundo real y no solo en sus novelas. Y cuando iba a despedirse de Leila y Arthur, observó que se habían transformado en un hermoso roble con hojas, gritó diciendo que no era justo; encontró el libro en el suelo, pero ya no era el mismo, ahora tenía una historia que contar.

Nara fue a la ultima hoja ponía:

No digas que no es justo, porque estaremos juntos al fin y para siempre. Ven a visitarnos alguna vez, Nara.

Cerró el libro y observó que el titulo había cambiado: “El Árbol de Nara.”

Jezabel Luguera ©
Noviembre 2010

2 comentarios:

Flor dijo...

Espero paciente,para leer pronto otro cuento,!genial!Jeza quiero que vuelvas a sorprendernos con tus palabras,besitos.

Anónimo dijo...

Jezabel es un cuento precioso.DOLO