La música sonaba en el piano,
mil notas recogidas por el viento,
los dedos con perfil de cortesano
trazaban esa música y lamento.
Un hombre con el pelo muy lozano
hallábase fijado en el asiento,
tenía el viejo aire campechano,
la gracia y el salero del momento.
Buscaba más allá de las estrellas,
la música y la eterna algarabía,
y en ella la alegría de la vida.
Hablaban de leyendas y epopeyas,
los dedos, con la dulce melodía,
curando, sin cesar, la vieja herida.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/10
mil notas recogidas por el viento,
los dedos con perfil de cortesano
trazaban esa música y lamento.
Un hombre con el pelo muy lozano
hallábase fijado en el asiento,
tenía el viejo aire campechano,
la gracia y el salero del momento.
Buscaba más allá de las estrellas,
la música y la eterna algarabía,
y en ella la alegría de la vida.
Hablaban de leyendas y epopeyas,
los dedos, con la dulce melodía,
curando, sin cesar, la vieja herida.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/10
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