martes, 25 de octubre de 2011

ATERRIZAJE DE UNA RANA NARANJA


Llevaba el pan bajo uno de sus miembros y veía con asombro, como se guarecía el sol tras las nubes y con ellas, la posibilidad de la lluvia. Así crecieran las charcas.

Oía distante el chapoteo al caminar y notaba caer en sus dedos las gotas de agua; las desnudas extremidades aún deseaban disfrutar del buen tiempo. Este año le estaba costando recogerse y había conseguido pasar más de un mes del otoño ligero de capas. Aún podía, en las atardecidas, disfrutar de los ocasos sin enfriarse.

La piel en su cuerpo color naranja, brillaba escandalosa por los atajos. Los paseantes habían desaparecido, como todos los octubres; era cuando se atrevía a ir a sus rincones preferidos y vislumbrar toda la naturaleza otoñal.

Su mente estaba entretenida, veía volar los últimos insectos con cierto apetito, lo hacían lentamente y quizá, aletargados por el frío.

El viento de la madrugada de hoy, la había asustado; movió con fuerza las hojas y temió por el tejado de su casa, los tapines de hierbas podrían moverse y el agua entraría de nuevo.

De pronto se sintió volar.

-¡Dioses!, pero, si no hice siquiera el amago de saltar.

Estaba encima de un bolardo apoyada solamente, por la ingle y el pecho, las extremidades traseras, al igual que las delanteras, estaban suspendidas como las aspas del rotor de un helicóptero en reposo.

No salía del asombro. Tan solo habían pasado unas décimas de segundo, cuando resbaló rápidamente de ese increíble lugar de aterrizaje; cayó de bruces en el asfalto.

Seguía preguntándose, pegada al empedrado: "¿quizá una fuerte ventolera me empujó?"

Ahora su posición era la más natural de una rana; las cuatro extremidades se apoyaban dobladas por completo en el enlosado y los muslos predominaban hermosos.

Sus ojos estaban aún más espritados de lo habitual, la piel se la había contraído por el susto y tenía una cierta aspereza. Se incorporó y miró el bolardo oscuro y asesino, buscó el porqué de aquella elevación en el aire y no la encontró. Tenía un fuerte dolor en el pecho y en la ingle derecha, que fue, donde quedó apoyada en el primer encontronazo sobre el círculo de 12 centímetros de diámetro, y una pequeña herida en la mano.

-Pues eso, de esta guisa me incorporé del todo, recogí la barra del pan que quedo destrozada bajo mi peso, las palmeras del poema, milagrosamente enteras, los folios mojados y la atención, esta vez, puesta al cien por cien en lo sucedido.

Caí por despistarme para mirar lo escrito, por ir colocando dos pliegos de tamaño doble folio, mirar las moscas, apresar la bolsa del pan con un dedo para poder sacar las llaves y la prisa por llegar, como siempre tarde, a casa. Determiné que había sido un aterrizaje de rana. Desde luego que era lo más parecido a una batracia; ojos muy abiertos y abultados, la cazadora naranja, abierta de piernas con los muslos pegados al suelo y embutida en un pantalón negro y, metida en una turbia charca hasta el cuello.

“pensaba que las ranas naranjas y negras son venenosas, hum…”

Debió ser una caída espectacular, puesto que salieron personas hasta de debajo de las piedras para recogerme; atentas, preguntaron si estaba bien y me miraban asombrados de que así fuera. Agradezco su interés y, más porque no se partieran el pecho de la risa, aunque si así hubiera cuadrado, nos hubiéramos todos reído un buen rato.

Ya voy mejorando, ahora he disminuido de tamaño y soy rana, pues mi abuela me decía de pequeña, cuando me caía, que aterrizaba como los sapos.

Mira, hacer deporte y esas cosas, me han dado la elasticidad necesaria para no “partiromperrme” hoy, y si no hubiera sido así, caí justo delante de centro médico, ¿qué más se puede pedir?

-¡Uf, tendré que tomar un analgésico, estoy dolorida!


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
24-X-2011

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sentimos mucho que te cayeras y que te hicieras daño, pero te puedo decir que yo he llorado de risa al leer tu escrito y ya te digo que la ostia que distes debió de ser morrocotuda y aparatosa... el vuelo y posterior aterrizaje... De verdad que lo sentimos, pero tienes que andar con mas cuidado e ir a una cosa sola..., lo digo para evitar estos accidentes tontos.

Anónimo dijo...

Ya, mira que lo decía también mi abuela: Te entretienes con el vuelo de una mosca... Otra cosa, creo que el Ayuntamiento me va a poner una placa por vaciar charcas, porque amigos, no quedo una gota de agua en la que caí, sonrío. Gracias por el interés. ABRAZO de batracia. Lns